Hoy comienza el Alta Gama Winfest 2016, el evento nacional más importante en lo que se refiere a la industria de los vinos. Un par de días antes conversamos con uno de sus invitados estrella: el argentino Jorge Riccitelli, el mejor enólogo de Sudamérica. Y este no es un título gratuito, pues hablar de él es hablar del primer sudamericano en ser elegido como el mejor enólogo del mundo  por la prestigiosa revista Wine Enthusiast. Hablar de él también es hablar del enólogo principal de la Bodega Norton de Argentina y del creador de reconocidos vinos como el Norton Malbec D.O.C., el premiado internacionalmente Norton Reserva Malbec, el exitoso Norton Cosecha Tardía Dulce Natural y los Espumantes Norton Cosecha Especial, entre otros. Y nos bastó intercambiar sólo un par de palabras con él para darnos cuenta que, lejos de la imagen que uno espera de alguien con una impresionante lista de logros y reconocimientos, hablar de Jorge es también hablar de una persona risueña que desborda humildad y que tiene clara cuál es su relación con el mundo de la enología: “el vino es como un amigo”.

¿Cuál es el camino para ser reconocido como el mejor enólogo sudamericano?
Muy sencillo: la calidad, la honestidad y el esfuerzo. Son los caminos más lentos, pero los más seguros.

¿Qué se siente tener ese reconocimiento?
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Primero, un gran orgullo después de haber abierto unas puertas y ventanas importantes para la industria argentina. Porque a través de ese premio que yo recibí pudimos hacer notar no sólo la parte de la industria, las bodegas y el malbec, sino que empezamos a hablar de la gente que hace el vino, de la gente que está atrás de una botella de vino. A mí me tocó ser el representante de Argentina y con mucho orgullo lo llevo adelante.

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¿En qué momento de tu vida tuviste claro que era esto a lo que te querías dedicar?
Mi historia es muy cortita en cuanto a movimiento de bodega, porque he trabajado sólo en tres. Nací prácticamente en una bodega, en la Gargantini, que es una bodega centenaria en Mendoza. Después tuve un paso por el norte argentino en la bodega Etchart. Y después mi carrera la desarrollé prácticamente en Norton. Hace 23 años empecé a trabajar ahí y ahí estoy peleando y aprendiendo todos los días.

¿Cómo es la búsqueda del vino perfecto?
Yo no sé si buscamos el vino perfecto, yo creo que buscamos el vino que le guste a la gente, que es algo más lleno, más importante.

¿Y de dónde se parte para llegar a eso?
Del único lugar posible: del viñedo. Vos podés jugar todo lo posible pero siempre tratando de que la esencia sea la uva que sale del viñedo.

¿Cómo aprendiste todo lo que tú ahora sabes y conoces?
Tuve la suerte de trabajar en empresas que se preocupaban por su gente, lo que me permitió viajar por el mundo, conocer nuevas enologías, conocer gente diferente, gente que me enseñó muchísimo, tuve muchos contactos. Hice elaboraciones en Europa, en Estados Unidos. O sea que prácticamente había años en los que hacía dos elaboraciones, una en Argentina y la otra en Europa o en Estados Unidos.

¿Son muy diferente las situaciones de los vinos y la enología en Europa y en Sudamérica?
Sí, y por suerte es diferente. Creo que cada uno tiene una posibilidad de desarrollar de cada terral un vino diferente. Por suerte nos tocó en Argentina desarrollar el malbec.

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¿Por qué crees que hay mucha gente que se abstiene de tomar con el pretexto de que no sabe de vinos?
La gente no le tiene que tener miedo al vino. Por eso no tenemos que hacer vinos sofisticados o vinos perfectos, como decíamos antes.
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Hay que hacer vinos para la gente, para que tomen al vino como un amigo. El vino es para compartir, para el placer, o sea que la gente no le puede tener miedo.

¿Tú con qué vino te iniciaste?
En mi familia siempre se tomó vino. Y se tomaba vino con soda o con hielo. Primero poquito y luego ya íbamos avanzando. Y como yo siempre estuve relacionado con la industria, a lo mejor el primer vino que tomé fue el que tomaban en mi casa, que era el Gargantini.

Entonces no eres de las personas que piensan que es una aberración combinar el vino con soda o hielo…
No, no. Yo tengo un dicho: el vino hay que tomarlo. No hay que tenerle el miedo. Hay que tomarlo, con cuidado y responsabilidad, pero hay que tomarlo como a uno le guste. Si lo querés tomar con soda o con hielo, es tu gusto. Lo importante es que tomés vino.

Hay gente que es mucho más purista con eso…
Pero depende de la ocasión. Si vos tenés que trabajar y al mediodía te tomás un poco de vino con soda nadie te va a decir nada. En la noche te tomarás un buen vino con una copa elegante. Pero no hay que ponerle reglas preestablecidas al vino.

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¿Cuál es la importancia del Alta Gama Winefest para la industria del vino?
He venido ya cuatro veces y me gusta mucho, es una buena vidriera.
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Prácticamente están todos los vinos argentinos presentes y me encanta la feria. Aparte nos encontramos con los colegas.

¿Y cómo ves la situación de los vinos en Perú?
Me gustan, están bien hechos. Cada vez se perfeccionan más y nos obligan a nosotros a crecer. Porque venimos a vender por calidad y la media se pone cada vez más alta. Y eso es importante, no hay que tenerle miedo a la competencia.

Si tuvieras que elegir un vino que tenga un maridaje con el Perú y su comida y el clima, ¿qué vino elegirías?
Pensaría y diría a gritos “Malbec”. Sin dudas. Se pega muy bien con las comidas que he probado acá. Aún con los pescados, las pastas y el lomo saltado. Como el malbec es suave, no es agresivo, tiene dulzura y es fácil de tomar. Acompaña bien a todas las comidas.

Fotos de Jimena Gallarday