Reconocido por crear los vestidos de Irene de Romaña, Isabela Merced y el traje nupcial de Isabel Byrne Granda, el diseñador peruano convirtió una etapa difícil en una oportunidad para enseñar bordado y pintura a los internos del penal de Lurigancho

Por: María Jesús Sarca Antonio

Entre rejas y muros de concreto, Emilio Bibiloni convirtió su tiempo en prisión en un taller de creatividad. Desde diciembre de 2021 hasta junio de 2023, estuvo recluido en el penal de Lurigancho, por circunstancias de la vida, donde enseñó un curso de bordado, pintura y estampado a internos a través del programa Cárceles Productivas del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y juntos crearon una colección que llegó a desfilar en el penal de mujeres de Chorrillos.

Emilio Bibiloni

Además de la línea femenina, Emilio también experimenta con diseños para el público masculino. | Foto: Ysor Cóndor.

Desde temprana edad, Emilio se familiarizó con telas, hilos y patrones gracias a su familia. «Mi abuela fue modelo y yo la observaba confeccionar su propia ropa. Mi bisabuela recibía encargos de sus amigas para bordar vestidos y con siete años, me enseñó a bordar en hilo. Ambas se convirtieron en mi inspiración», recuerda.

Su formación se inició con estudios en MODART y se complementó en talleres, como los de Maira Jimena, con donde aprendió moulage experimental y a «jugar con las formas”. Además, Emilio enriqueció su técnica trabajando con referentes peruanos en la moda. “De Noe Bernacelli aprendí a jugar con las transparencias, y de Ana María Guiulfo, con quien trabajé cerca de tres años, aprendí mucho más. Es muy buena, tiene una personalidad increíble. La considero como una segunda mamá, la quiero un montón. Es mi referencia de un diseñador: ser tal y como ella es”, explica. De esa relación aprendió, por ejemplo, cómo fijar la pintura sobre las telas sin que se corra, así como la importancia de respetar, valorar y proteger al equipo de trabajo.

Isabela Merced

Isabela Merced posa con uno de los vestidos diseñados por Emilio Bibiloni. “Trabajar con ella fue increíble: es muy profesional y, al mismo tiempo, cercana”, recuerda. | Foto: Carlos Salazar.

Emilio Bibiloni

Emilio Bibiloni juega con tonalidades oscuras y doradas en sus diseños para transmitir resiliencia y renacimiento. | Foto: Carlos Salazar.

Emilio Bibiloni

Emilio tiene una predilección particular por los encajes en sus prendas, para lograr que sus vestidos reflejen la personalidad y el estilo de cada clienta. | Foto: Fionna Musso.

Prisión y enseñanza

Durante un año y medio, Emilio vivió una experiencia que transformó su enfoque creativo y social. “El INPE se enteró de que yo era diseñador de modas y, después de unos tres meses, me dijeron si podía hacer algún proyecto con ellos. Les interesaba mi arte y sentían que sería bueno experimentar con algo así, en lugar de solo pasar mi pena ahí. Me dejaron hacer una colección conjunta con ellos, con su apoyo”.

Dentro del pabellón 2, dictó clases a internos de 18 a 20 años. “Yo les enseñé a bordar, a pintar, a sellar ropa, a aplicar pintura sobre telas. No estaba ahí para juzgar a nadie, simplemente iba a enseñarles habilidades para que pudieran mantenerse por sí mismos. Algunos tienen condenas de 15 o 20 años y sus familias ya se cansaron de apoyarlos”.

Emilio Bibiloni

Prenda realizada por un alumno del penal de Lurigancho, durante el taller de pintura impartido por Emilio Bibiloni, con la guía de los artistas Nicolás Adrianzén y Teresa Bracamonte. | Foto: Ana Yacs.

El director creativo Christian Duarte fue su principal aliado. “Él era la persona quien, desde afuera, conseguía el trabajo para los chicos. Les enseñé a coser y ellos hicieron los tote bags para un evento en Callao Monumental. Me gustó ver cómo, poco a poco, podían reinsertarse y ganar su propio dinero. Se les pagaba lo mismo que se pagaría afuera. Christian fue un gran apoyo para mí, mi apoyo más grande en ese momento. Me ayudó a no enfocarme en la depresión”.

Alrededor de 120 internos participaron en el taller, de los cuales 30 continúan hoy en actividades de bordado y pintura para distintas marcas. “Todas las prendas que hicieron fueron 100 % hechas ahí: desde la costura hasta el bordado. El INPE se encargó de todos los materiales”.

Emilio Bibiloni

Este vestido, perteneciente a la colección Resocialización con nombre de mujer, fue bordado con lentejuelas por uno de sus alumnos. | Foto: Abi’s Studio.

La colección se presentó en una pasarela organizada en el penal de mujeres durante el Día de la Mujer. “Fue un cierre muy bonito. Christian se encargó de contactar a las marcas y diseñadores. Muchos aceptaron, pero la única diseñadora que se presentó fue Ana Tafur de Sake. Fue increíble: trató genial a todo el mundo, todos la amaron”.

El arte como vehículo de transformación

El tiempo en prisión reafirmó su vocación y le permitió descubrir su capacidad docente. “Gracias a ellos pude seguir con mi arte y no lo apagué. Ahí me di cuenta de que era un buen profesor. Me dijeron que había impactado en ellos, que fui un agente de cambio. Busqué, dentro del lugar más oscuro y quise demostrar que, aunque estés en el peor momento de tu vida o en el infierno, puedes decidir quién quieres ser. Yo no quise ser un demonio más. Dije: ‘No, no voy a hundirme aquí; voy a salir e iluminar a todos los que pueda en mi camino’”.

El INPE brindó apoyo psicológico constante. “La pasé súper mal, pero debo agradecer al completo equipo de psicología y gracias a ellos no me hundí. A veces necesitamos una guía: así como uno se enferma físicamente, también mentalmente. Todos necesitamos ayuda de vez en cuando”.

Emilio Bibiloni

Emilio continúa vinculado con los internos y planea para el próximo año nuevos proyectos de bordado. | Foto: Ysor Cóndor.

El espectro creativo de Bibiloni

Emilio también es DJ, un gusto que también germinó en su círculo familiar, ya que su papá era dueño de una discoteca en Barranco cuando era niño. «Decidí empezar a descubrir como me siento a través de la música». Para él, la creatividad se encuentra en cualquier rubro: «Creo que el arte está en todos lados, como en la música, en el diseño, en la cultura”.

Su proceso creativo de Emilio está íntimamente ligado a la emoción y la introspección. Su próxima colección, Inquebrantable, está inspirada en su resiliencia: «Después de mi última sesión de ayahuasca, hice esta colección inspirada en mi reconexión con mi niño interior».

Emilio Bibiloni

Emilio Bibiloni participó en eventos como DGTL y fue llamado para ambientar un desfile en Victoria Bar: «Uno de mis sueños es tocar para Superclub o Vastion Group». | Foto: Ysor Cóndor.

El trabajo de Emilio refleja la dualidad entre delicadeza y fuerza: “Me encanta trabajar con encajes, porque pueden resultar tierno, sensual, sexy, romántico. Incluso puede llegar a ser un poco gótico”. Su atención a los detalles y la relación con las clientas terminan en fuertes vínculos. «Mis clientas terminan siendo mis amigas”. Esa cercanía permitió proyectos complejos, como la confección del vestido de novia a distancia de Isabel Byrne Granda. «Por la confianza me dijo que quería que yo sea el que le haga el vestido de novia con una sola prueba. Me envió sus medidas y resultó todo perfecto”.

Emilio Bibiloni

Isabel Byrne luce el vestido de novia diseñado por Emilio Bibiloni. «Hacer su vestido a distancia fue un reto único», confiesa el diseñador.

Emilio Bibiloni

Emilio diseñó uno de los trajes de novia que Alexandra Tavoulari de Romaña lució en su boda con Andrew Cavendish.

Emilio Bibiloni

Este elegante conjunto blanco también fue diseñado por Emilio especialmente para Alexandra.

Emilio Bibiloni

Este diseño en pedrería fue creado para Irene de Romaña, quien lo lució en la boda de su hija Alexandra.

En cuanto a sus precios, los vestidos de novia oscilan entre 1,800 y 2,000 dólares, mientras que los vestidos largos se cotizan entre 1,200 y 1,300 dólares. Los modelos cortos, dependiendo de la complejidad del bordado, van de 600 a 800 dólares.

 

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