Natural de Abancay, estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y esa base le sirvió para analizar a fondo los problemas sociales y políticos de nuestro país. Se describe como “un tipo que tiene mucha humildad”, a quien siempre se le encuentra de buen ánimo, pues se dedica al humor.

Por: Belén Medina Pizarro

¿Cómo son tus recuerdos navideños de infancia?

Generalmente paso la página, porque no eran muy buenos, porque éramos trece hermanos y mi papá era un empleado de la Caja de Deportes y Constitución del Departamento de Recaudación. No tuvimos una niñez muy acomodada, pero tampoco éramos acomplejados.

Si pudieras cambiar algo de la época de fiestas, ¿qué sería?

Nada. Siempre he sido un niño feliz, con escasos recursos, pero feliz.

¿Qué es lo que más valoras en esta época de fiestas de fin de año?

Sobre todo la honestidad.

Ahora que se acerca el Año Nuevo, ¿cuál es tu deseo para el Perú?

Bueno, que mi paisana la chalhuanquina dé un paso al costado, porque realmente estamos en un caos terrible. Yo creo que sería lindo un cambio, o adelantar las elecciones, porque necesitamos que este país, que es tan rico, se recupere de todo el atraso que tenemos.

¿Qué regalarías a los peruanos?

Un nuevo gobierno, de un tipo como Belaunde, que esté enamorado de su país, que sea honesto y que tenga habilidad de gobernar.

¿Cuál es el mejor consejo que podrías dar?

Primero, que para llegar a presidente de la República hay que leer, hay que instruirse, hay que cultivarse, gobernar bien y no ser corrupto.

¿Cuál es el truco para ser un comediante?

El comediante no se hace ni se lleva de trucos; yo pienso que el comediante nace, no se hace. No se puede ir a una farmacia a comprar una pastilla para hacer reír. Y, claro, ese comediante también debe ser instruido, para no caer en corrupción.

¿Es rentable ser humorista en este país?

Sí, si eres bueno, eres rentable.

¿Qué es lo más maravilloso que te ha tocado vivir?

El día que me dieron el diploma de abogado, porque con eso cumplía los anhelos de mi padre y los míos. No pensé que la payasada me daría para vivir a mí y, de paso, ayudar a mi familia.

¿Y lo más difícil?

Nada, todo fue fácil. Primero, cuando yo hacía giras por provincias, me aplaudían de pie, porque logré levantar la imagen del cholo.

¿De qué logro o logros te sientes más orgulloso?

De todos, porque todos me llevaban a la meditación, a soltarlo al aire, pero eran bien hechitos y duraderos.

¿Qué trabajos has realizado que recuerdes con aprecio?

Todo. Siempre me he entregado con alma, corazón y vida. Yo he tratado de no hacer cositas, sino cosas.

¿Quién es la persona que más admiras?

En la literatura, obviamente, a nuestro premio Nobel y también al colombiano Gabriel García Márquez, que es extraordinario. Admiro mucho al andahuaylino que escribía entre quechua y castellano, José María Arguedas, porque también soy quechuahablante.

¿Cómo te gustaría ser recordado?

Como un hombre honesto, honrado y exitoso.

Si pudieras cenar con alguien, vivo o fallecido, ¿a quién elegirías y por qué?

No, yo elegiría a una chica linda, aunque ella me elegiría a mí.

¿Qué cambiarías de tu pasado si pudieras volver atrás?

Nada. Yo logré cosas que ni pensaba. Superé mis propias expectativas, por eso estoy satisfecho.

¿Cómo consideras que debe ser la actitud ante la vida?

Honesta, simplemente honesta, porque este es un país deshonesto. Es un país corrupto, y para arreglar eso… ¡Dios nos coja confesados!

¿Es tu alter ego Camotillo el tinterillo?

No, no creo. Tiene mucha humildad también y, más bien, no se casa ni con la izquierda ni con la derecha, está al centro.

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