El prestigioso ecólogo Antonio Brack advierte sobre el peligroso juego de atropellar la naturaleza sin medir las consecuencias.

Texto: Álvaro Ugaz  Fotos: Gustavo Herrera.

El Perú podría quedar como un limón exprimido para las próximas generaciones si el gobierno no establece, de una vez, una política que privilegie el desarrollo económico con responsabilidad social y, sobre todo, ambiental. Así de enfático es el destacado ecólogo Antonio Brack al referirse a los actuales conflictos entre las comunidades del interior del país y la lucrativa actividad extractiva, principalmente la minera.

–Hasta el 2005 el gasto en el cuidado del medio ambiente en el Perú representó apenas el 0.01 por ciento del producto bruto interno. ¿Qué podemos hacer para revertirlo?

–Es cierto, la cuestión ambiental todavía no está en la agenda política con la fuerza necesaria. Tenemos el Consejo Nacional del Ambiente, que no es una entidad ejecutora ni tiene un asiento en el Consejo de Ministros, y lamentablemente, el tema ambiental en el Perú es un programa para apagar incendios.

El crecimiento económico de más de setenta meses es bueno, pero, asimismo, debe haber una mejora en el aspecto social y en la calidad de vida, es decir, en la salud de la gente.

–En ese sentido, cuatro mil personas mueren anualmente por causas de la contaminación atmosférica en nuestro país.

¿Es un índice alto?

–En Lima, según el Conam y el Banco Mundial, el costo del descuido ambiental es preocupante.

–Se habla de 8.2 billones de soles de costo económico en el país por degradación ambiental.

–Ocho mil quinientos millones de soles al año le cuesta el deterioro ambiental al Perú. Eso significa aguas contaminadas que a su vez crean problemas de salud. Por otro lado, así como tenemos ciudades como Lima, con baja calidad de aire, existen zonas como La Oroya con 95 años de pasivos ambientales, y todos estos problemas tienen que ir solucionándose. El Perú ha dado pasos muy importantes y eso hay que reconocerlo.

Para el experto, el principal tema ambiental del país es la contaminación del agua.

–¿Cuáles?

–Existe un sistema nacional de áreas naturales protegidas por el Estado, como parques, reservas, santuarios con 18 millones de hectáreas, es decir, una superficie tres veces superior a Costa Rica. Estas áreas protegidas, aunque tienen ciertos problemas de manejo, son las que se conservan del patrimonio natural de biodiversidad.

Además, en la Amazonía se han titulado cerca de 13 millones de hectáreas de bosques y tierras a favor de las comunidades aborígenes nativas y, por lo tanto, permanecerán como bosques.

Minería limpia 

–Sin embargo, el gobierno continúa resaltando los beneficios de la minería sin hacer nada frente a los grandes perjuicios económicos que también produce.

–No, no podemos decir que no se ha hecho nada.

–¿Qué se ha hecho entonces?

–Antes de 1990 no había ninguna norma legal que obligara a la minería a ser ambientalmente limpia y socialmente responsable. Recién hace diecisiete años se comenzaron a dar las primeras normas, como el Código del Medio Ambiente, la Ley General de Minería, la Ley del Cierre de Minas, etc. Hoy en día, hay normas muy completas, aunque con algunos vacíos; por ejemplo, si una minera cumple con todas las reglas no debería contaminar, pero el problema es la supervisión del Estado.

–¿Osinerg debería fiscalizar?

–Eso es lo que hay que ir completando. Tiene que haber Osinermin, tiene que haber una organización mucho más fuerte que el Conam y esto se debe discutir ampliamente para saber si va a ser un ministerio o tendrá otro rango. Pero el Estado debe empezar a asumir cada vez más responsabilidad porque el artículo primero de la Constitución dice que el objetivo es la persona humana; en consecuencia, se trata de la salud de los ciudadanos.

–¿Se está haciendo algo para combatir la crisis de agua que tendremos el 2015?

–En el agua tenemos graves problemas, y para mí, su contaminación por diversas causas, entre ellas los desagües de las ciudades, es el primer tema del asunto ambiental en el país.

–¿El más preocupante?

–Sí. Porque ya tenemos encima el cambio climático y no sabemos qué hacer. No tenemos estrategias  de gestión del agua.

–¿O sea que no se va a parar el deterioro de las cuencas hidrográficas ni la extinción de los glaciares?

–El derretimiento de los glaciares no depende de nosotros, pero lo de las cuencas sí. Porque se pueden hacer grandes proyectos de plantaciones forestales para restituir bosques en las cuencas que sirven de esponja para el agua.

Un ejemplo es la cuenca del río Rejo, en Porcón, Cajamarca, donde una comunidad ha reforestado con apoyo belga nueve mil hectáreas de bosques y eso se ha transformado en un paraíso forestal. Han resurgido los puquiales, hay más agua que antes.

Por lo tanto, es factible, pero hay que tomar la decisión política. En la Selva estamos quemando cada año 200 mil hectáreas de bosques; seguimos con el mismo sistema: desarrollo amazónico es igual a talar y quemar bosques, y eso ya fracasó.

–Pero el gobierno sigue entregando concesiones cercanas a fuentes de agua.

–Debemos ser claros, como dije antes: el Perú fue, es y será un país minero. Decirle no a la minería es una ilusión. Lo que hay que buscar es ordenar el territorio y decidir en qué zonas no va a haber minería. Por ejemplo, en los páramos de Cajamarca y Piura, que son esponjas de agua para la Costa y las vertientes orientales.

De otro lado, los peruanos debemos ponernos de acuerdo en que necesitamos una minería limpia y con responsabilidad social; pero hay que ser estrictos.

Pasivos mineros 

–El gobierno dice: debajo del suelo hay dinero que puede llegar a las comunidades del lugar a través del canon.

–Hay que sacar el mineral,pero con gran responsabilidad ambiental y social. De la antigua actividad minera –cuando no había normas de cuidado– nos quedan unos 810 pasivos ambientales en La Oroya y Cerro de Pasco, además de depósitos de relave en la Sierra, lagunas contaminadas, etc. Ante ello, con la nueva Ley de Cierre de Minas, éstas están obligadas a restituir todo lo dañado cuando abandonan el sitio, y durante la operación tienen que depositar un fondo de fideicomiso minero para garantizarlo.

–¿Se debería cerrar, por ejemplo, Doe Run en La Oroya?

–Hablar de cerrar es muy difícil. Esa fundición de La Oroya debería ir a un museo porque es tecnología anticuada; tiene que haber un tiempo de adaptación a la nueva tecnología.

–¿Pero no cerrarla?

–De qué va a vivir la gente de La Oroya. Su gente depende de la actividad minera, no hay otra acción productiva fuera de algunos servicios. Entonces, se tienen que hacer programas de adecuación como en Europa con el río Támesis, que en el siglo XIX era horrible, totalmente contaminado, y ahora está limpio, tiene truchas y es navegable.

–¿Cuánto tiempo tomaría, entonces, recuperar el río Mantaro?

–No hay un estudio exacto de qué hay en el Mantaro, porque hay mucho sedimento como en el lago de Junín.

–¿Pero es recuperable?

–Por supuesto, la naturaleza es recuperable. Yo pienso que trabajando adecuadamente, saneando los desagües de La Oroya, con plantas de tratamiento de las aguas de la fundición e implementando otras medidas, en unos quince años podría ser otra vez un río limpio.

–¿Cree que ha sido saludable, por parte del congreso peruano, el dictamen para remediar los pasivos ambientales en el sector hidrocarburos, incluso con multas del 10 mil UIT a quienes no cumplan?

–Hay que hacer cumplir las normas actuales, como los Programas de Adecuación al Medio Ambiente (PAMA) y la Ley de Cierre de Minas, sobre todo, ahora que hay un boom minero y existe dinero para eso. También debemos remediar los pasivos ambientales: según los cálculos nos costaría unos 250 millones de dólares. En ese sentido, hay minas cerradas desde la época de la Colonia e incluso ya no existen ni los dueños. Por lo tanto, debemos constituir un fondo –como se ha hecho en otros países– para remediar esos pasivos ambientales.

–¿De dónde saldría el dinero para ese fondo?

–Hoy en día hay impuestos numerosos de la minería, además de las regalías mineras.

Cuidado con candamo 

–¿Fue cierto este proyecto gubernamental para usar parte de la reserva del Candamo en la explotación de gas y petróleo?

–El peor mensaje que podría dar un país amazónico como el Perú a la comunidad mundial es reducir áreas protegidas donde se conserva la biodiversidad. Ahora, la desgracia de toda esta zona –desde Camisea hasta Candamo, pasando por el Manu y la reserva comunal Amaracairi– es que debajo hay una formación gasífera.

–Que fue explorada por la Mobil.

–Sí, en el Candamo. Y como la Mobil se retiró, la concesión debía pasar al parque Bahuaja Sonene en Madre de Dios. Sin embargo, como ahora los precios de los hidrocarburos están por las nubes, entonces hay una presión por explorar.

–¿Entonces sí existió el proyecto, a pesar de que el gobierno lo negó?

–Yo he visto el proyecto de ley y toda su justificación, además lo tengo en mi computadora. De manera que no sé para qué se dieron el trabajo de hacerlo.

–¿Miente el ministro de Energía y Minas Juan Valdivia Romero?

–No sé si miente o no miente, pero al menos parece que el problema ya ha pasado y el proyecto fue retirado.

–Incluso, el Inrena no le dio el visto bueno y eso le costó el puesto al intendente de Áreas Protegidas, Luis Alfaro Lozano.

–Claro, algo pasó. Lo que quiere decir que sí hubo ese proyecto de ley. Por eso, mi propuesta es que se explore gas e hidrocarburos en la Amazonía, pero en todas las zonas que no son áreas protegidas y con respeto a las tierras de las comunidades indígenas.

–¿Fue una locura la propuesta del Candamo?

–Fue una locura absoluta, justo cuando se iba a ratificar el TLC con Estados Unidos.

–Hubo una carta del congresista demócrata estadounidense Earl Blumenauer expresando su preocupación por este tema.

–Yo lo he revisado. En el texto del TLC se dice que no se va a disminuir las normas ambientales sino que se las va a mejorar. Y dar un mensaje contrario no es bienvenido.

A raíz de eso hubo una protesta muy grande a través de internet. Hoy en día, además, no se puede ocultar nada, porque a través de internet todo se sabe.

Paz para Majaz

–Se dice que el alimento se irá a la fabricación de combustible sano. ¿Usted está a favor o en contra de los biocombustibles?

–No se debe producir biocombustibles en áreas destinadas a los cultivos para alimentar a la gente, y hablo del Perú, porque cada país tiene que ver eso. Además, no se deben adjudicar, en la Amazonía, tierras para sembrar palma aceitera, caña de azúcar, piñón blanco, etc. en áreas de bosques primarios. Es decir, es inviable talar o quemar bosques para sembrar materia prima para los biocombustibles, porque estaríamos emitiendo CO2 a la atmósfera y la compensación sería una farsa. Finalmente, en el Perú hay 8 millones de tierras degradadas que debemos volverlas productivas –la Selva tiene diez millones de hectáreas colonizadas y sólo producen dos millones–.

Por ejemplo, en Ucayali, en tierras absolutamente degradadas, donde antes se cultivaba hoja de coca, ahora se está sembrando palma aceitera con muy buenos resultados.

–Maple Gas anuncia para el 2009 la producción de etanol en Piura. ¿Es beneficioso?

–Maple Gas y otras empresas están en zonas de desierto. Se trata de integrar terrenos eriazos que ahora no están en producción. Allí lo único que debemos ver es si el agua alcanza para hacer todo. Entonces, hay que manejar y gestionar el agua.

–Para usted, ¿el referéndum sobre la minera Majaz fue una consulta democrática o autoritaria?

–Yo he recorrido toda el área de la minera Majaz e hice un programa de televisión sobre este tema. Lo que a mí me preocupa son los extremismos y los fundamentalismos, es decir, cuando la gente se “cuadricula” sobre un tema y ya no hay la posibilidad de un diálogo. En el Perú, primero debemos crear una cultura de diálogo y no de enfrentamiento.

Nosotros, a través de mi empresa consultora, le hemos hecho seis informes a minera Majaz sobre su estudio de impacto ambiental para mejorarlo.

–¿Cuál fue el resultado?

–Si se aplica la tecnología que propone la empresa y si el Estado la supervisa, esta mina sería segura. Podría ocurrir un accidente como en cualquier parte del mundo, pero sería una mina segura. Lo que ocurre es que se tienen que trabajar los beneficios para las comunidades locales, que son muy pobres. Otro problema es que el tema está politizado y ya no se discute técnicamente.

–Es decir, ¿hubo una alta dosis de autoritarismo en esa consulta?

–De autoritarismo. Además, para que haya un referéndum y que la gente decida por un “sí” o por un “no”, también se debe dejar que la propuesta por el “sí” se pueda explicar y no lo han dejado hacer.

En el cerro de mi casa

–¿Es una buena decisión del gobierno declarar veinte proyectos mineros de interés nacional? En todo caso, ¿ahondarían los enfrentamientos?

–Se debe mejorar la relación entre proyectos mineros, forestales, viales, de cualquier tipo, para que la gente se entere con anticipación. Porque si otorgan cuadrículas mineras a las empresas, la gente recién se entera cuando llegan los geólogos a perforar. Entonces, el Estado, antes de entregar esas concesiones, debería hacer una evaluación de las zonas para saber qué conflictos pueden surgir y prevenirlos. Yo he ido a zonas donde no llega el diario “El Peruano” ni otro medio de comunicación, y de repente viene un grupo de geólogos a perforar un cerro y la gente del lugar les dice: “Ésta es nuestra tierra, quiénes son ustedes”. Eso me parece una falta de respeto a las comunidades. Tiene que haber una pedagogía y acompañamiento a la población; por lo tanto, prevenir es mucho mejor que apagar incendios.

Remediar los pasivos ambientales costaría al país 250 millones de dólares.

–Esto no se resuelve con cambiar a un ministro.

–No. Tiene que ser política del Estado hacer las cosas con mayor respeto a las comunidades, e informándolas.

–¿Pero dar la categoría de interés nacional a esos proyectos mineros no es un mal paso?

–Es decir, esto sale de todas maneras, se hace o se hace.

–¿Parece que el gobierno se pone únicamente del lado de los mineros?

–Se podría dar pasos más interesantes integrando antropólogos, sociólogos y a gente que pueda hablar con la población e informarlos.

–¿Cree que debería quedarse en el gabinete el actual ministro de Energía y Minas?

–Ésa no es mi responsabilidad, eso depende del Presidente.

–¿Pero qué piensa como ciudadano responsable y conocedor de estos temas?

–Yo creo que no se trata de cambiar ministros o funcionarios, sino de políticas y programas. Las cosas han cambiado en este nuevo siglo. Como dice el embajador De Rivero, en el siglo XXI será más importante saber de ecología que de economía.

–¿Los ecologistas están opuestos al desarrollo económico?

–Eso dicen siempre. Pienso que no están opuestos al desarrollo, sino preocupados porque no tenemos un esquema de desarrollo para evitar el deterioro de los recursos al contaminar el aire, el agua, etc. Además, es gente que puede tener diferentes facetas políticas, pero que piden un cambio, y eso ocurre en Francia, Alemania, Irlanda, y son más duros que acá.

–¿Ser verde es ser zurdo?

–No, ser verde no es ser zurdo porque la ecología nos compete a todos: derecha, izquierda, centro, arriba y abajo. Se trata de nuestra supervivencia, porque en este siglo vamos a determinar si la humanidad va a sobrevivir en el planeta o no.

–Si no planteamos pronto una política de cuidado real del medio ambiente, ¿estaríamos matando a nuestro propio país?

–Sí, estaríamos dejando un Perú mucho más pobre.

–¿Aunque haya plata de la minería?

–Aunque haya dinero, porque tener plata no significa tener calidad de vida.

–¿Qué plazo tiene esa visión apocalíptica en materia ambiental para nuestro país?

–Eso está a diez o quince años. Tacna, Moquegua, Arequipa e Ica son los cuatro departamentos que van a sufrir más por el agua, ya que no tienen ninguna estrategia de gestión de este recurso. No podemos dejar a las generaciones futuras un país que será un limón exprimido.