La vida de Emma Stone no ha sido del todo fácil. Desde los 15, cuando se trasladó de Arizona a Hollywood con su madre, tuvo que tocar muchas puertas para llegar adonde está ahora. Justamente, La La Land, la más reciente película que protagoniza, cuenta una historia muy parecida a la de Emma: una joven aspirante a actriz llega a la meca del cine en busca de fama y reconocimiento, y en el camino se enamora de un pianista de jazz (Ryan Gosling). Ambos logran triunfar, pero a costa de su relación.

Al finalizar la proyección de La La Land, durante el Festival de Cine de Venecia, los asistentes ovacionaron de pie la cinta, mientras que, en el palco del segundo piso, Emma Stone lloraba de emoción. A su lado, Damien Chazelle, director de la película, la consolaba, y Ryan Gosling, su coprotagonista, aplaudía y sonreía. Era obvio que La La Land ya se había convertido en la favorita. Y Emma también. No sorprendió, entonces, que resultara elegida como la mejor actriz del festival.

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¿Siempre te gustaron los musicales?
Me encantan desde que era muy pequeña, sobre todo los de Broadway. Mi mamá era fanática de Los Miserables, tocaba todo el tiempo la música en nuestra casa y me explicaba de qué se trataba. Entendí que era una especie de ópera, donde todo es cantado. En esa época, me di cuenta de que algunas personas pueden expresar sus emociones cantando, lo que comprobé personalmente a los 8 años, cuando fui a ver Los Miserables con mi mamá. Y ahora, justo antes de filmar La La Land, me presenté con Cabaret en Broadway, encarnando a Sally Bowles. Eso también me ayudó a entender cómo se deben interpretar las frases cantadas. Aunque, por supuesto, el escenario, es bastante distinto al del cine.

¿Cantaron las partes musicales mientras filmaban o la música fue grabada después?
No, lo hicimos todo durante el rodaje en una sola toma, a excepción de la escena en Griffith Park, porque también incluía baile.

Esta no es la primera vez que trabajas con Ryan Gosling. ¿Hay entre ustedes un lenguaje especial?
Nos conocemos bien, es la tercera vez que trabajamos juntos, así que fue mucho más fácil que desarrollar comunicación con un actor nuevo. En el caso de Ryan, ya existía camaradería entre nosotros. Pero el tipo de película fue algo totalmente nuevo para ambos, porque ninguno de los dos había hecho antes un musical para el cine.

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LOS ÁNGELES, CIUDAD MÁGICA

¿Fue fácil ser actriz desde tan temprana edad?
Más bien difícil. Sufrí de mucha ansiedad cuando era niña y estuve en terapia desde los ocho hasta los diez años. Era prácticamente agorafóbica y, además, no podía dejar a mi mamá. Antes tenía mucho miedo y era ansiosa, pero al mismo tiempo me encantaba actuar. Por suerte, ya no experimento ataques de pánico.

¿Cómo fue tu adolescencia?
En esa época, era muy parecida a como soy ahora. Como siempre me he considerado una persona con un gran sentido de la responsabilidad, no quería decepcionar a nadie, mucho menos a mis padres, porque partí de casa muy joven. Tenía apenas 15 años cuando los convencí de que me permitieran mudarme a Los Ángeles. Ellos me dijeron: “Si no resultan tus planes, regresas inmediatamente”. Por eso, debí actuar con extrema responsabilidad, intentando no tomar decisiones estúpidas. Aunque, cuando cumplí 17, viví mi etapa tonta, mi época salvaje, que consistía en ir a lugares para mayores de 21, bailar y beber Red Bull toda la noche porque no tomo alcohol (risas).

¿Te fuiste sola a Los Ángeles?
No, me acompañó mi mamá. Firmé contrato con una agencia que me mandaba a todas las audiciones en que necesitaran rubias (ya que en ese tiempo era rubia natural) para papeles de porrista y para personajes de Disney, pero no pasaba nada, solo silencio. Tenía 15 años, me educaba en casa con profesores particulares y vivía con mi mamá en un departamento en Park La Brea. Recuerdo mi primera audición, que fue para una comedia televisiva. El director de casting me dijo que yo estaba gritando, que era exagerada… Todo fue muy difícil al principio. Si tienes suerte, te llaman a más castings, pero, en mi caso, transcurrieron tres meses y nada. Terminé trabajando en una panadería para perros en el Farmer’s Market de Los Ángeles, en donde les vendía bocaditos a esas señoras que les compraban cosas carísimas a sus perros. Ahora me doy cuenta de que ese rechazo puede ser brutal y que las personas ni te miran. Pero, al final, me mandaron a una audición para un reality de competencia que lo cambió todo. Después de eso, me contrataron para hacer varios papeles de reparto en series.

Pagaste un precio…
Sí, pero gracias a esas experiencias es que fui capaz de identificarme con la lucha de Mia, mi personaje en La La Land. Viví con mi mamá por un tiempo más y después ella regresó a Arizona. Entonces, tuve roommates durante años; ellas, hasta el día de hoy, son mis mejores amigas.

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¿Qué significa para ti el título La La Land? ¿Crees que Los Ángeles es una ciudad romántica?
Es una manera muy musical en la que todos nos referimos a Los Ángeles. Fue hermoso ver esta película a través de los ojos de Damien (Chazelle, el director). Admiro la manera en que logró que las locaciones reales se vean impresionantes, nostálgicas y hermosas. Por ejemplo, filmar en el planetario fue muy romántico; pero, personalmente, nunca me pareció que Los Ángeles fuera un lugar particularmente romántico.

¿Qué te gusta y qué te disgusta de esta ciudad?
Los Ángeles es como mi hogar, porque muchas personas que amo viven aquí. A medida que pasan los años, siento que no es el lugar lo que importa, sino la gente. Cuando me mudé de Los Ángeles a Nueva York, a los 20 años, pensé que jamás volvería. Pero he pasado el último año y medio aquí, trabajando y estando junto a mis amigos, así que me siento en casa. En cuanto a lo que me disgusta, aunque no lo creas, no es el tráfico, porque en realidad me encanta manejar. Me fascina estar sola en mi auto escuchando música, aislada de todos (risas). La paso mucho mejor ahí que en un restaurante o en cualquier otro lugar público, porque, cuando estoy en estos sitios, todas las miradas se enfocan en mí. Pero, por suerte, no me ocurre en otras ciudades como Nueva York, donde continúo viviendo.

COMO EN EL CINE

El público ovacionó de pie La La Land. ¿Cómo te sentiste?
Lloré (risas). El corazón se me salía del pecho. Aún no había visto la película junto al público y creí que iba a vomitar. Traté de no llorar, pero se me salían las lágrimas. Y entonces Damien se me acercó y puso su mano sobre la mía… ¡Su palma estaba totalmente mojada! (risas). Estaba transpirando a fondo, y yo, llorando. Todo fue muy surreal, un momento alucinante para ambos.

Al parecer, siempre has logrado lo que te propones. ¿Qué deseas ahora de tu vida?
Expansión. Quiero aprender mucho más. Me gustaría tomar distintos cursos, porque no fui a la universidad. Y este año me di cuenta de que casi todos mis amigos son universitarios y tienen trabajos estables. Yo no tengo ninguna de esas cosas (risas). Me gustaría aprender idiomas y materias que no estudié.

¿Y en cuanto a tu vida personal?
Deseo ser feliz y tener estabilidad. Realmente anhelo encontrar un equilibrio entre mi vida personal y profesional, y que no me ocurra lo que le pasa a Mia en La La Land.

En la película, la pareja sacrifica su amor por cumplir cada cual su sueño profesional. ¿Sientes que has pagado un precio alto para llegar adonde estás?
Para muchas personas, el amor por lo que hacen es tan enorme, un foco tan singular, que puede obsesionarlos. Lograr un equilibrio entre lo que a uno le gusta hacer y la vida personal es complicado, pero creo que La La Land es una historia individual que muestra que es posible tener un gran amor y, además, materializar los sueños profesionales.

¿Qué sientes que sacrificaste tú?
Hace algunos años pasé por una época difícil por el hecho de que todos mis amigos se estaban graduando de la universidad, mientras que yo ni siquiera había terminado el colegio y me la pasaba entre las audiciones y el trabajo, que es lo que siempre quise; pero, al mismo tiempo, sentía que no estaba compartiendo la experiencia de ellos. Ese año reflexioné acerca de lo que pudo haber sido, pero al final concluí que nunca podría haber estado donde me encuentro si no hubiera seguido este camino. Ahora me siento muy agradecida y me doy cuenta de la suerte que tuve.

¿Has logrado el equilibrio entre tu trabajo y el amor?
Aún estoy aprendiendo a hacerlo. Lo converso con mi terapeuta semanalmente (risas).

CHICA TOP

¿De dónde te viene tu voz ronca tan característica?
Cuando era chica tuve que ir al fonoaudiólogo, porque tengo nódulos en las cuerdas vocales. Resulta que de bebé tenía muchos cólicos, y me salieron nódulos de tanto llorar. Ahora que soy adulta, trato de hablar en tono bajo y de controlar mi respiración. Me encantaría poder cantar, pero como a menudo pierdo mi voz, ha sido difícil. Lo positivo es que a muchas personas les encanta el tono de mi voz, les parece sexy (risas).

Eres el rostro de una marca de cosméticos. ¿Te consideras bella?
No puedo darle gusto a todos, solo a mí. Si tratara de que toda la gente me considerara bonita, perdería la batalla, porque la belleza es algo subjetivo. Yo quiero ser una inspiración para las jóvenes, quiero mostrarles que no deben verse como modelos para ser hermosas. Mi trabajo no es ser bella, mi trabajo es ser actriz y ser lo más humana posible.

Por Yenny Nun

Publicado originalmente en COSAS 607.