UMA es el proyecto iniciado por dos estudiantes peruanas de Harvard que busca empoderar a las artesanas de Cajamarca y Ayacucho a través de la venta de sus textiles, retablos y piedras huamanga. Hasta ahora son más de 400 mujeres las que han podido salir de situaciones de vulnerabilidad y violencia gracias a esta colaboración. 

Por Redacción COSAS

UMA es el proyecto que nació de la idea de dos mellizas estudiantes de Harvard que conformaron un equipo de 14 peruanos unidos por el interés común de mejorar las condiciones de vulnerabilidad que enfrentan miles de mujeres peruanas y la belleza de la artesanía. Ahora son más de 400 artesanas que trabajan en un proceso de creación y codiseño junto al equipo, para que puedan sustentarse a partir de la venta de retablos, textiles y piedra huamanga. “Nosotros en el 2020 empezamos a trabajar en UMA. Lo que habíamos identificado hasta ese momento era que las mujeres sufrían de violencia de género, y la dependencia económica era uno de los factores causales más importantes. Tenían mantenerse con su pareja, aún en estado de violencia.”, comentaron. 

«Ayacucho y Cajamarca son las regiones con los índices más altos de pobreza y violencia, al mismo tiempo que tienen muchas artesanas talentosas; por lo que decidimos apuntar a iniciar el trabajo con estas dos regiones.» (imagen de @uma.artesanias)

Resultados positivos

Los esfuerzos por cerrar las brechas de género les ha dado buenos resultados. “Hemos incrementado el ingreso de nuestras artesanas en más del 50%, lo que ha generado que el 95% maneje independientemente su dinero, y que el 88% de las parejas apoye su trabajo. Esto ha causado que se reduzcan notablemente las situaciones de violencia.”, afirman. Además, a través del estímulo del trabajo artesanal, UMA también ayuda a mantener la tradición viva. Al respecto, nos comentan que “El Departamento de Arqueología de Harvard, junto al Gobierno Regional de Cajamarca, estaban trabajando en algunos descubrimientos. Hemos ido a Cajamarca este año, y notamos que hay artesanías que las artesanas hacen por herencia que eran parecidas o iguales a los restos arqueológicos. Nosotros queremos usar esta revalorización histórica y cultural como medio de empoderamiento económico.”

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«Ellas hacían diseños que eran lindos, pero se vendían a muy bajo precio. Nosotras, a través de un proceso de diseño en conjunto, hemos adecuado sus artesanías a las necesidades del mercado.» (imagen de @uma.artesanias)

La historia de Haydee 

La historia de Haydee Alca es una de las tantas que UMA ha ayudado a cambiar. Ella heredó el taller de piedra huamanga de su abuelo, en el que solo habían piedras recogidas de la montaña y unas cuantas herramientas. Cuando el equipo la conoció, ella y su esposo planeaban dejar la artesanía para dedicarse a la agricultura y la construcción. “ En ese momento nos recibió en su casa, le contamos que queríamos trabajar con artesanos de Ayacucho, y ella nos dijo que todo el mundo le decía lo mismo y al final no se concretaba nada. Nosotros nos concentramos desde el día uno en vender sus productos y ganarnos su confianza”, nos contaron. 

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«Al inicio, las mujeres no podían terminar sus trabajos, Tenían que tejer de noche, a escondidas de sus parejas.» (imagen de @uma.artesanias)

Haydee y su esposo pasaron de vender su trabajo a dos soles en un mercado, a poder ganar lo suficiente para sostener a su familia. La importancia de UMA en su vida fue mucho más allá de ayudarle a sostenerse económicamente. “Un día nos llama y nos cuenta que su taller estaba inundado, e iba a regresar a trabajar al mercado, porque ya no podía hacer artesanías. Para ayudarla, le compramos todo el stock que tenía y a partir de eso pudo recuperarse poco a poco.”, contaron.  Ahora Haydee se encarga de entrenar a otras 10 mujeres, conocidas como sus pupilas, para que aprendan a tallar en piedra huamanga también. 

Desafiar los roles de género

A través de su programa de entrenamiento, UMA desafía las normas de género y contribuye a la conservación de la tradición. Muchas mujeres tenían que tejer en las noches, a escondidas de sus esposos, porque sino estos quemaban su trabajo. Para muchos hombres, tener una esposa que trabaje atenta contra el concepto que tienen de familia. El equipo nos contó que en varias ocasiones, cuando recolectaban las artesanías, recibían algunas quemadas. Reducir los niveles de violencia en la vida de estas mujeres implicó involucrar a sus esposos en el proceso artesanal. “En Ayacucho, donde no había el apoyo de las parejas a las artesanas, luego del trabajo de UMA, bastantes parejas de artesanas empezaron a apoyarlas al ver los beneficios económicos que este trabajo conlleva.”

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«Nosotras ayudamos con el codiseño, el acceso a material de calidad, la estandarización de productos y la inserción en el mercado.» (imagen de @uma.artesanias)

A raíz de esto, nace el programa “Hombres ejemplares”. Lo tradicional es que los hombres se dediquen al retablismo y la piedra huamanga; por lo que, para que las mujeres artesanas tengan autonomía primero tenían que aprender la técnica. Estos expertos iniciaron talleres para capacitarlas en el arte de los retablos y la escultura. Sin embargo, es importante mencionar que las mujeres de UMA no tienen un aprendizaje pasivo. Muchos hombres también han aprendido a tejer,  y las artesanas han estado a cargo de la enseñanza. 

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