Han transcurrido más de diez años desde que Alonso Cueto publicara La hora azul. Este libro, que en el 2005 fue galardonada con el Premio Herralde de Novela, sirvió a su autor para sumergirse en las heridas que el conflicto armado interno dejó en nuestro país, para explorar ese oscuro mapa en el que a menudo conviven el dolor y los amores imposibles. Adrián, abogado e hijo de un militar radicado en el pueblo ayacuchano de Huanta durante el enfrentamiento, es el protagonista. Un personaje cuya vida parece ingresar en un nuevo y oscuro episodio el día que conoce a Miriam, una mujer que fue prisionera de su padre en la sierra sur del Perú. Esta es la historia que interpretan Giovanni Ciccia y Rossana Fernández-Maldonado en la adaptación cinematográfica de la novela, dirigida por Evelyne Pégot-Ogier, que se estrenó en la gran pantalla el 13 de octubre.

Pero, para su autor, La hora azul pronto se transformaría en la primera parte de un proyecto literario llamado “Trilogía de la redención”, y que consta, además del libro antes mencionado, de las novelas La pasajera (2015) y La viajera en el viento (2017). “Para mí, el tema central de estos libros es la necesidad de mirar nuestras heridas y aprender a recordar a partir del reconocimiento de lo que hemos sido”, señala Alonso Cueto. “De una u otra manera, el pasado siempre vuelve para confrontar y cuestionar a los protagonistas, y es entonces cuando ellos descubren que cargan con una culpa que busca la redención”, agrega.

La viajera en el viento, tercera parte de esta trilogía, es un buen ejemplo de esto. Esta novela narra el encuentro entre un hombre y una mujer a la que creía haber matado en Ayacucho, en aquellos tiempos terribles. “Ambos se encuentran años después, en el mercado de Surquillo. Ella no lo reconoce, pero él a ella sí, y se siente impulsado a descubrir cuál es su historia, cómo es que sigue con vida”, comenta Cueto. “Siempre me interesó el tema de los héroes anónimos, todos aquellos que salvaron vidas y dignidades en el silencio, pero cuyas historias merecen ser contadas”.

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La historia detrás de estos libros, sin embargo, empezó mucho antes de que Alonso decidiera escribirlos. “Guardo muchos recuerdos de mis primeros viajes a Ayacucho. Cuando era chico mis padres me llevaron allá muchas veces”, narra él. Pero el escenario de sus memorias de juventud pronto sería también el del conflicto armado, una geografía plagada de fosas comunes. No es imposible que este desencuentro entre la nostalgia personal y el horror de todo un pueblo fuera, en el fondo, una de las razones secretas que impulsaron al autor a escribir estas novelas. Así, el primer capítulo en la redacción de La hora azul fue un reencuentro con el sur.

Cuando decidí escribir esa historia, lo primero que hice fue viajar a Ayacucho para entrevistar a la gente y tomar algunas fotografías”, dice, antes de señalar que una de las cosas que más le chocaron de ese viaje fueron las palabras que le dijo la profesora de un colegio local. “Estábamos hablando de arte, de la abundancia de producciones artísticas que se hacían en Ayacucho, y ella me dijo que era normal que fuese así, porque allá había una conciencia permanente de la muerte”.

Una muerte que no es ajena. Una muerte en la que todos participamos. En palabras de Cueto, “creo que lo que yace detrás de la historia que se narra en La hora azul es que no se puede aspirar a estar separados del resto, que todo intento de ser una figura ajena a lo que sucede a nuestro alrededor es ilegítimo o imposible”. Patria también es dolor.

Por Stefano De Marzo
Fotos de Javier Zea
Video de Javier Zea y Jimena Gallarday