Ver el trabajo de François Halard como fotógrafo en el mundo del interiorismo y de la arquitectura es como hurgar dentro de una caja de pandora: está lleno de sorpresas, recuerdos y detalles intangibles que solo él logra capturar. Su sensibilidad es única, elegante y bohemia; es reflejo del viejo mundo; accesible y personal; reconocible al instante y cautivadora.
Por Roque Saldias Fotos: cortesía de François Halard
Conocer su obra es sumergirse en un universo mágico que refleja el carácter de sus personajes, objetos y espacios íntimos. Por décadas, su fotografía nos ha permitido conocer magníficas casas de los creadores, artistas y diseñadores más influyentes del siglo XX y XXI. Personalmente, he seguido el trabajo de François Halard a través de múltiples publicaciones en revistas como Vogue y World of Interiors, además de catálogos y, especialmente, sus libros. El último de ellos, con el que completa su trilogía, Francois Halard 3: New Vision, me motivó a tener esta conversación con él.
Tu nueva publicación aborda a personajes adicionales como Cy Twombly, Isamu Noguchi, Luis Barragán, entre otros. ¿Por qué consideras que ofrece una visión distinta de la de proyectos anteriores?
Esta es una continuación de mis trabajos previos, pero experimentada con mayor libertad. La casa editora me dio carta blanca para expresar mis ideas, por lo que tuve un mayor sentido de apropiación, en combinación con mi gusto y estética personal.
El trabajo en casa de Cy Twombly, por ejemplo, en Bassano in Teverina (Italia), donde vivía y trabajaba el artista, me tomó un año. Es un proceso íntimo que rinde homenaje al arte y personalidad de Twombly y muestra su colección de mármoles antiguos. Me permitió descubrir unos espacios donde la presencia de los blancos, limpios y suaves, son base para una contemplación tranquila, propia de su expresión artística.
También está mi visita al recientemente renovado estudio de Isamu Noguchi, Garden Museum, en Japón, que descubre su entrañable y respetuoso cuidado de las tradiciones japonesas, y el enorme amor por su labor.
Otra gran labor de paciencia fue lograr el ingreso para fotografiar la primera casa diseñada de Luis Barragán. Se trata de la Casa-Jardín habitada por el propio arquitecto hasta 1947, en ciudad de México, ahora llamada la Casa Ortega. Es un proyecto expresivo, con un sublime manejo de la luz y un estudiado y sencillo tratamiento del espacio.
Adicionalmente, el libro presenta un trabajo en Polaroid con intervención de pintura y escritura…
Es un gran conjunto de obras en formato de 1 x 1.30 m. Ha sido como volver a la escuela de arte, me ha permitido experimentar y crear formas con total libertad. Las trabajé en mi casa, en Arles, durante el confinamiento por la pandemia. Se titula “56 días en Arles”.
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La obra de François Halard permite ver el alma de los ambientes y su naturaleza gracias a una empatía –y, más aún, un afecto– hacia los espacios y los objetos, además de su esmerada técnica. Bien lo explicaba Pierre Bergé: “Las fotografías de Halard nos revelan el reverso oculto de un mundo que es el nuestro y que no siempre sabemos ver”.
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