Un hombre que fue río, poeta, maestro y guerrillero. «Era bueno desde la punta de los dedos hasta el fondo del alma», solía decir su maestro, el gran Washington Delgado. Fluir como un río no explica todo, pero sí una parte sustancial. Javier Heraud vivió buscando formas de ser bueno. Sus privilegios en una sociedad dominada por la pobreza no lo cegaban ante la necesidad ajena. Fue así que tomó un fusil cuando la revolución no sabía de horrores, solo de sueños. 

No fue un proceso fácil. Estudiante modelo, uno de los maestros de escuela más jóvenes del país, y chico brillante que se debatía entre la escuela de leyes, el cine y la poesía, termina con un fusil bajo el brazo, asesinado en Puerto Maldonado a los 21 años. Este año cumpliría los 75 y todavía no salimos del choque inicial. Celebramos este mes un nuevo aniversario del hombre que supo advertirnos «Yo no soy el poeta que ustedes nombraron», porque fue poeta, pero también fue una legión de ideales, sueños y arte reunidos en una sola persona.

Eduardo Guillot con Stefano Tosso (Javier Heraud), Sofía Rocha (Victoria Pérez) y Lucho Cáceres (Jorge Heraud)

En busca de Javier

Una historia romántica como pocas llega a la gran pantalla bajo la dirección de Eduardo Guillot. En busca de Javier se encuentra todavía en producción, pero con un distribuidor ya asegurado, su llegada al cine se siente más cercana. La película, suerte de biopic y de ficción inspirada en la vida de Heraud, es protagonizada por Stefano Tosso en su primer rol de este tipo. Cuenta además con las participaciones de Vania Accineli, Sofía Rocha, Lucho Cáceres y todo un elenco de talento local. Conversamos con el director sobre la cinta, primer largometraje sobre un poeta peruano. 

¿Cómo va el rodaje?

Estamos por ir a Paris, nos falta la selva. Hemos encontrado el mundo de Javier en Lima, que tiene que ver con la PUCP, con San Marcos; Barranco, obviamente,  y Miraflores, que fue su lugar de vida.

¿Es complicado en una ciudad que ha cambiado tanto?

Es algo que no me esperaba. Sabemos de su vida y de sus espacios, pero recrearlos ha sido un reto porque la Lima de los sesneta simplemente ya no está. No encuentras dos cuadras iguales en Miraflores. En el centro tal vez sí en arquitectura, pero te enfrentas a avisos, tiendas y rejas. 

¿Qué escenas faltan en Paris?

Exteriores, porque los interiores los hemos encontrado acá. Javier fue invitado a un foro de juventudes en Moscú, tras lo cual llega a París y se quiere quedar a estudiar ahí. Pasa esa visita con Vargas Llosa, a quien conocía de Lima a través de amigos en común y con quien entabla una muy buena relación. Vargas Llosa es mayor casi por cinco años, pero lo apoya mucho, tienen grandes discusiones. Tenemos una escena muy linda de cuando Mario lo entrevista para la radio donde trabaja, y lee uno de sus poemas.

¿Qué periodo de tiempo cubre la película?

Los últimos años, desde que ingresa a la PUCP hasta Puerto Maldonado. No toda su vida, pero sí el momento en el que vive más intensamente. Creo que son los años en los que debe decidir si es un poeta o un guerrillero. Un chico tan joven y a la vez tan maduro, cuestionándose sobre su lugar en el mundo. 

¿Cómo te empiezas a interesar por la vida de Javier?

Gracias al primer libro de Cecilia [Heraud], cuando ella publica una primera biografía sobre su hermano (“Entre los ríos”. Javier Heraud (1942-1963)). Llevo unos 11 años queriendo llevar esta historia al cine. Me llamó la atención una historia tan dramática y el mito que se formó alrededor del poeta. 

Stefano Tosso y Vania Accineli, quien interpreta a Adelita.

¿Cuáles han sido tus principales fuentes para el guión?

Cecilia ha sido un apoyo extraordinario, especialmente con la documentación de la investigación. También he conversado con gente que estuvo con él en la universidad, en la guerilla, sus amigos del barrio. Javier tenía grupos muy distintos. Uno con el que conversaban de literatura, otro de cine, otro que alimentaba su vida política. Era un hombre de intereses muy amplios y a la vez muy querido por diferentes tipos de personas. También tenemos la historia de amor y desamor con Adelita. 

¿Es complicado llevar a un personaje real a la ficción?

Lo más difícil de trabajar el guión ha sido saber dejar lo esencial de una vida extraordinaria. Hay que tener en cuenta que es una ficción. Es mi versión de su historia.

¿Fue difícil encontrar a quien lo interpretara?

Vimos a muy buenos actores, pero buscábamos a algien que tuviera quizás algunos rasgos de su carácter. Stefano apareció de forma inesperada. Él tiene una energía muy particular, que relaciono mucho a la idea que tengo de Javier. Es muy dedicado a su trabajo. Además tenemos un elenco del que me siento orgulloso. Ves el talento de Sofía Rocha, la solidez de Lucho Cáceres. 

¿Hubo alguna parte de la historia de Javier que te impresionara especialmente?

La capacidad de ser tan joven y querer aprender tanto. Tenemos una escena sobre su ingreso a la PUCP, cuando el examen era oral y ante un jurado. Javier sorprende a todos por la cantidad de títulos que ha leído. Luego tenemos el viaje a Moscú, que llega casi por casualidad y que causa tanto impacto en él. Un chico con ganas de ver el mundo se enamora de la URSS cuando está en su máximo esplendor. Al mismo tiempo, ves su ingenuidad. Saber tanto pero igual creer que un poeta puede vivir de hacer traducciones, tener ese entusiasmo intacto. 

¿Qué es lo principal  que quieres contar sobre Javier en la película?

Lo importante para mí es rescatar el valor de Javier como ser humano en términos de lo consecuente que fue. Si escogió un camino violento, fue porque creyó en él. Él creyó en esa revolución. Creyó que era una forma de amar a su patria. Esta es, al fin y al cabo, una película de chicos jóvenes descubriendo el mundo.

Por Alejandra Nieto

Fotos cortesía de Imagia Films