El pintor Roldán Pinedo y el fotógrafo Javier Silva Meinel exhiben su arte en la madrileña galería Memoria. Con la Amazonía peruana como tema central, las obras exploran la cultura y cosmovisión de los shipibo-conibo.
Por Redacción COSAS
La galería MEMORIA en Madrid presenta «Páro Ques̈há», una exposición que conecta el arte del pintor shipibo-conibo Roldán Pinedo y el fotógrafo Javier Silva Meinel. Este diálogo visual explora la riqueza del corazón de la Amazonía peruana y la cosmogonía del pueblo shipibo-conibo.
El medio The Objective conversó con los artistas y los curadores de la muestra, Alejandro de Villota y Pedro Vasconi. «En el idioma shipibo, páro ques̈há significa estar a la orilla del río, esa sensación abrumadora de observar la fuerza del agua, la incertidumbre de su profundidad, o la belleza del caudal que corre entre colores y coreografías» explicó Vasconi.
Un diálogo entre la pintura y la fotografía
Para el medio THE OBJECTIVE , Pedro Vasconi comentó que, para desde su perspectiva personal, la cultura shipibo-conibo otorga un carácter sagrado a los objetos a través de los dibujos que los decoran. «En su tradición, las pinturas, cerámicas, vestimentas, telas, canoas y hasta las casas reciben un espíritu que cobra vida al conectarse con un lenguaje cósmico. Estos patrones, conocidos como kené, son geometrías complejas y abstractas que evocan la piel de Ronin, la gran serpiente creadora del universo. Los kené no se crean al azar: son revelados por deidades durante ceremonias con ayahuasca y entregados a mujeres y sacerdotes para plasmarlos en los objetos» detalló el curador.
Asimismo, el arte kené es una experiencia que escapa totalmente de la cosmovisión occidental, pues, como agregó el curador, «el acceso al pensamiento artístico se entiende como un contacto con los misterios de lo divino«. En la entrevista, Vasconi detalló que se decidió conectar las obras de Pinedo con las de Silva Meinel, dado que el fotógrafo «se ha volcado en investigar y visibilizar las contemporaneidades ocultas que cohabitan el mundo «desde los márgenes», frente a la hegemonía del canon occidental». A través de sus fotografías, Silva Meinel explora una tensión entre lo «terrenal y lo espiritual» que se hace «latente en las obras realizadas junto a la comunidad shipibo-conibo y se manifiesta en una mirada que dignifica los sujetos como arquetipos de la belleza inefable de una humanidad genuina e inquebrantable.»
Las obras de Roldán Pinedo
La muestra exhibe varias de las obras más destacas de Pinedo, como «Bufeo con Kené» y «La última cena» que, en palabras del artista, «es una representación shipiba de esta escena tan simbólica. Como alimento principal aparece el «paiche», el pescado más grande de la Amazonía, puede llegar a medir hasta cuatro metros, y es además parte de nuestro cotidiano.»
También, uno puede encontrar obras que representan las plantas medicinales amazónicas, como «Árbol de la Copaiba», que es mostrado rodeado de la ayahuasca. Pinedo explicó que se trata de «una planta que siempre trepa y envuelve.» Además, la representación de los pájaros también se hace presente en las pinturas, pues «son aves espirituales que reconocen cuál es el mal que padece la persona.»
«Mi obra existe sobre todo porque quiero preservar mis tradiciones, nuestra cultura, que a veces parece tan denostada. Quiero que se conozcan los animales, la flora, la fauna que tienen tanto conocimiento y que tan poco se respeta» declaró el artista. Originario de Yarinacocha, Pinedo, cuyo nombre shipibo es Shoyan Sheca («ratón inquieto»), explica que su obra se inspira de su propia historia.
La obra de Javier Silva Meinel
El escritor Guillermo Niño de Guzmán ha comentado que la obra de Silva Meinel tiene la habilidad de transformar la realidad a través de su lente y que revela «composiciones en las que los hombres o animales suscitan extrañas asociaciones en nuestra memoria». El fotógrafo contestó que eso se debía a que su tema principal son «los encantados». «Mi interés por la selva, es de toda la vida, pese a que fotografiarla no es sencillo. Al hacer fotografía en blanco y negro, el verdor propio del territorio complica la técnica. Por ello decidí fotografiarla separando a las personas con un fondo y mostrar así a sus habitantes»
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