Desde sus inicios en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Valentina Saba forjó su vocación como actriz. Hoy consolida su carrera tras debutar en televisión con Maricucha, participar en la producción estadounidense de Hallmark Channel filmada en el Perú y protagonizar Cuadrilátero, cinta que representará al país en los Premios Goya

Por: Diego Ochoa Acosta

A los once años, Valentina Saba descubrió su vocación por la actuación. Se formó en la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde entendió que la disciplina y la sensibilidad son parte del mismo oficio. Su mamá, quien falleció hace algunos años, fue quien primero la animó a seguir su instinto y probar suerte en un taller de verano. Desde entonces, Valentina no ha dejado de actuar.

Valentina Saba

La actriz participa también en Machu Picchu Proposal, producción del canal estadounidense Hallmark Channel filmada en el Perú, con la que marca su debut internacional.

Debutó en televisión con Maricucha, y este año dio el salto internacional con Machu Picchu Proposal, una producción estadounidense de Hallmark Channel filmada en el Perú. Además, protagoniza Cuadrilátero, película que representa al país en el camino hacia los Premios Goya.

Fuera del trabajo, lleva una vida tranquila. Está casada desde hace un año, estudia cerámica y comparte su día a día con sus perros, a quienes considera parte de su familia. Con paso firme y sin apuros, Valentina Saba se consolida como una de las actrices más prometedoras de su generación.

Terminaste el colegio, entraste a la Católica y, antes de acabar la carrera, debutaste en el cine. ¿Por qué esperaste hasta terminar el colegio? ¿Fue decisión tuya o de tus papás?
No, fue por oportunidad. En verdad no sabía dónde buscarla ni cómo empezar. Nadie de mi familia ni de mi entorno se dedicaba a esto, entonces no tenía idea de cómo entrar al mundo, hacer contactos o moverme. Fue recién cuando entré a la Católica que entendí lo que era el networking, y gracias a una profesora —sin buscarlo— la vida me fue llevando por ahí. Me hubiera encantado empezar más chica, pero también creo que los tiempos son perfectos.

La Católica tiene fama de formar actores más teatrales que televisivos. ¿Cómo fue tu experiencia?
Mi camino fue amable. Sí entiendo que la facultad te da una disciplina que también te la puede dar la cancha, pero creo que ese enfoque viene del respeto por la preparación y las herramientas. Cuidan mucho que cuando alguien dice “soy egresado de la Cato”, sepan que es una persona responsable y respetuosa, tanto con su trabajo como con el equipo. La formación continua te da disciplina, visión y te abre el universo, porque conoces gente que quizá se va por dirección, por guion, etc. Al final, somos actores: contamos historias, ya sea en teatro, cine o tele. La energía cambia, pero la esencia es la misma. Ese prejuicio existe, sí, pero conmigo todo fue muy amable.

Valentina Saba

Valentina Saba, actriz peruana formada en la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, protagoniza la cinta Cuadrilátero, seleccionada para representar al país en los Premios Goya 2026.

¿Hay muchos egresados de la Católica que hoy trabajen en el medio?
Sí, hay varios. Pau, por ejemplo, también es de la Católica. Miguel Dávalos, Yuliana y Sandra Muente, Brigitte de Juné, Lilian Esquiapia Pietra, Du San Fung… muchos. Pero también es cierto que la mayoría se queda en las tablas, porque es lo que más nos enseñan.

¿Tus papás apoyaron tu decisión de estudiar actuación desde el inicio?
Sí, siempre me apoyaron en lo que quería hacer. No cuestionaron mi vocación. Igual hay una anécdota graciosa: cuando dije que iba a postular a la Católica, me decían “Valentina, te van a pedir examen teórico, matemáticas, no vas a ingresar”. Yo les decía tranquila, si es para mí, va a ser. Nunca me estresé con el ingreso, a diferencia de mis compañeros que hacían la pre o se preparaban. Mi mamá solo me pidió que estudiara en una universidad, la carrera que quisiera, pero con título universitario. Yo quería irme a Buenos Aires, pero me dijo: “Primero estudia actuación en Lima, luego haz lo que quieras”. Así entré a la Católica.

¿Cómo fue el proceso de ingreso a Artes Escénicas?
Tenías que pasar dos etapas: el examen teórico de la universidad y luego los exámenes artísticos de la facultad. Si no pasabas el artístico pero tenías un puntaje mínimo, podías quedarte un año en Generales y volver a postular. En mi caso, no alcanzaba ese puntaje, así que tenía que pasar sí o sí los exámenes artísticos, porque si no, no tenía universidad. Por suerte ingresé a la primera.

Tu mamá te animó a probar antes con un taller. ¿Eso te confirmó la vocación?
Sí, ella me dijo que me metiera a un taller de verano en la Católica para ver si realmente quería ir. Lo hice, y cuando me vio tan feliz yendo y volviendo todos los días, me dijo: “Ya está, es lo tuyo, no puedo ir en contra de eso”.

Luego vino tu primera experiencia en televisión con Maricucha. ¿Qué papel interpretaste?
Carla. Era mi primera vez en tele. Había hecho muchos castings durante la universidad y nunca quedaba en ninguno. Era frustrante, aunque también me daba ansiedad pensar qué iba a hacer si quedaba, porque no podía dejar la universidad. Hoy, viendo atrás, creo que me hubiera ido a trabajar, pero agradezco haber terminado la carrera.

¿Cómo fue ese casting?
Después de la pandemia, hice dos castings y no quedé. Me frustré y me fui a Madrid a estudiar. El día que me iba me escribieron de Del Barrio para un casting. Lo grabé desde Madrid, sin mucha expectativa, y un mes y medio después me llamaron: había quedado para la antagonista. Imagínate, era un elenco top. Fue increíble.

¿Qué se sintió ser la antagonista en una serie tan popular?
Fue divertido y loco a la vez. Era villana dentro de una comedia, lo que cambia totalmente el código. En la calle la gente me gritaba “¡no te metas con él!” (risas). Me pasaba con señoras, sobre todo por las historias de amor del personaje. Después, en la segunda temporada, mi personaje dejó de ser villana para volverse aliada de la protagonista, y fue bonito ver ese cambio también en el público.

Después de Maricucha llegó Cuadrilátero, tu primer protagónico en cine. ¿Cómo llegó ese proyecto?
Por casting. Me moría por hacer cine otra vez. Cuando leí el guion me encantó, era algo distinto, con una propuesta nueva. Me dio un poco de miedo, pero me animé. Hice el callback, conocí al director, Daniel, y me encantó su visión. Quedé, y fue una experiencia increíble.

¿Superó tus expectativas?
Totalmente. Al principio lo asumí como un reto personal, sin pensar en el éxito. Sabíamos que era una propuesta diferente, no masiva, pero cuando la vimos por primera vez en Suiza y sentí la reacción del público, dije “guau”. Ha tenido una recepción increíble y varios premios en festivales.

Y además fue elegida para representar al Perú en los Goya.
Sí, ya está anunciado. Sería un sueño que la seleccionen. Siempre soñé con estar en un Goya o en San Sebastián, más que en un Oscar, la verdad.

¿Pudiste acompañar la película en su recorrido por festivales?
Sí, fui a Suiza, al Festival de Friburgo. La película ha viajado mucho y ha ganado premios en distintas categorías: dirección de arte, fotografía, mejor actriz… Es un orgullo.

¿Cómo te sientes hoy en este momento de tu carrera?
Feliz, agradecida, pero con ganas de más. Me gustaría hacer un proyecto internacional, ojalá en España o en Colombia.

Y en lo personal, acabas de cumplir tu primer año de casada. ¿Cómo manejas el equilibrio entre tu vida privada y la actuación?
Estoy aprendiendo a encontrar balance. Amo mi trabajo, y cuando no estoy grabando, lo necesito. Pero también he aprendido a encontrar calma: hace dos años estudio cerámica, y eso me da paz cuando no hay proyectos. Igual, sigo entrenando, leyendo, preparándome. En Perú no hay tantas producciones, así que trato de mantenerme activa.

 

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