Una nota de prensa proporcionada por UNICEF nos alerta de la situación que aún se vive en las zonas afectadas por El Niño Costero. Si bien los peores desastres han cesado, los días y semanas posteriores son los más duros, y los niños siguen siendo los más perjudicados.  

“Las necesidades son enormes para atender a los más de 370,000 niños, niñas y adolescentes afectados y damnificados, especialmente para los más de 40,000 niñas y niños menores de 2 años quienes son los más vulnerables en una emergencia”, anuncia la entidad.

El Niño Costero

Miles de personas no pueden retornar a sus casas pues han quedado totalmente inhabilitadas. En Piura, una de las regiones más afectadas, existen más de 60,000 casas que se encuentran dañadas. Es en esa región que las familias se han visto obligadas a refugiarse en 48 albergues, enfrentando condiciones de vida bastante complicadas. No cuentan con alimentos adecuados para los menores de 5 años, el acceso al saneamiento es complicado y persiste el aumento de enfermedades como diarrea, neumonía, zika y dengue; y con ello, el riesgo de desnutrición aguda.  

Si bien es de suma importancia la pronta recuperación de servicios e infraestructura, igual de importante es atender la recuperación emocional de los pequeños, como también de los adolescentes damnificados, pues son los que necesitan jugar y recrearse en espacios seguros, y así mismo, recuperar la alegría. 

El Niño Costero

UNICEF promueve que aún en una situación de emergencia, niñas, niños y adolescentes tengan igualdad de oportunidades para ejercer sus derechos. Queremos llamar la atención de la comunidad nacional e internacional para que no olviden que después de la emergencia la población requiere mucho apoyo y ayuda para regresar a su vida normal”, comentó Maria Luisa Fornara, representante de UNICEF en Perú. 

La historia de Iris 

Cerca de Catacaos se encuentra el albergue ‘980’, un lugar donde una treintena de carpas ordenadas con espacios al aire libre están dispuestas sobre un inmenso terral. Allí Iris y su familia llegaron la noche en que el río se desbordó e inundó las casas de todo el pueblo. “Mi casa sigue inundada, está con moscas y zancudos. Va a tomar tiempo que se limpie todo; y es por eso que vamos a quedarnos un buen tiempo acá con nuestros niños”, cuenta Iris. 

No cabe duda de que estamos pasando por una crisis devastadora y la emergencia aún continúa. Es momento de sumar fuerzas para ayudar a los más necesitados, pues tras las lluvias e inundaciones, más de 370,000 niños, niñas y adolescentes están en peligro por las condiciones extremas en las que ahora viven. 

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