Carta de despedida

Una colección de canciones puede funcionar como un instrumento de catarsis que nos ayude a procesar una tragedia insoportable o nos conduzca por el camino de la redención. Algo parecido es lo que se propuso el cantautor Phil Elverum, quien ha grabado ya ocho discos bajo el nombre de Mount Eerie, con “A Crow Looked at Me”, un disco grabado de manera artesanal, en su propia casa, poco después de la muerte de su esposa, la artista Geneviève Castrée, quien sucumbió al cáncer en julio del año pasado. Es un álbum de una honestidad devastadora, que empieza con unos versos que definen su espíritu: “La muerte es real./ Una persona está ahí y de pronto ya no está”. La muerte es real. Los que seguimos aquí debemos recordarlo siempre. Para eso tenemos discos bellos, tristes y necesarios como el que acaba de regalarnos Mount Eerie.

El poder del theremin

La peruana Veronik, ex integrante de la notable banda de rock Valium, ha alcanzado algo cercano al virtuosismo en la ejecución de un instrumento muy singular, como el theremin, y con “Anómala”, su segundo disco como solista, se ha propuesto desplegar frente a los oídos escépticos todas sus inmensas posibilidades expresivas. Se trata de un disco básicamente instrumental (participan, entre otros, Walo Carrillo, Daniel López Gutiérrez, Estefanía Aliaga y Rafo Ráez), aunque su corte final nos propone, en distintos idiomas, “escapar de la realidad”, algo que, precisamente, es lo que suele inspirar el sonido seductor y cósmico del theremin. Muy recomendable.

La Habana en Dakar

La historia del conjunto senegalés Orchestra Baobab es única, casi tanto como el estilo de música que ha venido perfeccionando desde su creación a inicios de los setenta: una perfecta mixtura entre el temperamento del África Occidental con los ritmos oriundos de la lejana Cuba, que durante décadas dominaron los salones de baile en Dakar. En uno de ellos, precisamente, nació la Orchestra Baobab, pero la reputación de su música recién se globalizó cuando el productor Nick Gold, el mismo de Buena Vista Social Club, reeditó, en 2001, algunos de sus clásicos. Hoy, vuelven a la carga con “Tribute to Ndiouga Dieng” (el título es un homenaje a uno de los vocalistas originales de la orquesta, ya fallecido), su primer disco en casi una década, otra obra maestra del mestizaje musical.