Ya hace varias semanas que la polémica empezó desde las redes sociales cuando un usuario abrió un hilo en contra del cine producido por Tondero. Las actrices Jely Reátegui y Vanessa Saba contestaron defendiendo ardorosamente el trabajo de esa productora, lo que desencadenó una discusión que cuestiona seriamente ese tipo de cine. Pero… ¿se han puesto a pensar dónde está ese “otro” cine peruano?
Por Gonzalo “Sayo” Hurtado
Desde la experiencia del cine comercial, tanto en nuestro país como en cualquier otro mercado, abundan productos de la más diversa ralea. Que nuestra cartelera recibe el grueso de la producción hollywoodense, no es ningún secreto. En esa oferta, podemos encontrar desde productos comerciales que todos celebran como The Lego Movie 2, sagas de superhéroes tan de moda como Capitana Marvel, o productos pensados para toda la familia como Aladino.
Junto a esas películas también convive el cine de autor de Clint Eastwood, Martin Scorsese, Pedro Almodóvar o sucesos como la surcoreana Parasite. Tengamos en cuenta también que esta última cuota de cine no es la mayoritaria. Muchos de estos títulos aparecen en la coyuntura del Oscar o de grandes sucesos mundiales, ya que mucho cine personal queda fuera de cartelera por los criterios comerciales que manejan los distribuidores.
Dentro de dicho universo, el cine peruano debe luchar por tener un lugar en el juego del libre mercado. Ya no estamos en las décadas del ochenta y noventa, cuando la cara visible de nuestro cine lo eran las películas de Francisco Lombardi, cuyo trabajo alcanzó buenas taquillas y un gran nivel de identificación con el público, deseoso de ver reflejado el imaginario nacional en la gran pantalla.
Si en los nuevos tiempos se reconfiguró la manera de ver cine en nuestro país, también es cierto que pasamos de estrenar dos o tres títulos al año, a tener en 2019 nada menos que 34 estrenos nacionales en cartelera comercial y otros 26 en circuitos alternativos. Este fenómeno se debe en parte al hecho que aparecieron tanques comerciales como Asu Mare, fenómeno que dio pie a una propuesta de comedias peruanas con un nivel de exigencia bajo, pero que lograron enganchar con el gusto de una gran parte de los espectadores que buscan solo una evasión pasajera.
Cine comercial bajo la lupa
Si analizamos los 34 estrenos peruanos en cartelera, tenemos que 17 son de una propuesta eminentemente comercial (el grueso de ellos, comedias) y los otros 17, un cine de espíritu más autoral (aunque varios títulos resulten fallidos). Ya que Tondero es el centro de esta discusión, las producciones que vienen de dicha casa en 2019 apenas llegan a un título, que es la comedia Intercambiadas de Daniel Vega. Es importante destacar que Tondero ha tenido más presencia en el negocio de distribución de películas, trabajando con producciones de otras casas como las comedias Hotel Paraíso, propuestas de acción como Django, sangre de mi sangre, o terror (y muy fallido) como Yuraq.
La sola mención de algunos de los más grandes éxitos de Tondero como Asu Mare (y sus secuelas), Avenida Larco o A los 40, crea recordación inmediata en el público. Se trata de un cine con vocación industrial que no tiene aspiraciones de trascender e ir más allá de una convocatoria masiva. Desde luego, muchas de sus fórmulas y clichés han abierto la brecha para que en el mercado aparezcan productos de similar hechura como las comedias Papa Youtuber, Once Machos o La Peor de mis bodas. Dado que el universo de actores a los que se apela en todas ellas no es tan vasto, contribuye a que un sector del público homogenice una visión del cine comercial peruano desde la identidad de Tondero.
Desde luego, estrenos de este año como Locos de amor 3, acusan un desgaste en el modelo y una reiteración en fórmulas que se hacen monótonas. Es bueno tener en cuenta que las cifras de recaudación del año pasado del cine peruano, han sido las más bajas en siete años, por lo que una reingeniería desde las propuestas comerciales, no vendría nada mal.
El otro cine peruano
Pero si hay un sector descontento con la imagen que tiene de nuestro cine desde una visión “tonderizada” del panorama, bueno sería también que busque en la oferta esos títulos que (con éxito o fallidos) proponen un camino distinto. El año pasado, tuvimos en cartelera películas que tuvieron un gran éxito en festivales internacionales como Retablo de Álvaro Delgado Aparicio, que alcanzó los 60,000 espectadores.
También debemos destacar el gran suceso del documental La revolución y la tierra de Gonzalo Benavente, que llegó a los 85,000 espectadores. Cifras generosas, sin duda, pero que no llegaron al top de las películas peruanas más taquilleras de 2019. La cima de ese ranking lo dominan comedias como Once Machos 2, Recontraloca o La peor de mis bodas 2, que superan los 200,000 espectadores cada una.
Otras películas como los dramas La bronca de Daniel y Diego Vega o Norte de Fabricio Aguilar, tuvieron un paso efímero por la cartelera a pesar de ser propuestas de autor interesantes, pero a las que el público les dio la espalda. Del lado de la distribución alternativa, el Festival de Lima ya tiene ventanas más grandes para el cine peruano tanto en sus competencias oficiales como en la sección Hecho en el Perú, donde se ha exhibido un panorama muy grande entre documentales y ficciones.
Destacamos ahí el drama Canción sin nombre de Melina León, que ha tenido presencia en festivales como Cannes, Montreal y Palm Springs. También es de destacar el documental Con el nombre de Tania de Mary Jiménez y Bénédicte Liénard, que tuvo estreno en la Berlinale del año pasado. A pesar de ello, la mayoría de títulos no tiene más de dos o tres pasadas (lo usual en un festival), por lo que el cinéfilo más exigente debe esperar su estreno en salas (muchas veces un año después) o su distribución en un circuito alternativo que se hace insuficiente.
El circuito alternativo
Pedimos que quienes reclaman ese cine alternativo peruano lo busquen, pero… ¿qué opciones hay? El Festival Transcinema, que se desarrolla en diciembre de cada año, abre su programación a un universo muy vasto de ese cine peruano en salas como el Centro Cultural de España, la filmoteca del Centro Cultural PUCP, la sala El Galpón o la sala Robles Godoy del Ministerio de Cultura. Otro escenario importante es el que ofrece la Semana del Cine de la Universidad de Lima en noviembre, con estrenos de los más importantes festivales del mundo y una muestra amplia de cine peruano tanto en largo como en cortometraje. Y lo mejor: las funciones son gratuitas. A pesar de ello, estos espacios son insuficientes y a ello hay que sumarle la desaparición del Festival Lima Independiente, otra ventana importante para el cine peruano.
Es obvio que el cine de autor nacional tiene el eterno dilema de estrellarse con la dificultad de ser distribuido comercialmente con el riesgo de no encontrar salas, o disponer de unas pocas y con pésimos horarios (tal como le pasó al drama Todos somos marineros). La otra opción es circular en limitados espacios desde la experiencia de centros culturales o cine clubs. Esta es la realidad para quienes quieren ver ese “otro” cine. Los espacios no han de ser tantos, pero al menos, oferta hay para no hacer tanto hígado frente a lo más mainstream. Lo que sí es urgente, es la necesidad del apoyo estatal para asegurar que el cine peruano de autor tenga visibilidad ante la búsqueda y formación de un espectador que debe gozar de más alternativas. Tarea nada sencilla.
¡Resumen de la 4ta Semana del Cine!
¡Muchas gracias por asistir a la 4ta edición de la Semana del Cine!?Aquí les dejamos un resumen de las emociones que vivimos durante 8 días inmersos en puro cine, en las #MúltiplesMiradas que hay delante y detrás de la cámara ? ¡Esperamos que lo hayan disfrutado! Nos vemos en la próxima edición ❤️#4taSemanaDelCine
Posted by Semana del Cine ULima on Wednesday, November 14, 2018