Alessandra Penny convirtió su talento por la repostería en su labor diaria, y revive en diciembre los sabores que la formaron transformando su mesa en el centro de la celebración familiar.
Por María Jesús Sarca Antonio | Foto: Víctor Ruiz
El elemento que toma protagonismo en la casa de los Penny, incluso frente al árbol de Navidad, es su mesa, colorida y adornada más que cualquier otra parte del hogar. Es un verdadero festín: alfajores, cuchareables de manjar y chocolate, galletas con chispas, trufas y postres de pistachos se disponen entre ángeles de azúcar, galletas de jengibre, bastones, estrellas, gorritos y pequeños querubines.
Llegamos al encuentro cuando caía el sol. Alessandra, sin embargo, había comenzado desde muy temprano, revisando cada detalle. Ajustaba la decoración con una minuciosidad que refleja el espíritu emprendedor que la llevó a convertir su interés por la repostería en un negocio próspero.
Durante la cuarentena, comenzó vendiendo postres caseros a amigos y familiares. La acogida inmediata y el boca a boca digital la llevaron a dejar su trabajo de oficina para dedicarse por completo a la repostería.

Ale Penny, de 24 años, dejó su trabajo de oficina para enfocarse en su marca de postres homónima.
Alessandra se esfuerza para que cada postre tenga su sello, pensando en sabores y presentaciones que sorprendan sin perder el espíritu navideño. Observa los aromas de la temporada y los recuerdos que evocan. “En esta época, me gusta sentir la canela, el clavo, chocolate caliente”, dice. Además, está pendiente de las nuevas tendencias que salen año a año: “Veo y trato de amoldarlas para crear algo nuevo o que resulte un poquito más innovador”.
El amor se cocina en familia
En la sesión de fotos, los Penny interactúan entre ellos con complicidad. Su padre, Javier, aporta humor y risas, contando anécdotas que relajan a todos frente al lente. Meche, su madre, es observadora y se preocupa por cómo lucen dentro del encuadre, mientras su tía, Martha, detrás de cámaras, codirige la decoración para que resulte armoniosa.

Entre aromas de canela y clavo, Alessandra presenta su mesa festiva.
Alessandra compara a cada miembro de su familia con un postre: “Mi papá sería como algo cremoso, ligero, con fruta; mi mamá sí sería algo un poco más dulce aun, más como el manjar con algún bizcochito y de repente frutos secos, como pecanas; y mis hermanos Rodrigo y Matías serían como brownie con chocolate, canela y clavo”.
En la Nochebuena, todos tienen un rol dentro de la cocina: “Yo siempre estoy encargada de los postres, y entre mis primos y mis tíos se reparten el resto de las labores: las ensaladas, el arroz, el pavo”. Pero lo más importante es “estar juntos”. Su unión es un homenaje sostenido a su abuela Martha, la mujer a la que le encantaba construir casitas de jengibre y que transformó sus navidades en un festival de sabores, aromas y detalles, sin olvidar que lo esencial siempre es honrar el nacimiento del Niño Jesús.
En su hogar, la casa se llena con la visita de sus familiares, que “vienen de todas partes”. Aunque Ale no decora el árbol, disfruta que la casa se sienta lista mucho antes de la medianoche: “Me encanta que la Navidad se sienta en mi casa desde bastante antes, porque a mí me gusta esta época”. Incluso la mascota, Martina, recibe su regalo anual: “Es la más engreída”.

Trufas con muñecos de jengibre y angelitos.
Un éxito compartido
El carrot cake, uno de los postres más queridos del clan, nació como receta familiar y se convirtió en un clásico que decidió reinventar para su negocio. Ella recuerda la intensidad de aquel primer diciembre, cuando iniciaba su negocio y le hicieron un gran pedido: “Preparé como ciento veinte carrot cakes de un día para otro, y fue increíble sentir que estaba llevando un pedazo de nuestra tradición a cada persona”.
“Me di cuenta de que el alfajor también es muy representativo de la Navidad, por la demanda que tiene. Aunque hay otros postres un poquito más típicos, igual lo piden, es de lo que más vendo el 23 y 24 de diciembre”, señala Ale.

Pecanas, especias y chocolate revelan los sabores que inspira la Navidad.
Antes de profesionalizarse en Administración, Alessandra experimentaba con pionono y cinnamon rolls, incorporando siempre canela y clavo: “Otros sabores que me inspiran un montón son los frutos secos, como por ejemplo las pasas o los guindones. A mí me encantan”.
Ale también planea un futuro donde la tradición familiar y su emprendimiento convivan. “Me imagino tener una sede con la misma esencia, pero a lo grande. Me encantaría atender al público, recibir a la gente el 24 en la mañana, que vengan por un café, que recojan su postre para la cena. Me gustaría sentir más la vibra de las personas que rodean a mi negocio y a mí”.
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