El magnate planea una residencia única en los Dolomitas: un proyecto arquitectónico de 800 metros cuadrados con piscina suspendida, spa subterráneo y tecnología domótica
Elon Musk ahora busca revolucionar el concepto de vivienda en la montaña. En el corazón de los Dolomitas, una de las maravillas naturales más imponentes de Italia, el visionario empresario, siempre un paso adelante en innovación, ha encargado a un equipo de arquitectos italianos la creación de una residencia que no solo ostentará lujo y tecnología, sino que también redefine la relación entre arquitectura, naturaleza y sostenibilidad.
El prestigioso arquitecto Alessandro Costanza y su estudio BlueArch recibieron la propuesta en circunstancias tan misteriosas como inspiradoras. «Nos contactaron a través de intermediarios; solo sabíamos que era un terreno inclinado de 4.000 metros cuadrados», revela Costanza al Corriere del Trentino. Semanas después, el equipo presentó un diseño sin precedentes: una vivienda que parece flotar entre la tradición y el futuro, con formas que desdibujan las reglas y evocan la mente dinámica de su futuro propietario.
La residencia, concebida como un “caparazón de tortuga explotando”, tiene 800 metros cuadrados y tres niveles de estructura futurista en hormigón armado. Pero no es solo un espectáculo visual: el equilibrio entre tecnología avanzada y materiales tradicionales como la madera y la mampostería es clave. Costanza enfatiza: “Es arquitectura que respira, que dialoga con su entorno sin perder carácter”.
Aún con su rasgo monumental, la casa está diseñada para ser sostenible. Sus sistemas de control domótico, integrados en una red inteligente, permiten optimizar el consumo energético, mientras que el uso estratégico de materiales locales y naturales reduce el impacto ambiental.
Un reto creativo sin precedentes
Entre sus elementos más atrevidos se encuentra una piscina suspendida de 30 metros, completamente transparente, que se convierte en un puente entre el edificio y el paisaje circundante. Más allá de lo visual, destaca también una cámara criogénica y un vestidor oculto bajo el suelo, detalles que muestran cómo la funcionalidad puede coexistir con la extravagancia.
Para Costanza, este proyecto representa mucho más que un encargo; es el culmen de una búsqueda arquitectónica: “Es un edificio que se autogenera, que toma vida propia. Como si escapara de nuestras manos”. Esta mezcla de caos controlado y precisión técnica refleja no solo la visión de Musk, sino también la capacidad del estudio de llevar la arquitectura a su límite creativo.
Aunque el terreno original fue vendido antes de ser adquirido, BlueArch encontró una nueva ubicación, aún más exclusiva, para desarrollar esta visión revolucionaria. La pregunta queda en el aire: ¿se materializará esta residencia que parece salida del futuro? A todos nos queda claro que para Elon Musk, todo es posible.
Una cosa es segura: el verdadero desafío no es construir una casa, sino crear un símbolo. Entre montañas centenarias y tecnología vanguardista, esta obra promete ser mucho más que un hogar: será un legado que redefine cómo habitamos la naturaleza.