Mapas & Películas es el nuevo disco de Radiopostales. Nombre de Iván Castro en su faceta músical, este es un trabajo solista que se torna grupal en bien planeadas colaboraciones. Moviéndose entre las diferentes vertientes del rock, tenemos un disco con un sabor marcadamente local y claramente nutrido de lo mejor de nuestra escena. Tras Irregular, su primer EP, y de Como cuando te empatan en los descuentos, primer album; Radiopostales presenta novedades. Iván nos cuenta los entretelones.

Es tu tercera entrega.

Radiopostales es un proyecto solista que empecé hace ya varios años. Se consolidó en el 2014 con mi primer EP, y luego saqué el primer disco en el 2015. Básicamente es solista porque yo compongo las canciones, pero en vivo hay una banda fija. 

¿Por qué solista?

Soy muy celoso con la visión que tengo de la música. Desconfío de géneros y definiciones, tipo indie, rock u otros. Me gusta contar historias en cada canción y luego ver qué estilo le pega. La libertad de ser solista es que no tienes que elegir un género ni hacer algo que le guste a alguien más. 

Cuéntame de Mapas & películas.

Es la combinación perfecta entre ser solista y tener algo grupal, porque las canciones las escribo, pero cuando veo por dónde va cada una, empiezo a juntarme con otros músicos y grabar en diferentes estudios. Hay canciones más crudas que las he grabado en “Mundano”, el estudio donde está “Inyectores”. Otras son más indie, y las he trabajado con gente que ha tocado en los Zapping o músicos de ese estilo. También hay acústicas mucho más tranquilas que he grabado con un amigo que estudia producción musical. Me gusta porque el concepto surge de mí pero voy juntando gente con distintas sonoridades que aporta un montón. 

¿Es difícil aceptar cambios que quizás no planeaste?

Son músicos muy buenos. Yo llego con una idea para una canción, con un esbozo de cómo quiero que suene. Luego ellos, al momento de grabar ponen su talento. 

¿Cómo llegaste a este trabajo colaborativo?

Fue progresivo. El primer EP lo grabé casi todo yo, con ayuda de algunos amigos. Pero en determinado momento me di cuenta de que es un poco pretencioso quedarme con la idea de que solo yo sé cómo hacer música. Ahí es donde empiezo a llamar a otras personas. Todos son amigos y músicos que admiro. 

En ese sentido, ¿hay algo en el disco que no esperabas?

Todo el disco tiene muchas cosas que no esperaba. Mientras tocaba con ellos e iba escuchando sus cambios o las cosas que agregaban, más seguro me sentía de que estaba en el camino correcto. Era la mejor manera de sacar un buen disco. Al comienzo temía que terminara hecho un arroz con mango, pero creo que el que yo las compusiera todas le termina dando cierta unidad. Me han sorprendido a cada momento con detalles que han hecho que las canciones suenen mil veces mejor que como las tenía en mi cabeza. 

¿Hay alguien en especial con quien te encantó colaborar?

Con todos. Montaña (Raúl Montañez), que es un tipo espectacular de la vieja escuela, que toca en Leuzemia; con Diego Cendra que toca en los Zapping; con Christian Vargas que es del rock indie. Con Saito, que es el ingeniero de sonido de Mundano. No ha habido nadie, y esto ha sido lo mejor, que no haya aportado realmente con ganas. 

Haces lucha.

¡Sí! Bueno, hacía. Siempre amé el show. 

¿Cómo pasas de ver el show a querer estar en él?

Creo que soy un tipo al que le gusta meterse a la cosas de lleno. No solo ser espectador. Me metí a escuchar música y el tránsito a empezar a hacerla fue super corto. La lucha me gusta desde chico, así que decidí entrar a ver qué onda. 

¿Fue difícil encontrar un grupo acá?

Hay un grupo de gente que lleva en esto más de 10 años. Yo decidí meterme a entrenar una semana, para probar. Me quedé un año. Es un grupo de culto muy chévere, porque es gente que ama la lucha, entonces ponen todo para organizar estos eventos. Son las mismas personas las que arman el ring, venden las entradas, entrenan y luchan. Ese espíritu comunitario fue una de las mejores partes. 

¿Es complicado?

La gente a veces cree que porque es coreografeado es super fácil, pero no. No solo tienes que armar una pelea, sino hacer que se vea bien. Todo mientras estás preocupado por no romperte el cuello. Tiene además un montón de gimnasia y de entrenamiento fisico. Recientemente John Cena fue anfitrión de Saturday Night Live, y leí que había tenido mucho en común con los actores porque comparten la experiencia de performear en vivo. 

¿Fue similar al proceso de empezar a hacer música?

Similar. También me gusta la música desde muy niño. En mi casa ha habido mucha música y, por suerte, mucha variedad. Desde mis viejos que son de boleros y de música criolla, hasta mi hermano que creció con el rock en español de los ochenta. Y yo que subversivamente me iba agenciando mis primeros casetes de metal.

¿Cuándo surge el deseo de dejar de escuchar y empezar a hacer?

Cuando descubro que me puedo grabar.  Teníamos una radio que grababa. Al darme cuenta me volví loco y empecé a aprender guitarra. Debí tener 10 u 11 años. Me saqué una de Carlos Vives y un par de “The Beatles” mal tocadas. Luego recuerdo un cancionero para “aprende a tocar guitarra”, donde estaban Piero y José José. Amo la música pero lo que más me atraía era la capacidad de grabar. 

¿Sigue siendo lo que más te entusiasma?

Estoy disfrutando más las tocadas, porque ya hay un grupo de cinco músicos con quienes toco, y me divierto mucho. Pero para mí el proceso entre el primer esbozo de la canción hasta la parte final es lo que más me emociona. Una canción puede ir por mil caminos dependiendo de cómo vas trabajándola. 

Por Alejandra Nieto

Fotos: Desyree Valdiviezo