Hace unas semanas, Tatiana von Fürstenberg, hija de Diane von Fürstenberg y su primer marido, el fallecido príncipe Egon von Fürstenberg, inauguraron una nueva exhibición en el Abrons Arts Center de Nueva York, con obras creadas por artistas de la comunidad LGBTI en prisión, una muestra que la tuvo como curadora y que le exigió más de cuatro años de trabajo. Este no es necesariamente el rumbo que cualquiera habría esperado para la heredera de una de las mujeres más glamorosas y elegantes del mundo, un ícono de la moda que, además, es la presidenta del Council of Fashion Designers of America. Pero, desde un principio, quedó claro que Diane no esperaba que su hija siguiera sus pasos, sino que creara su propio rumbo, como lo hizo ella.

La profunda amistad de Tatiana, de 45 años, y Carolina Herrera de Báez, de 47 años, hija de ese monumento al chic que es Carolina Herrera, no debería ser entonces una gran sorpresa. Las dos crecieron en universos increíblemente privilegiados que, sin embargo, no se convirtieron en doradas cárceles, sino en un trampolín para que ambas crearan sus propias vidas. En 1997, “The New York Times” las mencionó en un artículo titulado, para bien o para mal, “Ladies who lunch”, presentándolas como ejemplos de un nuevo tipo de mariposa social que, según el periódico, venía a reemplazar a las supermodelos de los ochenta como ejemplos de elegancia y glamour. Para entonces, ambas tenían ideas que iban mucho más allá de elegir un vestido adecuado para la siguiente gala.

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Madre e hija. Carolina Herrera y Carolina Herrera de Báez en la gala Icons Of Style 2012.

Después de asistir a varios internados europeos durante su adolescencia, Tatiana estudió Cultura Moderna y Medios en la prestigiosa Brown University. Carolina, por su parte, sentía una profunda pasión por la ciencia; en 1988, comenzó a trabajar en la investigación del VIH en la Rockefeller University. Ambas estaban interesadas en el cine, y esa fue, sin duda, otra de las razones de su amistad.

En los noventa, justo en los años en que comenzó a trabajar en la empresa de su madre –donde ahora está a cargo del desarrollo de fragancias y proyectos especiales–, Carolina tomó una decisión que cambiaría su vida. Su amiga Victoria Clay quería hacer un documental sobre su padre, quien a los 38 años, en un sorpresivo vuelco, se había convertido en torero, y Carolina aceptó producirlo. Así comenzaron sus frecuentes viajes a España y así fue también como conoció a Miguel Báez, ‘El Litri’, el famoso matador que ahora es su marido y padre de sus tres hijos. La pareja se casó en junio de 2004.

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Carolina Herrera de Báez y su hija menor, Atalanta.

A pesar de su obvia visibilidad y fama, y de que es casi imposible que asistan a un evento juntos sin el acoso de los fotógrafos, los Báez Herrera llevan a todas vistas una vida extraordinariamente normal. “Carolina me parece una mujer apasionante en todo lo que lleva a cabo”, explicó hace un tiempo el torero en una entrevista. “No hace nada a medias tintas y en ella no hay nada ficticio: su clase y su elegancia no se compran ni se venden. Las lleva dentro”.

A fines de los noventa, Carolina y Tatiana vivieron juntas durante un tiempo en Los Ángeles, donde la segunda abrió su tienda “Steinberg & Sons” junto a su marido, el actor y guionista Russell Steinberg, con quien tiene una hija, una precoz actriz emergente de 17 años llamada Antonia Steinberg. Pero los intereses de Tatiana no se limitan a promover el trabajo de diseñadores independientes o, como ahora, el de artistas autodidactas en prisión. “Tatiana es la mujer más renacentista que conozco”, señaló hace un tiempo su mejor amiga y socia Francesca Gregorini, hija de la ex chica Bond Barbara Bach, e hijastra del ex-Beatle Ringo Starr. Tatiana y Francesca –acompañadas, por supuesto, de su amiga Carolina Herrera de Báez–, presentaron en 2009 su película “Tanner Hall” en el Festival de Cine de Toronto. La película, coescrita y codirigida por Tatiana, es en cierto modo una velada autobiografía. Cuenta la historia de tres jóvenes mujeres en un exclusivo internado de Nueva Inglaterra, con su elegante universo pintado en un tono casi “folk”. “Tatiana es poética”, ha dicho su madre, Diane. “Pero también es una mujer muy fuerte. Como bromeamos siempre en nuestra familia, de todos nosotros, ella es la pragmática”.

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Tatiana y Diane von Furstenberg, junto a André Leon Talley, ex editor de “Vogue”, en la Mercedes-Benz Fashion Week 2010, en Nueva York.

Aquejada de una enfermedad muscular que la cansa rápidamente y que en ocasiones la hace requerir hasta de una silla de ruedas, los proyectos de Tatiana en ocasiones toman tiempo, pero, quizás por lo mismo, están siempre llenos de pasión. En una entrevista reciente para “The New York Times”, hablando sobre su nueva exhibición, explicó el origen de su compromiso: “Todo se ha dado para que se me facilite crear un espacio para aquellas voces que, de otro modo, estarían olvidadas”. Ahora, esas voces están en los muros de una galería en Nueva York.