Un descubrimiento de nuestra casa editorial, Clara Camilla, de solo 14 años, es la joven promesa que cabalga entre montañas y caballos en el Valle Sagrado. París y Cannes ya la vieron brillar. Y ahora es una esperanza de la moda que combina ambición y autenticidad.
Por Tony Tafur | Fotos: Mid Meza
Con una voz nítida y a la vez de reserva para disfrazar su aplomo, la joven modelo de 14 años Clara Camilla –alemana de nacimiento y peruana por elección afectiva– nos permite filtrarnos en los pormenores de su corta pero contundente inmersión en el mundo de la moda, donde una mezcla de disciplina, intuición y natural elegancia empieza a perfilarla como una de las nuevas promesas del circuito internacional.
A primera vista, Clara transmite serenidad. Pero basta escucharla unos minutos para descubrir a una adolescente con una sorprendente madurez interior, una claridad de propósito poco común y una sensibilidad moldeada entre dos culturas que le han enseñado a mirar el mundo con amplitud. Su historia es la de una joven que crece entre paisajes y pasarelas, entre el sosiego del Valle Sagrado y la intensidad de los flashes parisinos.

El modelaje fue una profesión por la que se interesó desde los 11 años, mientras observaba las sesiones de fotos de Modelable, la marca de ropa de su madre.
Raíces y primeros pasos
“Hogar, para mí, es Pisac”, dice Clara sin dudar. El pequeño pueblo del Valle Sagrado donde pasó gran parte de su infancia se convirtió en su centro emocional, en ese lugar al que siempre vuelve. Hija de padres alemanes, creció entre montañas, caminos de tierra y una vida simple, marcada por la naturaleza.
“De niña me gustaba explorar”, recuerda. Su educación fue poco convencional: un inicial en el bosque, Waldkita Murifeld en Suiza, luego homeschooling con su madre y, más adelante, una escuela en Pisac, Wiñaypaq. Hoy estudia de forma virtual en la escuela alemana Wilhelm von Humboldt Online Privatschule, lo que le permite continuar su formación mientras viaja. “Lo que más me gustaba del jardín era que podía ser libre, independiente, jugar afuera, dormir incluso cuando llovía o nevaba. Era una etapa feliz”.
Ese espíritu libre sigue acompañándola. Clara no se aferra a los lugares, pero lleva cada uno en la memoria: los olores del bosque húmedo, la textura de la lana teñida naturalmente, los silencios del Cusco profundo. Todo eso –dice su madre– está en su manera de mirar, en su forma de caminar, en esa elegancia que parece venirle de adentro.
Su madre, Tina Güntner, lo confirma con ternura: “Clara nunca siguió las normas. Nació dos meses antes, casi muere, y desde entonces pelea por todo. Es fuerte, con una mente muy grande para su edad. Nunca quiso copiar a nadie; Clara es Clara al 200%”.

Tiene una convicción que desarma. “Desde niña supo lo que quería”, comenta su madre Tina, sorprendida por su precoz determinación.
Peinado: Karina Sian
Maquillaje: Sofía Arana
Stylist: Adelayda Martínez
Ropa: Balkanica, Sake y Bipolar.
Encuentra la entrevista completa en la edición de noviembre de COSAS, 753.
Suscríbase aquí a la edición impresa y sea parte de Club COSAS.