La actriz y su esposo, el diseñador Adam Shulman, reinventaron una antigua casa con pasado legendario —que alguna vez perteneció a Yves Saint Laurent y Wes Anderson— en un cálido hogar familiar en Ojai, California.
Por: Redacción COSAS
En las colinas de Ojai, a un par de horas de Los Ángeles, Anne Hathaway y Adam Shulman encontraron un refugio que parece salido de un cuento. La propiedad, una mezcla de chalet suizo y casa de campo californiana, guarda una historia tan fascinante como su arquitectura: fue hogar de Yves Saint Laurent, después del director Wes Anderson, y escenario —según dicen— de las inolvidables fiestas de Año Nuevo que él celebraba junto a David Bowie.
Hoy, bajo la mirada creativa de la interiorista Pamela Shamshiri, el lugar volvió a cobrar vida con una estética que combina historia, arte y calidez familiar. “Pam se entregó por completo”, dice Hathaway. “Le dio al espacio alma, humor y sofisticación sin quitarle su esencia”.

Anne Hathaway aparece actualmente en la serie de Amazon Modern Love. Nada de relaciones complicadas: al visitar por primera vez esta casa de dos pisos, la actriz lo sintió como amor a primera vista. “Pude imaginarme criando aquí a mis hijos”, recuerda. Hoy, ya es madre por segunda vez.
Un chalet suizo con alma californiana
Construida originalmente en 1906 y reconstruida tras un incendio en 1917, la casa conserva su estructura original, obra de los arquitectos Myron Hunt y Elmer Grey, responsables también de la icónica residencia de Henry Huntington. En sus techos inclinados y vigas de madera aún se percibe el espíritu de montaña, pero los Hathaway-Shulman lo tradujeron en una versión moderna, ligera y colorida.
La diseñadora Shamshiri lo describe como “la visión californiana de un chalet suizo”: un lugar pensado para desconectarse, pero también para convivir. Inspirada en antiguas fotografías alpinas, mezcló texturas naturales, tapices de paisajes, tonos suaves y piezas que cruzan décadas y estilos. El resultado: un espacio que respira historia, pero que se siente completamente actual.

La cocina, con una imponente cocina La Cornue, fue pensada para compartir: hay espacio suficiente para que los invitados cocinen, conversen y disfruten juntos.
Diseño con alma y sentido
El música room es el corazón de la casa. Antes fue un salón de baile para los vecinos; hoy, bajo una bola de espejos del siglo XX, un piano y una mesa dorada de Yves Klein marcan el pulso del espacio. “Soñábamos con tener un lugar así: donde nuestros amigos músicos pudieran tocar y todos sintieran que pertenecen aquí”, dice Anne.
En la cocina, los tonos de azul huevo de petirrojo y verde pálido transmiten calma. Una gran isla central invita a reunirse alrededor de la comida y la conversación. Entre muebles vintage y sillas italianas de Carlo De Carli, la atmósfera es tan cálida como elegante. “Si tuviera que definir esta casa con una palabra alemana sería gemütlich —acogedora, viva, imperfectamente perfecta—”, sonríe Shulman.

Rincones acogedores se reparten por toda la casa, invitando al descanso y la charla sin prisa.
Color, carácter y una pizca de irreverencia
Hathaway y Shulman no temen al color. Los tonos melocotón y burdeos que dominan el vestíbulo nacieron de una camisa de Gucci, mientras que el dorado intenso de algunos cojines rinde homenaje al vestido de Rihanna en la Met Gala de 2015. En el dormitorio principal, un rosa empolvado envuelve la habitación con serenidad. “Les encanta el rosa, así de simple”, dice Shamshiri divertida.
Más allá de las combinaciones arriesgadas o los guiños a la cultura pop, el encanto del lugar está en su equilibrio: cada detalle dialoga con la naturaleza, con la luz que entra por las ventanas y con la energía de quienes lo habitan.

El espíritu de Yves Saint Laurent, Wes Anderson y David Bowie todavía flota en el aire. Anne Hathaway y Adam Shulman tiñeron el dormitorio de un rosa romántico (mezcla personalizada de Farrow & Ball). “Simplemente aman el rosa”, cuenta la diseñadora Pamela Shamshiri. La cama, por cierto, fue hecha a medida.
Un hogar que se expande y respira
A pesar del glamour, lo que define esta casa es su espíritu cambiante. “Se adapta a nosotros”, cuenta Shulman. “Cuando estamos solos con los niños, se siente íntima y tranquila. Cuando la casa se llena, vibra con energía y alegría”.
Para Anne, este espacio representa más que un refugio: es su fuente de inspiración. “Aquí puedo concentrarme, crear, o simplemente estar en silencio. Los montes, los árboles, las aves… todo parece acompañar el ritmo de nuestra vida”, dice. “Dentro y fuera, aquí todo tiene música”.
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