Hartazgo, sorpresa, indignación… son algunas de las palabras que mejor resumen el sentimiento de la mayoría de los españoles tras conocerse la sentencia del caso Nóos. El 23 de febrero, la Audiencia Provincial de Palma dio por concluido el caso más mediático de los últimos años en España con una sentencia de culpabilidad mínima, en la que once de los dieciocho acusados fueron absueltos. La sentencia considera que Iñaki Urdangarin, cuñado del rey Felipe VI por su matrimonio con la infanta Cristina, utilizó su “privilegiado posicionamiento” (cerca de la Corona) para ejercer “presión moral” con el fin de conseguir contratos públicos de parte de la Administración.

Según la sentencia, Urdangarin ejerció “presión moral suficiente como para mover la voluntad de la autoridad y de los funcionarios públicos”.

Se le condenó por prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencias y dos delitos fiscales. Además, deberá pagar una multa de 512 mil euros. A su ex socio Diego Torres se le impuso, por su parte, una pena de ocho años y seis meses de prisión. Los castigos no fueron más altos porque los delitos de corrupción (los que tienen las penas más altas de cárcel) no fueron considerados.

La sentencia especifica que Urdangarin llevó a cabo una “presión moral suficiente como para mover la voluntad de la autoridad y los funcionarios públicos”. Gracias a esta estrategia, consiguió que los cargos públicos omitieran los trámites establecidos por la ley y adoptaran decisiones para beneficiar a Nóos, a menudo adjudicándoles contratos “a dedo”. Según la sentencia, los funcionarios públicos aceptaban los términos del otrora duque de Palma sin protestar, “coadyuvando de forma determinante al dictado de una resolución injusta y arbitraria en tanto que fue adoptada al margen de la legalidad”.

La infanta, contra todo pronóstico, terminó siendo absuelta.

Por todo ello, el tribunal presidido por la magistrada Samantha Romero decidió condenar a Urdangarin a seis años y tres meses de cárcel (en lugar de los diecinueve años y seis meses que pedía el fiscal). Por el contrario, el tribunal absolvió a la infanta Cristina, para quien el sindicato Manos Limpias –una organización también bajo sospecha, sobre la que hay indicios de práctica de coacciones y chantajes– que ejercía la acusación popular, pedía ocho años de cárcel.
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El tribunal, que dedica solo tres párrafos de la sentencia a la hermana del rey, considera que “no ha resultado acreditada su participación”. Sobre esto, José Castro, el controvertido juez instructor del caso, declaró recientemente que, en su opinión, el tribunal ha sentenciado que la infanta “era una mujer florero que no se enteraba de nada”, algo con lo que él no está en absoluto de acuerdo. Recuerda las evasivas de la infanta en el interrogatorio y afirma que “así es muy difícil convencer a nadie”.

La sentencia generó gran indignación en los medios y las redes sociales. Las protestas en las calles no se hicieron esperar.
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Tras dictarse sentencia, el fiscal Pedro Horrach solicitó prisión inmediata contra Urdangarin y Torres al considerar que existía riesgo de fuga, pero ello fue desestimado por los jueces en vista del arraigo social de ambos acusados y de su disposición ante el tribunal durante el largo periodo de instrucción y posterior vista oral. Cabe recordar, en todo caso, que la resolución no será firme hasta que se pronuncie el Tribunal Supremo, al que es muy probable que Urdangarin recurra para pedir su exoneración. Así las cosas, el proceso aún puede demorar un año, o más, si el resto de los acusados pide también revisión de sentencia.

El ex duque de Palma deberá presentarse ante la autoridad judicial el primer día de cada mes en su lugar de residencia.

LAS CLAVES DEL CASO

El llamado caso Nóos ha mantenido en vilo a la sociedad española. Todo comenzó en 2006, cuando el juez instructor José Castro y el fiscal Pedro Horrach encontraron, al investigar el caso Palma Arena (un episodio de financiación irregular y aparente malversación de caudales públicos en las Islas Baleares), indicios de adjudicación irregular de dos fondos en Baleares. Por ello, el 8 de noviembre de aquel año se registraron las oficinas del Instituto Nóos, una organización de fachada altruista controlada por Iñaki Urdangarin y su socio, Diego Torres, antiguo profesor de aquel en la escuela de negocios ESADE.
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Por José María López de Letona, desde Madrid

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