Nos reunimos con la actriz en el Four Seasons de Beverly Hills para hablar de su nueva película, “Hotel Artemis”, su trayectoria como actriz, el movimiento #MeToo, su familia, y descubrir cómo se las ha arreglado para no sucumbir a las trampas de la fama en casi medio siglo de carrera.

Por Yenny Nun 

Jodie Foster no sigue el camino de nadie. Nunca lo hizo. Desde que saltó a la fama internacional en 1976 encarnando a una prostituta adolescente en “Taxi Driver”, su carrera y su vida han seguido una trayectoria que le pertenece solo a ella. Increíblemente famosa e increíblemente reservada también, ha participado en decenas de películas, a menudo interpretando a heroínas de acción, exploradoras, científicas, mujeres en busca de una revancha, frágiles y poderosas a la vez. Ha recibido numerosos premios y galardones, incluyendo dos Oscar y dos Globos de Oro por sus roles en “El silencio de los inocentes” y “Acusados”, y un Cecil B. DeMille por su espectacular carrera. Además, ha sido nominada a Mejor Directora por su trabajo en las series “House of Cards” y “Orange is the New Black”.

Conocida por su curiosidad e inteligencia, Jodie estudió primero en el prestigioso Lycée Français de Los Ángeles y, luego, en 1980, cuando ya era una estrella, en la Universidad de Yale, donde obtuvo un grado en Literatura. En 1981, su fama aumentó aún más por un trágico episodio, cuando John Hinckley, un hombre joven y psicológicamente inestable que la había acosado durante largo tiempo, decidió llamar su atención con un intento de asesinato al presidente Ronald Reagan. Jodie evita hablar del tema, y se ha referido a él en solo dos ocasiones: con un ensayo en la revista “Esquire” y, años después, en una entrevista con Charlie Rose.

Hija de Lucius Foster, un acaudalado exoficial y corredor de propiedades que abandonó a la familia antes que Jodie naciera, y de la productora cinematográfica Evelyn Foster, la actriz creció entre las cámaras, haciendo su debut en comerciales de televisión a los tres años. Después de una larga relación con la productora Cydney Bernard, con la que tiene dos hijos, Charles y Kit, Jodie se casó en 2014 con la fotógrafa Alexandra Hedison.

Su película más reciente es “Hotel Artemis”, escrita y dirigida por el inglés Drew Pearce, en la que interpreta a una enfermera que ha pasado décadas encerrada en un elegante pero algo arruinado hotel que sirve como sala de emergencia para criminales que escapan de la justicia. El filme está ambientado en Los Ángeles en 2028, un sitio donde abunda el caos social y la violencia.

“Lo que me gusta de esta película es lo original que es”, dice Jodie. “No sé si piensas lo mismo, pero estoy cansada de ver la misma vieja película una y otra vez en esas superproducciones de Hollywood. Hay algo hermoso y distinto en este filme, una mezcla de nostalgia retro, vintage, un universo como el de Wong Kar-Wai mezclado con una película de horror y ciencia ficción. El guion es tan misterioso que contacté a los productores incluso antes de que comenzaran el casting. Así sucede a veces. Soy muy selectiva en lo que hago, a veces me demoro años en encontrar un proyecto que me interese, y cuando lo encuentro, sé que debo hacerlo de inmediato”.

En “Hotel Artemis” interpreta a una enfermera que ha pasado décadas encerrada en un decadente hotel. El filme está ambientado en 2028.

¿Cómo te transformaste en este personaje que, aparte de todo lo demás, se ve mucho mayor que tú?

Tuve que luchar un poco con esa transformación; quería verme y sentirme como en ningún otro rol que haya hecho en el pasado, y quería reflejar la vida que este personaje ha vivido, con todo el alcohol, las drogas, la pérdida de un hijo y el estar encerrada en una especie de prisión dorada y extraña.

Escuché que alguna gente en el set comentó, después de verte como tu personaje, que no habías envejecido bien. ¿Cuál ha sido la reacción hacia esta ‘vieja Jodie’?

Me encantaría mentir y decir que mi transformación física tomó horas y horas, pero por supuesto que no fue así. El body acolchado me hizo ver más gorda, y los dientes amarillos y la peluca ayudaron a formar un personaje que creo que nadie ha visto antes.

Anthony Hopkins, Jodie Foster y Scott Glenn, protagonistas de «El Silencio de los Inocentes», en 1991.

En tu profesión hay una enorme presión por mantenerse joven. ¿Cómo lidias con el paso del tiempo?

Es un tema interesante para todos aquellos que hemos pasado la barrera de los cuarenta años. Estoy muy entusiasmada con la idea de actuar a medida que envejezco; creo que hay una gran riqueza en una cara que ha visto muchas tragedias y alegrías. No soy una persona particularmente vanidosa, y no armé mi carrera como actriz basándome en mi look. Nunca fui ese tipo de mujer, y pocas veces me han dado roles de ingenua o de novia del protagonista, entonces el salto quizás ha sido más fácil para mí que para otras. Es interesante envejecer, es curioso. He vivido una vida rica, completa, y este no es un asunto que realmente me preocupe.

¿Tampoco sientes presión respecto a verte glamorosa?

No. No es mi personalidad y probablemente nunca lo fue. Amo mi trabajo y lo tomo muy en serio, pero es mi trabajo y no es todo lo que soy. Esa es una distinción muy importante y muy difícil para un actor, porque muchos de los juicios que recibes tienen que ver con tu físico. Para vivir una vida equilibrada, debes lidiar con eso psicológicamente. Una debe aprender a no convertirse en un objeto, a no seguir las reglas establecidas de belleza, con el fin de llevar una vida feliz y saludable. Pero también tiene que ver con mi personalidad; no me gusta salir de compras, no estoy interesada en esas cosas. Tengo que contratar gente para que me ayude con eso. No estoy interesada en ese tipo de personajes tampoco, sino en aquellos que están en una búsqueda y que han vivido episodios difíciles.

Esta película está ambientada en Los Ángeles en 2028. ¿Cómo te imaginas California en diez años?

Ese es un gran signo de interrogación. Me siento muy orgullosa de ser californiana y creo que este es un gran momento en la historia de Estados Unidos para que el Estado haga realmente una diferencia. Nací y crecí en Los Ángeles y, por lo tanto, tengo grandes esperanzas de que seremos líderes, en este momento tan extraño, en términos de política social y tecnología. Siento que estamos al borde del abismo y tenemos la oportunidad de caer en él o dar un paso atrás.

Dices que te sientes optimista respecto a California. ¿También estás optimista respecto a Estados Unidos?

Nunca he sido una buena comentarista política, porque no creo que los actores estemos singularmente calificados para comentar sobre el estado del mundo. Ciertamente, somos buenos para decir cosas a través de las películas y, en ese sentido, me encantan las películas que tienen algo que decir, temas que todos podemos comunicar y discutir. Estamos viviendo un momento muy interesante en la historia, y creo que nos da la oportunidad de convertirnos en mejores personas.

¿Qué cambios esperas que produzcan movimientos como Time’s Up o #MeToo?

Como te dije, no soy una buena vocera. No quiero agregar simplemente otra frase a este momento tan importante, particularmente cuando hay tantas frases dando vueltas. No creo que nadie necesite a otro actor hablando de esa manera. Necesitamos, eso sí, acción y conciencia. Como todos los movimientos civiles y de justicia, debemos aprender de los errores que hemos cometido y seguir adelante. Si queremos un cambio real, debemos aceptar a toda la población y llegar a una especie de verdad y reconciliación, curar a nuestra cultura a través de la comunicación y la compresión.

Siempre has sido considerada, no quiero decir mandona porque eso tiene una connotación negativa, pero sí muy decidida y muy consciente de lo que quieres…

Puedo ser muy controladora; lo sé por mis hijos, que se quejan de eso todo el tiempo. He tratado de manejar ese aspecto de mi personalidad, especialmente en mi trabajo como directora, donde tienes que controlar ese impulso que te dice que tienes todas las respuestas, pero al mismo tiempo debes dar enorme libertad artística a los otros para que se desarrollen y lleguen a soluciones creativas que solo vienen de la libertad. Siempre estoy tratando de balancear esos dos elementos.

¿Tus hijos te critican mucho al respecto?

No, no demasiado. Ya son mayores; mi hijo mayor tiene veinte y el menor, dieciséis. Honestamente, no tienen problemas conmigo, aunque me quejo constantemente de que dejan cosas tiradas por toda la casa. Estoy cansada de escuchar mi propia voz al respecto.

La última vez que participaste en los Globos de Oro pronunciaste un discurso muy famoso donde casi saliste del clóset…

Fue un gran honor estar ahí. Era un premio a mi trayectoria, que es distinto a recibir uno por una película. Era un premio a todo lo que he hecho, y no podría haberlo aceptado sin celebrar y honrar lo que ha sido la transición de mi vida y las cosas que han cambiado entre el pasado y el futuro. En términos de mi discurso, creo que dije lo que tenía que decir y no tengo nada que agregar.

Jodie se casó en 2014 con la fotógrafa Alexandra Hedison, quien, entre 2001 y 2004, mantuvo una relación con Ellen DeGeneres.

¿Es verdad que tu madre está muy enferma y que la estás cuidando?

Mi madre está muy bien, nos va a sobrevivir a todos. Quiere vivir sola, y así lo hace, aunque con mucha gente que la cuida. Tiene demencia muy avanzada. Sus dos actividades favoritas son ver películas y comer, y eso es lo que hace todo el día.