Miembro de diferentes organizaciones empresariales, Jorge Medina describe la actitud del empresariado en el caso Odebrecht como débil, tolerante y adormecida ante la corrupción, cuando podría ser su oportunidad para contribuir con la consolidación de la democracia en el Perú.

En todo este debate sobre corrupción, que podría abarcar a tres gobiernos democráticos, no vemos a los representantes del empresariado. ¿Dónde están?
Hace siete meses se ha creado el Consejo Privado Anticorrupción (CPA), que preside Martín Pérez, presidente también de la Confiep, donde participan dieciséis gremios y una ONG, Proética, que yo presido. ¿Cuál es el propósito? Ayudar al país a liberarse de la corrupción.

Un sondeo publicado el viernes pasado por Datum reveló que más del 80% de los peruanos se opone a que Odebrecht siga operando en nuestro país.

¿Y qué han hecho desde su creación?
Casi nada. No porque no haya voluntad. Es inédito, es un avance, pero no es suficiente. Los empresarios hacen mucho por el Perú, invierten, ponen su capital en riesgo, generan empleo, pagan impuestos. ¿Es suficiente? Sí, pero en Finlandia, no en el Perú.

¿Qué se puede hacer?
El CPA emitió un comunicado y los medios lo recogieron.

Un comunicado seguramente basta en Finlandia, pero no en el Perú.
Podemos hacer más, empezando por hacer presión saludable ante el Congreso, que tiene la pelota en su cancha para hacer las reformas políticas que se necesitan para evitar que el dinero sucio entre a financiar campañas de partidos políticos. Está el Plan 32 de Transparencia, treinta y dos normas para consolidar el sistema político, que tomó dos años aterrizar e incluye normas para tener un mejor sistema de justicia. No podemos dejar que el “roba pero hace obra” nos gane. Contamos con recursos humanos, poder económico y nos escuchan, pero no lo hacemos.

¿Por qué no lo hacen?
No lo sé. De pronto no sabemos cómo, no se quieren meter en problemas. Dicen: “No sabíamos, no nos imaginamos, hasta compraron un banco para hacer coimas”.

Muchos empresarios dijeron lo mismo con Fujimori y Montesinos.
Pero eso no resiste el menor análisis.

“En el Perú los empresarios tienen temor”, asegura Jorge Medina. “La lucha contra la corrupción no es fácil”, añade. (Foto de Paola Jiménez)

En 2009, con Ricardo Briceño a la cabeza de la Confiep, se comenzó un plan para combatir la corrupción desde el sector privado. ¿Qué pasó?
Ricardo exigió que todos los gremios desarrollaran sus códigos de conducta. No fue fácil, nos tomó un año. Luego vino Humberto Speziani, y trabajamos con Ciudadanos Al Día para ponerles dientes a los códigos: la posibilidad de sancionar o sacar de un gremio a los chicos malos. Pero Humberto se retiró y quienes le sucedieron dejaron el tema allí. Perdimos una gran oportunidad.

¿Se comentaba que Odebrecht era una empresa coimera entre los empresarios?
En el Perú los empresarios tienen temor. Te dicen que por qué hay que hacer algo si todavía no hay pruebas, que no somos jueces ni fiscales. Pero existe el camino de la sanción social, que nadie aplica. En un organismo que reúne empresas alrededor del tema de la Responsabilidad Social, nos costó una discusión de una hora tomar la decisión de sacar una empresa de ese perfil. La lucha contra la corrupción no es fácil, algún costo tendrá que tener, pero lo haces pensando en el largo plazo. Se escuchaba que Odebrecht pagaba coimas, sí. Y, si eres una empresa limpia, de otra madera, no te asocias con ellos ni los invitas a tus cocteles, pues. Hay que ser consecuentes.

El CEO de Graсa y Montero dice que no sabía. ¿Se le puede creer?
No puedo especular sobre si sabía o no. Pero algo te puedo responder: no entiendo. Las grandes empresas poseen lo que llamamos “risk assessment”, que es un sistema de administración de riesgos. ¿Qué falló? ¿No se dieron cuenta de lo que otros sí? Si tienes dudas sobre la conducta y la honorabilidad de una empresa, no te tomas fotos ni te asocias con ellos.

De pronto midieron su riesgo y siguieron adelante.
Mira lo que le pasó a Volkswagen cuando manipularon sus sistemas para que el test de emisión de gases de sus vehículos de motor diesel arrojara resultados falsos. También pensaron algo así, seguramente. Siendo objetivo, puedo decir que no comprendo cómo un sistema serio de administración de riesgos no detectó la posibilidad de que eso ocurra.

La prensa en la mira

Luis Jaime Cisneros lleva más de dos décadas trabajando para France-Presse como corresponsal en Lima. También se ha desempeñado como presidente de la Asociación de Prensa Extranjera en el Perú (APEP). (Foto de Paola Jiménez)

Periodista peruano pero con un análisis neutro gracias a su experiencia de décadas en la Agencia France-Presse, Luis Jaime Cisneros reflexiona sobre las críticas a la prensa a raíz del caso Odebrecht, y pone sobre el tapete nuevos elementos para abrir un saludable debate sobre el periodismo local.

En 2014, cuando aceptan el financiamiento de Odebrecht para los Premios Nacionales de Periodismo, ¿los miembros del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) no escuchaban los rumores que decían que Odebrecht era una empresa coimera? En Brasil ya los investigaban por estos hechos…
Estaba siendo investigada en Brasil, pero no había condenas, nada punible. En el caso peruano no había absolutamente nada que nos hiciese pensar… No es como si viniera un exnarcotraficante, sobre el que pesan claros indicios. Hubo un debate interno… Claro, ahora, visto en retrospectiva, es fácil decir nos equivocamos, pero dos o tres años atrás se barajaron los nombres y vimos que no había que ponernos de costado. Además, Odebrecht financiaba otros concursos a nivel de la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Era parte de su política auspiciar concursos de periodismo.

Por Luis Felipe Gamarra

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