«Pero aún así, no habrá peor ciego que quien no quiere ver las evidencias. Porque para los tuertos no será suficiente con ver las reuniones ilegales de un presidente en video».

Por Carlos Cabanillas

Los vladivideos de Montesinos han distorsionado la noción de lo que implica tener una evidencia delictiva.

No es necesario tener un video de alguien matando para constatar que ha matado. No se necesita encontrar el puñal ensangrentado y al asesino in fraganti.
Basta recordar, por ejemplo, que tanto Alberto Fujimori como Abimael Guzmán fueron condenados por delitos sin una orden firmada a puño y letra, y mucho menos un video.
Lo que sí es necesario es investigar, cruzar, contrastar y demostrar el nexo directo, la relación causa y efecto. Por ejemplo, la explícita correlación entre las reuniones en la casa de Breña y las licitaciones otorgadas de forma irregular. Todo coincide: fechas y montos, nombres y cargos.
Y a eso habría que sumarle el ilegal intento por copar las Fuerzas Armadas, los ministros filo terroristas, las reuniones con espías bolivianos, israelíes, yemeníes, los cocaleros del VRAEM, los agitadores anti mineros, los familiares de ministros y las coimas de US$ 20 mil en el inodoro.
Pero aún así, no habrá peor ciego que quien no quiere ver las evidencias. Porque para los tuertos no será suficiente con ver las reuniones ilegales de un presidente en video. Un presidente reincidente que se ha zurrado en las advertencias de la Contraloría, por cierto.
presidente

«Porque para los tuertos no será suficiente con ver las reuniones ilegales de un presidente en video».

Para los miopes tampoco bastará con ver bolsas entrando y saliendo de la casa de Breña.
Recordemos que incluso cuando salió el primer vladivideo de Montesinos hubo quien dijo que era una farsa. Parafraseando a un genio, ninguna cantidad de evidencia logrará convencer a un cojudigno.