Para Luis Alva fue un gran honor participar en el redescubrimiento rossiniano con “El barbero de Sevilla”, “La Cenerentola” y “L’italiana in Algeri”, bajo la dirección del maestro Claudio Abbado. Las florituras que le pedían “eran ciertamente un trabajo de práctica, estudio y dotes naturales”. Confiesa que Teresa Berganza, la mezzosoprano española, fue de gran ayuda para lograr perfeccionar la técnica de las agilidades. “Berganza era una maestra de las coloraturas”, aseguró Luigi, como lo llama la prensa italiana, respondiendo así a las preguntas del compositor y crítico musical Bruno Baudissone, hace apenas un par de meses, cuando este le pidió recordar los hitos de su carrera.

“Serse”, de Haendel, fue producida para el Teatro de La Scala de Milán, en 1962, conducida por Piero Bellugi y con Luis Alva en el papel principal.

Por aquellos días, el Teatro de La Scala de Milán, el principal recinto de ópera del mundo, organizaba un homenaje para celebrar los noventa años de Alva. Él, desde su casa en Barlassina, en Lombardía, respondió a Baudissone con el buen talante que le caracteriza: “¿Qué le podría decir sobre los roles mozartianos que he cantado? Creo que he interpretado todos los principales títulos en italiano y alemán. He cantado en Viena, Berlín y Salzburgo en idioma original, e, incluso, hice una hermosa edición de ‘Don Pasquale’, en alemán, para la televisión. Hice también una bellísima edición de ‘Così fan tutte’, en el Covent Garden de Londres, con el director de orquesta George Solti… Debería escribir un libro”, contestó, quizás con una sonrisa.

 

Con Maria Callas en “El barbero de Sevilla”. Su rol como el Conde de Almaviva fue su carta de presentación durante mucho tiempo.

Si lo hiciera, ese texto narraría la mejor historia del bel canto de la segunda mitad del siglo XX: su debut en Italia, en 1954, en “La Traviata”, en el Teatro Nuovo de Milán, y su ingreso a la Academia de Canto de La Scala, llevado por el maestro Giulio Confalonieri; la inauguración de la Piccola Scala, en 1955, con la ópera “El matrimonio secreto”, de Domenico Cimarosa, que luego dio la vuelta al mundo; y la consagración con “El barbero de Sevilla”, actuando con Maria Callas y Tito Gobbi.

 

En 1972, grabó para la televisión una edición de “Don Pasquale”, de Gaetano Donizetti, en alemán.

El peruano Luis Alva hizo 261 recitales con veintiocho temporadas en La Scala de Milán y fue el segundo tenor del mundo, después de Aureliano Pertile, que apareció en la revista “L’Opera”, del crítico Giancarlo Landini. En 2002 se le otorgó el Caruso de Oro, el reconocimiento más importante en el medio operístico europeo. “De cada espectáculo conservo un maravilloso recuerdo”, asegura hoy el tenor. Y ese recuerdo lo guarda también su público, en uno y otro lado del mundo.

HOMENAJE MERECIDO

“Este ha sido un sueño que hemos tenido siempre y que se materializa hoy”, anunció una emocionada Martha Mifflin, frente a decenas de invitados en el salón del Ministerio de Cultura. Personalidades como el embajador de Italia, Mauro Marsili; el director de la Orquesta Sinfónica Nacional, Fernando Valcárcel; el presidente del Instituto Nacional de Radio y Televisión, Hugo Coya, y Álvaro Llona Bernal, presidente de la Asociación Cultural Radio Filarmonía, escuchaban atentos a las palabras deMifflin. La directora ejecutiva de Radio Filarmonía condujo la ceremonia en que se inauguró la sala de cámara Luis Alva Talledo, en las nuevas instalaciones de la radio. La reunión fue el 10 de abril, el mismo día en que “Lucho”, como cariñosamente se le llama en el Perú, cumplió noventa años. Fue un regalo a la distancia.

Póster con el que La Scala de Milán anunció la ceremonia de homenaje.

“Ha sido un artista exquisito, un cantante dotado de un instrumento vocal de enorme belleza e intuición musical de primer orden”, aseguró al día siguiente de la ceremonia Miguel Molinari, conductor del programa radial “Antología lírica” e incansable promotor de la lírica en el Perú. En su opinión, el camino que le esperaba a Alva en Italia era duro, “pero él se impuso a partir de su enorme talento y cualidades vocales, expresivas, interpretativas y escénicas”, afirma el gestor cultural. “El cantante triunfa, porque tiene la capacidad de seducir al público”, sentencia Molinari. “Y Luis Alva ha sido un gran seductor”.

Celebración íntima por sus noventa años, junto a su esposa Anita Zanetti.

Conquistó Europa y los escenarios más exigentes, pero nunca olvidó el Perú. En mayo de 1980, Luis Alva creó en Lima la Fundación Pro Arte Lírico, que luego, en 1989, se convirtió en Prolírica: su preocupación era la educación y difusión del arte musical en el país. Durante treinta años, gracias a sus gestiones, Prolírica organizó la temporada de ópera de Lima. La institución se despidió en 2008, con un montaje de “Madama Butterfly”, de Giacomo Puccini, en el Teatro Segura, bajo la dirección musical de Marco Titotto y con la dirección artística del propio Alva.

Por Rebeca Vaisman

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