El fundador de la empresa que revolucionó por completo el consumo de series y películas a través de Internet y que hoy se ha transformado en la principal generadora de contenidos audiovisuales del planeta, por encima incluso de los grandes estudios de Hollywood, conversó con COSAS sobre el presente y los planes a futuro de Netflix, que cada vez apuesta más por invertir en producciones latinoamericanas. El siempre reservado Hastings, además, anuncia una inminente visita al Perú (para comer, naturalmente).
Por Raúl Cachay A., desde Bogotá
Reed Hastings, de cincuenta y ocho años, es un empresario que supo adelantarse al sino de los tiempos –que el incontenible avance de la tecnología haga que tu negocio se torne completamente obsoleto de la noche a la mañana–, y confió en sus instintos para transformar lo que solía ser un servicio de alquiler de películas caseras relativamente exitoso a nivel doméstico en una feroz cantera de contenidos audiovisuales originales con presencia hegemónica en casi todo el planeta, salvo por China, Siria y Corea del Norte.
Pese a ser el principal responsable del florecimiento de una compañía hoy ubicua en la cultura popular y el negocio del entretenimiento contemporáneos, Hastings se ha caracterizado siempre por ser un hombre más bien discreto y reservado, que solo brinda información de su vida personal a cuentagotas.
Nacido en Boston e hijo de un prestigioso abogado que llegó a ser funcionario gubernamental durante la administración de Richard Nixon, Hastings estudió Matemáticas en Bowdoin College y tuvo un intenso paso por los US Marines de las fuerzas armadas de su país, una experiencia que lo marcó tanto que poco después se enroló en el Cuerpo de Paz para dedicarse, durante dos largos años, a dictar clases de matemáticas en escuelas secundarias de Suazilandia, África, “una mezcla de altruismo y aventura”, como el propio Hastings reconoció alguna vez en una entrevista.
Tras esos años formativos, Hastings fundó su primera compañía de productos de software y en 1991 se casó con Patricia Ann Quillin, con quien tiene dos hijos (Molly, la mayor, tiene su propia banda de rock, Beverly Tender, donde canta y toca la guitarra). Sobre su vida familiar es muy poco lo que se sabe, aunque algunos datos compartidos por el propio CEO de Netflix revelan que, pese al fárrago de los negocios y la vida corporativa, los Hastings suelen pasar mucho tiempo juntos.
En 2005, por ejemplo, cuando su empresa ya se acercaba a los cinco millones de suscriptores en Estados Unidos, Hastings decidió cumplir una vieja promesa a sus hijos y alquiló una casa en Roma, Italia, donde toda la familia se estableció durante un año. Para cumplir con sus obligaciones, Hastings viajaba todos los meses a Silicon Valley durante dos semanas.
El estilo de Hastings para hacer negocios –una mezcla de riesgo calculado, instinto y atrevimiento– se manifiesta no solo en datos más bien anecdóticos, como que el CEO de Netflix no cuente desde hace casi diez años con una oficina propia en los HQ de la compañía en Los Gatos, California –“Todo mi trabajo lo puedo hacer desde mi laptop o mi smartphone”, admitió meses atrás en el podcast “Masters of Scale”, de Reid Hoffman–, sino también en su intensa labor filantrópica.
Ha sido presidente del Consejo de Educación del estado de California, ha invertido varios millones de dólares en DreamBox Learning, un programa gratuito para que niños de primaria y secundaria aprendan matemáticas y, en 2012, Hastings y su esposa firmaron el Giving Pledge, de Bill y Melinda Gates, una iniciativa que compromete a los multimillonarios estadounidenses a donar importantes porciones de sus fortunas a distintas causas benéficas.
Hastings ha dicho muchas veces que se inspiró para crear Netflix cuando, luego de devolver con algunos días de retraso una copia de “Apolo 13”, Blockbuster le cobró 40 dólares como mora, lo que él consideró un abuso injustificado. Lo cierto es que la empresa que cofundó en 1997 con Marc Randolph se convirtió una década después en la plataforma digital de streaming que hoy conocemos, y la mutación de su modelo de negocio supuso algo parecido a una genuina revolución en los hábitos de consumo de entretenimiento audiovisual a escala global.
Según los reportes más recientes, la cifra de suscriptores a Netflix en todo el mundo se aproxima a los 118 millones, y todo indica que esta seguirá creciendo de manera exponencial en los meses venideros, dado su vertiginoso ritmo de estrenos originales.
Palabra de CEO
“Antes de empezar a charlar debo hacer un ‘mea culpa’”, dice Hastings, sentado en una amplia suite del hotel Marriott de Bogotá. “No he podido visitar Lima aún, pero me han dicho que tengo que ir allá a comer. Espero poder hacerlo el próximo año”.
—Ha dicho que la Internet supuso la tercera gran revolución en la evolución del entretenimiento audiovisual, después de la invención del cine y la televisión. ¿Qué puede venir más adelante?
—Bueno, si te pones a pensar en los inicios del cine, creo que entonces nadie podía estar en condiciones de predecir que existiría más adelante la televisión. Lo mismo con la gente que hacía televisión hace cuarenta o cincuenta años. ¿Acaso ellos podían anticipar que luego llegaría la Internet? Lo único que puedo responder a eso, con absoluta confianza, es que no tenemos idea de cuál será la próxima revolución.
—¿Y está trabajando ya en el desarrollo de nuevas tecnologías que estén disponibles para los usuarios de Netflix del futuro? ¿Hay novedades con respecto al contenido interactivo, por ejemplo, o en 3D?
—Ya hemos probado algunas cosas con contenido interactivo y ahora estamos trabajando con una calidad de video de altísima definición, en Dolby Vision y HDR10. Nuestra intención es que la calidad de la imagen del video sea increíble y que el streaming se vuelva cada vez mejor. Estamos trabajando constantemente para mejorar la experiencia de nuestros usuarios.
—¿Por qué nunca ha manifestado interés en que Netflix haga transmisiones en vivo?
—Pensemos, por ejemplo, en la Copa del Mundo de fútbol. Supongamos que fuera transmitida en vivo por Internet. ¿Acaso sería una mejor experiencia, con el ‘buffering’ y otros problemas? Para ese tipo de cosas, la televisión regular, que ya está en todos los hoteles, bares y restaurantes, funciona mucho mejor. Nosotros estamos enfocados en el contenido original que tú puedes ver a la mitad de la noche o en la tarde, en series, como “La casa de las flores”, que puedes seguir en maratón, un episodio tras otro. Para ese tipo de contenidos la Internet sí es excelente.
—“Roma”, un largometraje original de Netflix dirigido por Alfonso Cuarón, obtuvo el premio principal en la última edición del Festival de Venecia, pero este mismo año la organización de Cannes no les permitió participar en la competencia oficial… ¿Qué posición tiene ahora al respecto?
—Estamos realmente focalizados en nuestros suscriptores y por eso vamos a casi todos los festivales de cine importantes para adquirir nuevos contenidos. Realmente nos gustaría poder trabajar con Cannes en el futuro. Seguimos yendo a ese festival para comprar películas, pero desafortunadamente no nos dejan exhibir nuestro material ahí.
—¿Y seguirán produciendo filmes como “Roma”?
—Acabamos de lanzar “Private Life”, con Paul Giamatti, un filme que fue sumamente popular en el festival de cine independiente de Sundance, y hace poco compramos “Girl”, de Lukas Dhont, otro filme ‘artístico’ que trata sobre una joven transgénero que quiere dedicarse al ballet y que ha sido postulado por Bélgica para competir en los próximos premios Oscar. Tenemos una gran selección de películas de este tipo.
—¿Ganar más premios Oscar, justamente, está dentro de sus objetivos?
—La verdad es que los Oscar en realidad no cambian las percepciones del consumidor, pero sí debo reconocer que ayudan en la promoción del talento involucrado.
—¿Cuáles son los planes inmediatos que tiene Netflix para América Latina?
—El principal objetivo es que nuestros suscriptores tengan cada vez más opciones y alternativas. Estamos desarrollando muchísimo contenido en España, por ejemplo, como “Élite”, que sé que a la gente del Perú le ha encantado. La idea es, precisamente, generar mucho más contenido en español. Y también poner a disposición contenido excelente en otros idiomas, como “The Rain”, que es una producción danesa.
—Y entre las producciones originales de Netflix, ¿tiene algún favorito personal?
Yo tengo gustos extraños, debo admitirlo. Mi favorito es este pequeño show de animación sobre un caballo que vive en Hollywood… ¡“Bojack Horseman”! Así es… ¡Que sus seguidores no se preocupen, que se vienen más temporada.