Llegó a Lima gracias al Festival Sala de Parto y a su obra La ira de Narciso, un puesta en escena de autoficción en la que el personaje protagonista se llama como él y dice cosas que él dijo o quiso decir en un episodio real de su vida. En un momento específico, en el fondo de la escenografía, se puede leer una frase de Arthur Rimbaud que refuerza la idea de que cada una de sus jugadas autorreferenciales son también apuestas por otras personas: «je est un autre» («yo es otro») . El dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco está convencido de que, como decía Walt Whitman, cada átomo de una persona es también un átomo de las personas que lo rodean. En ese sentido, al entrevistarlo, por ese breve momento que dura la conversación, yo soy Sergio Blanco y le hago preguntas que él ya se ha hecho o que alguna vez se ha querido hacer.

¿Dicen la verdad los autores que afirman ser ajenos o lejanos a los personajes de sus obras?

No sé si se alejen en verdad. Todo creador trabaja de alguna manera a partir de sí. Este género en el que trabajo, la autoficción, propone hacer un poco más explícito ese compromiso del artista con su obra, de ponerse uno mismo, de nombrarse, de mezclar lo vivido con la ficción. La autoficción es eso: un relato escénico donde se asocia lo real y lo vivido, con la ficción y la mentira. Existe en la narrativa y me interesó importarlo al teatro.

Sergio Blanco es autor de otras obras como Tebas Land (2012) y Kassandra (2008).

Sergio Blanco es autor de otras obras como Tebas Land (2012) y Kassandra (2008).

Las mentiras son contadas en función a la realidad…

Sí, la idea es contar una verdad pero utilizando el poder de la metáfora. Hay una gran cuentista argentina, Ana María Bovo, que dice que hay que coser la verdad con los hilos de la mentira. Y sí, en mis autoficciones hay una mezcla de acontecimientos reales y ficticios. Lo interesante es la mentira. Esa es la diferencia con la autobiografía, donde el autor tiene un pacto de verdad.

Justamente Mario Vargas Llosa hablaba de la verdad de las mentiras.

Exacto. Mientras que en la autobiografía hay un pacto de verdad, en la autoficción hay un pacto de mentira. Cuanto más mentís, más triunfa la autoficción. Te desprendes del documento, de lo real. Eres infiel. A mí me gusta mucho la infidelidad. Y esto es como serle infiel a uno mismo con uno mismo..

Es entonces un triángulo amoroso entre tú, tú y tu otro tú…

Sí, sí. Hay muchos ‘yoes’. La autoficción de alguna manera se divierte con la idea de uno no es un solo yo. El mundo está compuesto de muchos yoes. Por eso yo no creo mucho en la noción de la identidad. Tenemos muchas identidades. Yo mismo soy muchos. Uno puede ser uno y el contrario. No soy acá como soy en una conferencia o como soy con mi familia.

Ahora es común que se aplauda mucho la originalidad y lo genuino. Más de una marca te dices que seas siempre tú mismo. Tú apuestas en cambio por lo contrario.

Es que no creo que uno sea el mismo en todas partes siempre. Me parece que es una pretensión un poco hipócrita y un poco falsa porque uno no puede ser el mismo en todas partes. Yo creo que está bien que estemos compuestos de muchas cosas, que seamos múltiples, que haya una in-unidad del ser. A mí me parece que es interesante que el ser se desparrame en muchos seres.

La ira de Narciso está inspirada en la estadía de Blanco en un hotel de Eslovenia tras ser invitado a brindar una conferencia.

La ira de Narciso está inspirada en la estadía de Blanco en un hotel de Eslovenia tras ser invitado a brindar una conferencia.

¿Cómo se diferencia la autoficción del ombliguismo al que has hecho referencia en algunas entrevistas anteriores?

Lo que digo es que muchas veces a la autoficción se le acusa de ser un exceso de amor propio, de ombliguismo, y no es así. Yo escribo sobre mí no porque me quiera, sino porque quiero que los demás me quieran. No sé por qué molesta tanto que uno busque ser querido. Es un acto noble buscar el amor de los demás. Sin embargo sí hay un Narciso que se mira en las aguas estancadas, putrefactas. Es el Narciso del que se sirve la sociedad del consumo. Yo reivindico otro Narciso, al que se mira en aguas en constante cambio y que sigue ese precepto socrático de “conócete a ti mismo”. Este es un narciso agradable. En este sentido, en la autoficción, busca en sí mismo pero también buscando a los demás, buscando al otro. Como la frase que dice Arthur Rimbaud: “yo es otro”.

¿El agua estancada del narciso del que hablas tiene que ver con una especie de monomanía?

Sí, y el otro en cambio está más abierto a experiencias como conocerse a sí mismo, saber quién es, encontrar al otro. Porque no hay que perder la idea de que existimos gracias a que hay otros. Es la filosofía de Lévinas, que habla del principio de la otredad.

¿Con qué tipo de personas te gusta tener este proceso de conocimiento propio?

Con cualquier persona que tenga en frente. Como existo gracias a la persona que tengo frente a mí, me debo entero a esa persona.

*Las últimas fechas del Festival Sala de Parto son este fin de semana. Para no perderte los talleres y las obras que serán puestas en escena, puedes mirar la programación haciendo click aquí.

Por Omar Mejía Yóplac