La adolescencia no necesariamente se lleva bien con la disciplina.
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El ballet es un oficio duro, que requiere de mucho trabajo, además de fuerza física y mental. Arianna Crosato tiene catorce años y ha dedicado once al ballet. Su madre, Suzanne Neumann, es la directora de la Escuela Profesional de Ballet Danzaira y, por supuesto, es la gran maestra de su hija, que empieza a pertenecer a la élite de una de las actividades artísticas más exigentes. “No voy a fiestas, no como comida chatarra y tengo que dormir temprano”, señala Arianna.

A pesar de su corta edad, ya ha participado en competencias importantes a nivel internacional como “Danza América” en Argentina, “Paso de Arte” en Brasil y otras tantas en Berlín. Este año es el tercero consecutivo en el que participa en el Youth America Grand Prix (YAGP) de Nueva York, la competencia más importante a nivel mundial en categorías juveniles. A diferencia de la mayoría de disciplinas, en este caso, la meta no necesariamente es ganar la competencia para escalar en un ranking, ganar dinero o levantar un trofeo.
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Los premios, en realidad, tienen la forma de becas en grandes escuelas de ballet de todo el mundo.
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Con catorce años, Arianna es la más joven de su familia que se dedica al ballet, pues su madre y su hermana mayor también son bailarinas.

UNA VITRINA PARA EL MUNDO

Gracias a su participación en distintas competencias y, sobre todo, en el Grand Prix, Arianna ya ha conseguido que la bequen en escuelas realmente importantes a nivel mundial, como las de ballet de Berlín, Mónaco y Houston. Ella sostiene que no ve el Grand Prix como una competencia, sino como una oportunidad para seguir creciendo y para conocer las escuelas más prestigiosas.

“Cuando estás en el Youth America Grand Prix, todas las chicas son muy buenas, así que solo tienes que divertirte y hacer lo mejor que puedas”, comenta la bailarina.

“Las bailarinas tienen que estar delgadas, porque el escenario engorda y las fotos también”, dice Arianna.

En febrero de este año, junto a otras cuatro estudiantes peruanas de Danzaira, Arianna participó en la semifinal del YAGP de Canadá, y fue seleccionada como la única representante peruana en la gran final en Nueva York, donde se juega la posibilidad de ganar más becas para seguir perfeccionando su baile.

El Grand Prix es, entonces, una vitrina, un trampolín para dar el gran salto y profesionalizarse, ya que le brinda la posibilidad de codearse con grandes talentos entre los 1200 bailarines más prometedores del mundo.

BALLET GLOBALIZADO

El Youth America Grand Prix es la red mundial más grande del mundo de la danza. Su misión es la de educar a los estudiantes de la disciplina a través de audiciones para becas, clases magistrales, servicios de antiguos alumnos y actividades educativas en general.

La idea es apoyar y desarrollar bailarines de talla mundial, de edades comprendidas entre los nueve y los diecinueve años, de todas las procedencias económicas, étnicas y geográficas, proporcionando audiciones para becas, oportunidades para educación y sirviendo como una red global de danza, conectando a estudiantes, maestros, escuelas, compañías de danza, bailarines y audiencias.

En nuestro país, Arianna Crosato ha participado en “Danzando en Lima”.

Lo interesante es que el YAGP llega anualmente a más de siete mil estudiantes mediante la celebración de talleres, audiciones y clases magistrales en varias ciudades de Estados Unidos y en seis países: Japón, México, Francia, Brasil, Canadá y Australia.

Para destacar en este inmenso circuito, Arianna ensaya cinco horas al día con su madre. “Cuando llegamos a la casa, preferimos no hablar de ballet, porque le dedicamos muchas horas al día”, dice Crosato. Para la presentación final en Nueva York prepararon una pieza clásica y otra contemporánea. “Me encanta participar en Nueva York, porque hay entre doce y catorce jueces que observan todo”, por lo que “estar allí ya me hace una ganadora”.

El sueño de Arianna, como el de toda danzante joven, “es bailar en el American Ballet y formar parte de una compañía internacional”, afirma. “También me gustaría bailar en Montecarlo y Australia, y, sobre todo, quiero llegar a ser la primera bailarina en una prestigiosa compañía”. Está claro que el camino ha empezado de la mejor manera, puesto que en junio estará en el American Ballet por cinco semanas. Toda la suerte del mundo para ella.

Por Dan Lerner
Fotos de Teresa Sifuentes

Publicado originalmente en Cosas 616