Mírelo bien. Si pone un poco de imaginación, verá los pliegues de un vestido blanco en la fachada de la nueva boutique de Dior en Corea del sur. Ese fue el tributo que los arquitectos Christian de Portzamparc y Peter Marino hicieron con estos inmensos muros de fibra de vidrio de veinte metros de altura en pleno Gangnam District.

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En realidad, pueden ser dos vestidos. Uno es el Cyclone. El otro es el Cocotte. Ambas piezas fueron diseñadas por Christian Dior en 1948, y se convirtieron en íconos de elegancia y alta costura a nivel mundial. Desde junio de este año, las curvas y la fluidez de sus finas telas fueron plasmadas, a modo de homenaje, en la nueva boutique de Dior en Corea del Sur. Es la más grande que tiene la marca francesa en el continente asiático, que durante los últimos años ha destinado numerosos emprendimientos para formar parte del circuito de la moda internacional. Allí están Shanghái, Tokio y, por supuesto, Seúl. Sin embargo, la historia de la arquitectura de este edificio empezó hace cuatro años, a casi nueve mil kilómetros de la capital surcoreana, en la oficina de Christian de Portzamparc en París. El arquitecto francés, ganador del Pritzker y autor de emblemáticas construcciones como la Filarmónica de Luxemburgo y la Ciudad de la Música, en París, ideaba el encargo de Dior entre los papeles de su estudio. Concebir las formas del vestido para la fachada requirió de un gran esfuerzo logístico para trasladar las piezas, que fueron creadas en dos continentes. “Pensé en el movimiento de las telas, en los efectos de tejer, y he creado una fachada que explora estos elementos. Esta suavidad blanca es como la tela del modisto cuando está trabajando. Tiene un sentido del movimiento que juega con la luz. Esta flexibilidad escultórica fue mi punto de partida”, dijo De Portzamparc a un medio europeo. El material fue compuesto con resina, yeso y lienzo, similar al casco de una embarcación. Si algunos veían las formas del vestido, otros veían los doce pétalos de una flor (un recurrente leitmotiv en los diseños de algunas prendas de Dior).

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Para el interiorismo, Dior convocó a Peter Marino, el iconoclasta arquitecto y diseñador de interiores que viste de cuero negro. Su propuesta mezcla distintos materiales, desde madera y metal hasta cuero y tejido. Ante el aparente eclecticismo, la coherencia queda reafirmada en la inmensa escalera en espiral, de acero y cristal, que une las seis plantas de la tienda.

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Hay espacios para las piezas prêt-à-porter, para una sección de zapatos, perfumes, relojes y joyas, para exhibiciones privadas y para la colección Dior Homme. Además, cuenta con un área reservada para exposiciones que funciona como una galería de arte itinerante. Para la inauguración, por ejemplo, se montó una serie donde tres artistas surcoreanos reinterpretaron el bolso Lady Dior. Y, en el nivel superior, que utiliza parte de la terraza, funciona un sofisticado café a cargo de Pierre Hermé, reconocido cocinero que ganó la distinción de Mejor Chef Pastelero en Francia.

Texto: Manolo Bonilla     Fotografías: Kyungsub Shin para Dior