Dos aspectos claves subyacen en la consolidación de esta propuesta de playa. Por un lado, la premisa de que la arquitectura de la casa y quienes la habiten se relacionen de manera directa con la naturaleza. Por el otro, que sus áreas sociales constituyan amplios espacios sin divisiones. La esencia de esta casa ubicada en el Club Las Palmas gira en torno a estos conceptos. “Se aprovechó que la casa estuviera frente a un parque”, sostiene el arquitecto Martín Dulanto, artífice del proyecto. “Por ello, se ubicaron los ambientes sociales de tal manera que todos miraran a él. Asimismo, se optó por rotar el primer nivel de la casa, de tal manera que estos ambientes sociales no solo miraran al parque sino que también pudieran llegar a apreciar el malecón y la playa”.

Vista de la terraza de la casa.

El arquitecto apunta que desde la primera reunión con el cliente se acordó que la casa contaría con un sótano. De esta manera se buscó ganar espacio para los ambientes con la idea de que fueran más amplios. Sin embargo, su construcción constituyó uno de los retos más grandes del proyecto. “Lo que sucede es que, en playas como esta, la napa freática está muy cerca del nivel de la superficie (aproximadamente a 1,2 metros de profundidad), lo que hace que la excavación para construir el sótano sea realmente compleja, pues muy rápidamente encuentras agua”, señala Dulanto. “En este punto, la experiencia del constructor fue fundamental”.

Los ambientes sociales son un espacio abierto en el que también se integra la cocina. Al fondo, se encuentra el patio central.

Alrededor del patio

La construcción de este espacio dio pie a uno de los corazones del proyecto. Un patio central estructurado en torno a un árbol pintado de rojo, que, además de generar un interesante contraste de colores, conecta los tres niveles siguiendo su ramificación. “El patio central sirvió para que los ambientes ubicados en el sótano no fueran incómodos, oscuros o poco ventilados”, añade Dulanto. El resultado brindó a la sala familiar y a los dormitorios la amplitud y luz necesarias para sentirse en medio de la naturaleza, incluso bajo tierra. Las jardineras interiores se sumaron a esta premisa añadiendo una adecuada ventilación e iluminación.

Lejos de querer ocultarlo, se acentuó la presencia del baño de visitas como un gran cubo amarillo.

Además de buscar que los dormitorios fueran amplios y cómodos, la idea es que estos siempre miren hacia un rincón donde el usuario pueda encontrar algo de naturaleza. Al proporcionarles vistas agradables, mejoran su calidad espacial”, indica el arquitecto. Si bien los baños en general cuentan con un diseño lineal donde predomina el blanco, Dulanto señala que, lejos de querer ocultarlo, el baño de visitas se resaltó al instalarlo en un cubo amarillo “que es muy fácil de ubicar desde cualquier punto de la casa y que se convierte en uno de los acentos del proyecto”.

En cuanto a los dormitorios, estos son amplios y cómodos.

De la mano del paisajismo de Marisa Larraín y de la iluminación de Solange Ávila, la casa fue tomando forma. Las texturas y materiales, por otro lado, refuerzan las reminiscencias naturales de la integridad del proyecto. Dulanto refuerza la idea de los materiales con una doble intención: “Por un lado, que sean o remitan a elementos naturales, que recuerden al usuario que se encuentra lejos de la ciudad, en un lugar donde puede relajarse y descansar”. En este caso, brilla el uso de concreto intencionalmente expuesto y la utilización de piedra y madera. “Por otro lado, buscamos que los materiales fueran muy prácticos y fáciles de limpiar y mantener, por la practicidad que una casa de playa requiere”. El porcelanato, qué duda cabe, era el elegido para esta función. 

Un árbol rojo se ramifica a través de los tres niveles que se inician en el patio central del sótano.

Por Stefano de Marzo/ Fotos: Juan Solano

Publicado originalmente en CASAS 206