Según “The New York Times”, Richard Gere “nunca ha estado mejor” que en Norman, su película más reciente, en la que interpreta a un judío intermediario entre los ricos y poderosos de Manhattan. Nos reunimos con él en Los Ángeles para hablar de su película, su noviazgo con la española Alejandra Silva y las lecciones que le ha dejado el paso de los años.

Esta cinta es muy interesante y conmovedora. ¿Por qué te interesó interpretar al personaje de Norman Oppenheimer?

Como sabes, soy muy cuidadoso al elegir las cosas que hago. Joseph (Cedar, director y guionista de la película) es probablemente el más respetado y exitoso director de Israel. Nos conocimos, tuvimos una larga discusión sobre política, y le dije que si alguna vez tenía algún proyecto que lidiara con el Medio Oriente, estaría interesado en conversar al respecto. Una semana o diez días después, me envió el guion. Lo leí y sentí que no tenía ningún sentido que me ofreciera un papel como este. Si yo fuera el director o productor de esta película, ciertamente no me habría puesto como protagonista. Pero él me explicó que quería un casting que no fuera obvio. Podría haber contratado a muchos actores judíos de Nueva York, que seguro habrían hecho un fantástico trabajo, pero estaba buscando algo diferente. Este es un personaje que no tiene historia pasada y, como actor, siempre estoy interesado en la historia pasada de mi personaje. ¿Cómo vive?… ¿Es gay o straight?… Había muy poca información sobre este hombre. Pero mientras más me preguntaba, más me daba cuenta de que estas preguntas eran irrelevantes para un personaje como este. Cree tanto en las medias verdades o falsedades que inventa, que tiene fe en ellas desde que comienza a crearlas. Lo más importante que encontré en este personaje es su habilidad para lidiar con cualquier circunstancia que enfrenta. Siente muy poca rabia. Se frustra, pero sus frustraciones no se convierten en una ira debilitante. No tiene sentido de venganza. Toma las humillaciones que vive, las reagrupa y las usa para seguir adelante. Es algo que encuentro fascinante en él.

“Mi carrera es un círculo que no termina nunca; por eso, me sorprende estar todavía aquí”, señala el actor.

¿Por qué eliges un proyecto como este en vez de roles más “flashy” que, seguramente, te deben ofrecer?

Esta es una película y un personaje únicos. Nunca he visto a un tipo como este, y probablemente nunca lo veré nuevamente. Tú me conoces desde hace mucho tiempo; nunca he hecho una película de cien millones de dólares, ni siquiera antes. Todas eran de seis o siete millones; todas bajo los diez millones. Mi proceso para elegir mis proyectos no ha cambiado, debe ser algo que me toque, que me emocione. No creo haber tomado nunca un trabajo por dinero o pensando en que me iba a dejar bien con el estudio. Nunca he tenido un plan de juego en ese sentido. No necesito trabajar, me gusta hacerlo.

¿Siempre supiste que serías un gran actor?

No estoy seguro, pero sí sé que hubo dos momentos importantes en mi carrera. El primero fue mientras estudiaba en la Universidad de Massachusetts y fui aceptado para hacer una temporada de verano en el teatro Eugene O’Neill, en Provincetown, un teatro muy famoso. Fue uno de esos momentos en que sabes que tu vida está cambiando de curso. El segundo fue cuando me estaba quedando en el Chateau Marmont y recibí un llamado de Terrence Malick para invitarme a participar en “Days of Heaven”, mi primera película importante. Sentí que mi destino me estaba llevando al cine. Pero no supe que, a los sesenta y siete años, todavía estaría haciendo películas que me ponen orgulloso.

“Esta es una película y un personaje únicos. Nunca he visto a un tipo como este”, indica Gere.

¿Cuáles crees que son las ventajas y las desventajas de la fama?

¡Un millón de cosas, pero nunca las admitiría aquí! (Ríe). La verdad es que no hay nada positivo respecto a la fama; hay cosas positivas respecto a tener éxito. Pienso que son dos cosas muy distintas. No tengo interés en la fama. No conozco a nadie que esté interesado en ella, que viva de ella. Hay gente famosa que no sabes qué hace, solo es famosa. Es como el azúcar, no significa nada. Es una adicción. Pero creo que el éxito lleva al éxito, y el éxito lleva a la confianza en uno mismo, al aprendizaje y a la expansión. He tenido una suerte increíble y nunca la doy por descontada. El hecho de que esté aquí, haciendo lo que me gusta, y pueda enviar a mis hijos a la universidad sin preocuparme de dónde sale el dinero, es algo grande. Si necesito una operación, puedo pagarla. Eso es raro. La mayoría del mundo no puede hacerlo. Esa parte de ser exitoso es muy valiosa para mí y, por eso, creo que me interesa expandir el éxito alrededor. El éxito no es algo para ser guardado o encerrado en muros, debe salir al mundo y ser repartido.

Por Yenny Nun

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