Mientras escribimos este articulo, Bella Hadid –supermodelo, heredera de una dinastía de realities en Hollywood y hermana menor de la que muchos consideran la modelo más importante y mejor pagada del momento, Gigi Hadid– se encontraba en las playas de Puglia, Italia, fotografiando una editorial de modas junto a Irina Shayk y Anna Dello Russo para “Vogue” Japón. Apenas cubierta por un bikini negro, Bella compartió una foto del backstage en su cuenta de Instagram para el deleite de sus 4,8 millones de seguidores, y demostró, una vez más, tal como lo había hecho unos días antes en la alfombra roja del Festival de Cine de Cannes en un revelador vestido rojo, que posee un cuerpo que solo puede ser descrito como perfecto. Y no es solo su cuerpo. Su rostro, que a veces puede parecer casi infantil, y otras, increíblemente sofisticado, es tan atractivo que Dior acaba de contratarla como embajadora para su línea de maquillaje.“Un sueño hecho realidad”, comentó ella a través de Twitter.
Cuestión de suerte, dirá usted. Pero no; es cuestión de ADN. La madre de Bella y Gigi es Yolanda van den Herik, una ex modelo holandesa que, bajo contrato con la agencia Ford, se hizo célebre en la década de los ochenta por sus altos pómulos, su pelo rubio platinado y su atlética figura. Sus viejas fotos en traje de baño son todo lo que uno necesita para explicar el éxito de sus dos hijas hoy. En 1994, Yolanda se mudó a Los Ángeles y contrajo matrimonio con Mohamed Hadid, un multimillonario empresario de bienes raíces, poseedor de un carácter amable, una melena larga y oscura, y una de las casas más grandes y opulentas de Beverly Hills.
Ahí crecieron Gigi, Bella y su hermano menor, Anwar, que ya comenzó su propia carrera de modelo en “Vogue Teen”. La pareja se divorcio en 2000, y Yolanda se mudó con sus tres hijos a una preciosa casa en Montecito, donde montó una oficina de decoración de interiores. Unos años después conoció a David Foster, el célebre productor musical, responsable de éxitos de Michel Jackson, Barbra Streisand y Michael Bublé, entre muchos otros. Se enamoraron, y contrajeron matrimonio en noviembre de 2011.
Yolanda, nuevamente instalada en una mansión de cuento de hadas, que ocupaba una colina completa frente a las playas de Malibú, dedicó sus días a recoger tomates y limones de su huerta orgánica, mantener su cuerpo en forma corriendo al menos cuatro kilómetros tres veces por semana, educar a sus niños y, sobre todo, a cuidar a su flamante marido.
¿Cómo lo sabemos? Porque eso fue exactamente lo que hizo en sus primeras temporadas en el reality “The Real Housewives of Beverly Hills”, donde, entre esa bolsa de gatos que es el resto de las protagonistas, se destacó siempre por su templanza y sentido común. Los televidentes vieron crecer a Gigi y Bella frente a sus ojos, hasta que se convirtieron en modelos y las tragedias de pronto aparecieron en la vida de su madre.
Hace poco más de un año, Yolanda fue diagnosticada con la enfermedad de Lyme crónica, lo que la obligó a pasar largos periodos en cama, buscando tratamientos alternativos para combatir ese mal. En el camino, perdió su matrimonio. “David tenía en mí a su mejor amiga, su compañera y, con mi enfermedad, yo ya no estaba en condiciones de cumplir ese papel”, explicó frente a las cámaras. Poco después, también por televisión, anunció que Bella y Anwar también sufrían de Lyme, aunque en una versión menos severa que la de ella.
Gigi Hadid se ha convertido en uno de los pilares más importantes en la vida de su madre. A pesar de su demencial agenda de trabajo –aparece en la portada de “Vogue” París este mes, y hace muy poco la marca de jeans Denimlab lanzó su nueva campaña con ella y Kendall Jenner como rostros exclusivos–, siempre se da un tiempo para estar presente en la vida de Yolanda, aunque sea a través de una videollamada (oportunamente captada por las cámaras de televisión).
Por su parte, Gigi ha encontrado en Kendall Jenner a su mejor amiga y compañera. Es comprensible: las dos modelos, las dos educadas en el “universo reality”, las dos mostrando una astucia extraordinaria en el manejo de las redes sociales y las dos con familias que han enfrentado públicamente momentos difíciles y controvertidos.
Por Manuel Santelices