Este jueves 25, la banda argentina se presentará ante su público limeño en Quintobar. Antes de eso, hablamos con Facu, vocalista y fundador, para que nos explique por qué razón, digamos, ya no esperan la primavera.
Por Omar Mejía Yóplac
Se le atribuye a Alejandro Magno la maniobra de quemar las embarcaciones de su ejército antes de una batalla. Con eso les daba a entender que la media vuelta no era una opción. Hace unos meses se publicó un álbum cuyo título es una referencia inmediata a ese mito. Con Fuego en las naves, Tobogán Andaluz marca distancia –musical y temáticamente– con respecto a sus primeros discos. Donde antes reinaba un espíritu lo fi, ahora resalta más la producción. Y hay preocupación donde antes habitaba la añoranza.
—»Fuego en las naves» se diferencia a los anteriores en que la música y los arreglos tienen un protagonismo especial. ¿Ya quemaron las naves hacia ese estilo previo?
—Eso no podemos saberlo con certeza. Creo que siempre intentaremos buscar un sonido nuevo sin perder nuestra esencia. Pienso que no podríamos volver atrás a nivel sonidos y arreglos.
—¿Esta nueva nave de cuatro miembros es la nave definitiva?
—Esta es nuestra formación definitiva. En ocasiones tenemos invitados, en teclados, coros, pero la banda es esta.
—¿Cómo sintieron que se fue formando?
—Creo que se fue formando por necesidad de expandir nuestros límites musicales, de darle algo más a la canción.
—¿Cuál ha sido tu papel en este proceso de reinvención musical de la banda?
—He trabajado mucho en las letras. En crear nuevos escenarios y nuevas formas de expresar lo que me pasa en varios niveles de exposición. También intentando introducir nuevos acordes a mi forma de hacer canciones.
—Las letras de este disco miran mucho más a la calle, a las cosas que pasan, como sugiere Ego y distorsión. ¿Crees que eso hace que el público se apropie de algún tema para convertirlo en la banda sonora de una causa, como ha pasado con Lágrima plateada?
—No creo que sea así. Como dice la letra, ninguna canción mía es importante para ninguna causa. Solo es una visión, quizás desde una perspectiva particular. Creo que las causas requieren un análisis más detallado desde varios puntos de vista. Creo que Lágrima… se trata de ir más allá de solo cantar una canción. De al menos observar con atención.
—¿Qué tuvo que pasar para que las letras dieran este giro? ¿Ya no te ves escribiendo canciones como las de los primeros discos?
—Mucha gente quiera que vuelva a escribir canciones como Rayo de luz o Chica del Tonebank. Pero suceden dos cosas: una es que ya no soy un joven enamoradizo de 19 años. Y la otra es que me encuentro bastante descreído de las relaciones humanas actuales, de toda acción o expresión condicionada por una ansiedad generalizada. Quizás por el contexto en general. Porque mis amigos están mal porque no tienen dinero. Por mi preocupación por el futuro de mi hermana. Por el de mi abuela. No lo sé. Quizás estoy enojado. Y escribo sobre amores del pasado. Como un buen cuento de Bradbury.
—Las bandas que muchos denominan como indies tienen una relación muy estrecha y especial con sus seguidores, porque hay como un sentimiento de hallazgo y pertenencia. ¿Percibes esto así cuando van de gira por el extranjero?
—Para mí nunca va a dejar de ser sorprendente. Creo que es bueno estar cerca de nuestro público. Más en otro países. Así podemos intercambiar ideas e intentar entender un poco más el mundo. El resto es bailar y pasarla bien.
—Has dicho que querías que el disco suene a Buenos Aires. Ya has venido muchas veces a Perú, ¿a qué banda te parece que suena Lima?
A Juan Gris.
Tobogán Andaluz en Lima. ¿Cuándo? Jueves 25 de octubre. ¿Dónde? Quintobar. Entradas a la venta en Joinnus.