Las cifras a nivel mundial y local advierten de un aumento significativo del consumo de cigarrillos electrónicos entre los adolescentes de 13 a 15 años. ¿Cómo prevenirlos de una práctica que parece divertida y socialmente aceptada, pero que, en realidad, es un peligro silencioso para su salud?

Por Patricia Llaque (*)

Detrás de esa atractiva y colorida humareda que despiden los cigarrillos electrónicos se oculta un panorama muy peligroso: cada vez más adolescentes empiezan a subestimar los riesgos asociados a su consumo. La seductora variedad de sabores de los vaporizadores (más de 7000, que van desde los frutados hasta los más tentadores, como menta o chocolate) está diseñada para atraer a los más jóvenes.

La Organización Mundial de la Salud propone prohibir fumar y vapear en las escuelas de todo el mundo.

Un estudio publicado en 2023 por el organismo de Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ya alertaba de que los adolescentes se sienten especialmente atraídos por esos sabores. El resultado de esa estrategia comercial ya ha empezado a reflejarse en algunas investigaciones: el vapeo pasó a ser más habitual que fumar cigarrillos entre los adolescentes, al menos en Europa, Asia Central y Canadá, según un informe de 2022 coordinado por la Universidad de Glasgow y encargado por la Organización Mundial de la Salud. El 32% de los jóvenes de 15 años confesaron haber usado cigarrillos electrónicos en algún momento, y el 20%, en los últimos 30 días.

Una tendencia también en el Perú

En el Perú, el uso de estos dispositivos ha mostrado un aumento en los últimos años: si en 2014 alcanzaba una prevalencia del 3,8%, en 2019, los resultados obtenidos por el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del Ministerio de Salud revelaron que un 6,3% de los adolescentes entre 13 y 15 años se declararon fumadores de cigarrillos electrónicos.

Por ahora, la regulación sobre la comercialización y el uso de estos dispositivos es insuficiente, lo que facilita su venta libre en muchos casos, incluso a menores de edad. Sin embargo, existe una iniciativa legislativa en el Congreso, impulsada por la parlamentaria Katy Ugarte en 2022, que sigue a la espera de ser discutida para ver si es posible controlar la comercialización, importación, publicidad y consumo de estos productos.

Actualmente, hay más de 200 mil personas que vapean a diario en el país.

Lo nocivo no es nada divertido

Debe quedar claro, sobre todo a los padres de familia, que los cigarrillos electrónicos no son inofensivos. Su consumo conlleva riesgos a largo plazo, como el desarrollo de adicción y complicaciones de salud. De acuerdo a un estudio de 2014, publicado por “JAMA Pediatrics”, la revista médica de la Asociación Médica Estadounidense, los jóvenes que vapean pueden ser más propensos a empezar a fumar y les resultará más difícil dejar de consumir nicotina.

Entre las complicaciones de salud están, sobre todo, las cardíacas, y ahí se incluyen la hipertensión  pulmonar y un mayor riesgo de infarto de miocardio, según la Asociación Estadounidense del Corazón. En el ámbito pulmonar, el vapeo se ha asociado a infecciones, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma y cáncer de pulmón, de acuerdo a un estudio difundido en 2019 por la revista “BMJ” (British Medical Journal). Además, estos dispositivos pueden provocar daños neurológicos, debido a la exposición prolongada a compuestos tóxicos.

Los padres tienen la misión de entablar una conversación abierta y empática con los adolescentes para educarlos de manera informada: establecer límites claros y buscar ayuda profesional en caso llegue a ser necesario. A nivel médico, además, es importante la transparencia con el neumólogo de turno si el consumo es frecuente. Las complicaciones inmediatas suelen presentarse en forma de neumonía o crisis de asma, pero, como habitualmente los pacientes se niegan a admitir el consumo de vapeadores, el médico especialista no puede hacer un diagnóstico efectivo. En estos casos, la responsabilidad de los padres es aun más decisiva.

(*) Pediatra especializada en Neumología Pediátrica y gestora del servicio de Neumología en el Instituto Nacional de Salud del Niño – San Borja.

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