La cinta “Pirú”, definida como una carta de amor a nuestro país, llega a los cines el 5 de octubre para retratar una historia de amistad, unión y humanidad, mientras muestra los paisajes más espectaculares de Cajamarca. A propósito de ello, conversamos con Emmanuel Soriano y Andrés Salas, protagonistas del filme que promete cautivar a los espectadores.
Por Arianna Gonzales
“A veces todo funciona al revés de lo que debería”, se escucha decir en los primeros segundos del trailer de “Pirú”, una cinta dirigida y producida por los hermanos Bismarck y Sara Rojas, que verá la luz después de siete años de haber sido ideada. Definida como “una carta de amor al Perú”, “Pirú” sigue a Emmanuel Soriano (Alí) y Andrés Salas (José María), dos amigos que viajan a Cajamarca por trabajo y, por azares del destino, terminan desviándose de la carretera e impactando su vehículo en una alejada localidad cajamarquina, Quri Suncu. Lo que comienza como una relación de rechazo entre los pobladores de la localidad y los recién llegados, se transforma en un vínculo cercano, sobre todo entre Emmanuel y un niño llamado Mateo.
Esta cercanía es perfecta para mostrar el lado más íntimo de los personajes; sin embargo, todo cambia cuando Alí y José María descubren que, como parte de su trabajo en una minera, deberán hacerse cargo de desplazar a los habitantes de la localidad en la que residen sus nuevos amigos. ¿Podrá la amistad anteponerse a los intereses laborales? La pregunta es respondida a lo largo de la cinta, mientras se exponen mensajes de humanidad a pesar del conflicto, de unión y respeto por las opiniones distintas.
Hablan los protagonistas
El papel de José María tocó la puerta de Andrés Salas como cualquier otro: por una propuesta de casting. Sin embargo, al joven actor solo le bastó escuchar de qué se trataba para convencerse de que debía ser parte de la historia. “Cuando me llaman para decirme que quedé en el casting, no podía más de la felicidad, ni siquiera pregunté quién más estaba. Además, se iba a grabar en Cajamarca, donde yo he vivido por dos años. Mi papá era de Cajamarca. Él falleció en 2006 y nunca pudo verme chambear en teatro. Hacer la película allá era como un homenaje para él”, destaca.
Con el pasar de las semanas, pudo enterarse de que no solo grabaría en un lugar especial para él, sino que compartiría roles con uno de sus grandes amigos del mundo de la actuación: Emmanuel Soriano (Alí, en “Pirú”). “Leí cuál era la premisa y me gustó mucho; al leer el guion, me conmovió cómo manejaban esto que era como una carta al Perú. Yo estaba en una etapa muy receptiva y sensible, llegó a mí en un momento preciso. Sentí que el papel era mío tres días después de hacer el casting; una semana después, me dijeron que así era”, cuenta Emmanuel. La amistad que comparten Salas y Soriano ha sido clave en la construcción de sus personajes, quienes en la película también tienen un vínculo muy fuerte que se ve afectado por sus opiniones distintas.
Salas, quien interpreta a José María, un hombre dispuesto a sacrificar todo por su trabajo, debe enfrentarse a Alí (Soriano), quien se cuestiona qué tanto bien puede hacer su trabajo a los pobladores de Quri Suncu. A Emmanuel, este conflicto le ha permitido ponerse “en los anteojos de otras personas, y ver cómo ven su realidad”, mientras que a Salas le ha dejado reflexionar sobre la importancia del respeto a las diferencias. “Es hermosa la relación que tiene Alí con José María, y a mí me encanta eso, la sinceridad y la franqueza con la que se dicen las cosas, y, a pesar de tener creencias completamente opuestas sobre el trabajo y la vida, respetan sus posturas. Creo que eso es algo que podemos replicar, tener empatía, saber que no todos hemos tenido las mismas oportunidades, el mismo aprendizaje, las mismas familias, la misma geografía. Cada uno es una realidad completamente distinta, y si no apreciamos, valoramos y respetamos al otro, vamos a seguir peleándonos con todo el mundo”, destaca el actor.
Más allá de la conexión dentro del rodaje, recuerdan vivencias fuera de este que muestran su cercanía con el mensaje de la cinta. “Luego de irse, Andrés me mandó un texto larguísimo en el que expresaba lo que había significado grabar la película, rodar en Cajamarca y cómo se había sentido. Un texto cargado de sus bromas, su comicidad y de su sentido del humor. Me pidió que se lo leyera al equipo y lo leí; no me quebré hasta la última línea”, recuerda Emmanuel.
Posdata: te amo, Perú
Con una película que promete reforzar el sentimiento de orgullo de los espectadores con nuestro país, era imposible no profundizar en el vínculo que une a los actores con el Perú y cómo este se ha visto ref lejado en la cinta. “Al Perú lo adoro con todo mi ser. Es un compilado de tantas cosas bonitas, buenas, sanas, místicas, demasiados aprendizajes. Estoy feliz y orgulloso de haber nacido aquí, y creo que nuestra misión (con “Pirú”) es transmitir y enseñar lo que tenemos, en todos los aspectos”, reflexiona Andrés.
Emmanuel, por su parte, comparte el sentir de orgullo de ser peruano; sin embargo, reconoce que hay mucho trabajo por hacer. “Es hermoso haber nacido en este país, pero para mí el Perú es un niño, hay que quererlo, porque necesita mucho amor para crecer. Está perdido, está invalidado, está corrompido, no tiene un rumbo seguro. Me encantan sus paisajes, pero siento que somos como un continente, con distintas culturas y creencias. Nos toca vivir juntos y todavía no aprendemos cómo”.
La diversidad de paisajes que se muestran en “Pirú” trae consigo una inspiración para poner a Cajamarca en la próxima lista de destinos a visitar. Y eso es algo que el dúo de actores resalta. “Cajamarca, creo yo, no ha sido una región tan valorada a nivel turístico, a pesar de tener tantas cosas bonitas. Creo que la parte norte de la sierra del Perú también es una opción para visitar: tienes el Cuarto del Rescate, Los Baños del Inca, Cumbemayo, Las Ventanillas de Otuzco. Creo que esta película también es eso: “Aquí tienes una opción de lo que puedes vivir”, y se muestra gente hermosa, destinos hermosos, historias lindísimas y una problemática también de la que deberíamos hacernos cargo”, destaca Andrés Salas.
Estoy contento porque los paisajes se ven hermosos en las tomas. De pronto, “Pirú” es una invitación a que puedan conocer el Perú en todos sus sentidos, su profundidad, las poblaciones y sus paisajes”, relata Emmanuel.
“Pirú” –apoyada por los estímulos al cine del Ministerio de Cultura y la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios– es también una revalorización de la sabiduría ancestral y de escuchar a la naturaleza. Por ello, los rituales de respeto a la Pachamama no se perdieron durante el rodaje, en cuyo primer día hicieron un pago a la tierra. “Mi relación con la naturaleza es inspiradora –adelanta Emmanuel–; la manera en la que yo encuentro a Dios ahora en la vida es en la naturaleza y en el arte. Estoy llevando una formación de Terapia de Artes Expresivas, tuve un seminario en Ollantaytambo donde todo giró alrededor de eso: ¿cuánto nos da la imaginería peruana a nosotros para expresarnos?, y, obviamente, la naturaleza está incluida en ello. La naturaleza es inspiradora, porque te enseña tanto con sus ciclos, sus texturas, sus aromas; de ella sale el alimento, te limpia tan solo con verla. Con “Pirú” me llevo la resignificación de las situaciones y de las cosas, saber que no todo está perdido por más que uno crea que es así, cómo resignificamos las situaciones y hechos que ocurren, cómo los tomamos y cómo nos involucramos”, resalta Soriano.
“Hay muchas personas que retribuyen lo que reciben de la tierra, y eso es hermoso. ‘Pirú’ es un llamado a comprender que parte de la problemática también es la explotación de la tierra, y hay una parte de la sabiduría ancestral que tienen los personajes de Mateito y Hermelinda, que hablan de eso: la pacha nos está hablando, la pacha nos está diciendo que esta es nuestra tierra, y que si nos quieren sacar, somos como plantas, porque nuestras raíces están acá. Hay que respetar también eso; es parte de la carta de la que te hablaba al inicio, lo que quiere “Pirú” es revalorizar tanto el aspecto material como el espiritual de nuestra riqueza”, concluye Salas.
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