El verdadero escondite y la recreación

La hora final va a contar, entre sus escenarios, con la verdadera casa en la que capturaron a Abimael Guzmán. Llegar ahí, como señala el mismo Eduardo, fue toda una historia. “Cuando la jefa de locaciones comienza a buscar me dice ‘hay una casa para la parte de la captura de Abimael que queda a unas cuadras de la verdadera casa, y estoy ahí, tratando de conseguirla’”, cuenta el cineasta. “El caso es que se me quedó eso de ‘estamos a unas cuadras’. No me lo podía sacar de la cabeza. Entonces le dije que vaya a tocar la puerta a preguntar quiénes viven”. 

En el lugar vivía la misma señora que había alquilado la casa. En ese momento no quería saber nada, estaba cansada del tema. “Y yo ya no podía sacármelo de la cabeza”, repite Eduardo. La encargada entonces le pidió a la dueña que sea ella misma quien le dijera al director que no se iba a poder grabar ahí. Así que él se dirigió hasta la casa para conversar. Entró y vio las famosas escaleras, se sentó y fue ella quién comenzó la conversación. “¿Sabes cuánta gente me ha tocado la puerta estos veinticinco años?”. Él respondió: “no, señora”. “Miles… ¿y sabes a cuánta gente le he abierto?”. “No, señora”. “A ninguno”

La mujer había vivido una auténtica pesadilla. Se demoró cerca de cuatro años para dejar en claro que no tenía ningún vínculo con Sendero Luminoso. Incluso un par de veces tiraron cartuchos de dinamita cerca de su casa porque pensaron que se había tratado de un soplo. Pero finalmente, Eduardo hasta ahora no se explica cómo, la dueña les permitió usar la fachada. Luego la entradita. Después una parte más. “Y fue fuerte”.

-Llegar a hacer una película sobre ese momento debe haber sido bastante trabajoso…
Por lo que había logrado El evangelio estaba yo pensando mucho en qué proyecto me iba a meter. Finalmente cuando decidí entrar a esto, que era algo que tenía en mente desde antes, hubo toda una serie de factores, más allá de toda la investigación que se hizo. Hablé con siete u ocho agentes del GEIN, con historiadores, para armar una ficción en base a eso. Digamos, las pistas que llevan a Abimael son las que son, las instituciones son las que son, el clima político-social es el que es, pero los dos personajes centrales se han nutrido de distintos agentes del GEIN, de historias que me han contado, muchas de ellas que no las han contado de manera pública, que en la confianza que hemos tenido a lo largo de estos dos o tres años, se han ido abriendo a contarme…

-Regresabas a los testimonios para que se generara la confianza…
Sí, me he juntado siete u ocho veces con algunos. De hecho dos de ellos me acompañaron en el rodaje, lo cual fue increíble. En escenas muy importantes estuvieron a mi lado y me decían “yo hice esto”, “yo la cogí de esta manera”, “yo le dije esta frase”. Yo estaba en el monitor con mi asistente, el script y uno de los agentes, y yo paraba e iba donde Pietro y le decía “cógelo de esta manera, así es la frase”.

Eduardo Mendoza conversando con Pietro Sibille durante el rodaje de “La hora final”. En el fondo aparece Fausto Molina.

Cuando llegue la hora

Entre el estreno de Pantaleón y la visitadoras y Asu Mare, dos de los títulos peruanos más taquilleros de la historia, hay casi 14 años de distancia. En ese tiempo, la película nacional que más gente llevó a los cines, fue Mañana te cuento, escrita y dirigida por Eduardo Mendoza, que superó los 300 mil espectadores. Y aunque muy pocos puedan creerlo ahora, aquel proyecto tuvo un presupuesto total de 30 mil dólares. “Lo que cuesta un comercial de Ña Pancha”, ironiza el director.

-Ahora hay que esperar que el éxito del tráiler se reproduzca cuando se estrene la película.
Sí, porque en realidad eso también es un albur. Es cierto que el impacto del tráiler fue fortísimo. Pero eso tampoco significa que ese medio millón de personas va a ir al cine. Lo que en todo caso sí hay ahora es una agencia que está manejando la manera en que la película pueda llegar a más gente. Cuando lanzamos El evangelio, lo lanzamos sin nada. Salió y a raíz del boca a boca y las publicaciones de varios líderes de opinión, la película se mantuvo y sobrevivió en la cartelera. Pero veamos.

-Dentro de todo, el público peruano ve cada vez más películas peruanas…
Se está desarrollando por primera vez el cine de género y hay muchas películas con éxito, sobre todo las comedias, y es verdad que hay una reconciliación del público peruano con su cine, pero también sería importante que el público vea otras propuestas y no quedarnos en un único tipo de cine, que está perfecto y está bien que la gente vaya y se entretenga.

Con “El evangelio de la carne” Eduardo Mendoza ganó el Premio del Público en el 17°, en 2013.

-Pero hay películas que van más allá del entretenimiento.
El cine es uno de los espejos más fuertes que un país tiene. Es un espejo de la sociedad donde nos podemos ver, donde podemos cuestionarnos quiénes somos como individuos, como país. Me parece importante que esto vaya creciendo de la mano con el hecho de que el público también comience a ver otro tipo de cine, con otras historias, contadas desde otros ángulos, otras sensibilidades.

-¿En qué género o estilo ubicarías a La hora final entonces?
En este caso la película es un thriller policial. Hay suspenso y espero que logre enganchar al público. Y a la vez cuenta quizás el hecho más decisivo del Perú contemporáneo.

Fotos: Cortesía de Café Society