“Curiosamente, comencé con la danza y la música el mismo día, en el mismo barrio”, cuenta Eve Matin, y sonríe al reparar en la coincidencia. “Un día, cuando tenía nueve años, soñé con un arpa dorada. Entonces, mi mamá averiguó con la profesora de piano de mi colegio con quién podía estudiar arpa… ¡Resulta que hay solo una profesora en Perú!”. Como en ese entonces vivía en Cieneguilla, su madre decidió que había que aprovechar al máximo las visitas a Lima, así que además la matriculó en clases de flamenco –baile que Eve había descubierto hacía poco gracias a una amiga española–, que se dictaban a pocas cuadras de las de arpa.
Hoy, está a punto de convertirse en la primera mujer egresada de la especialidad de Arpa del Conservatorio Nacional de Música y en la segunda en la historia del país. Es música de la Orquesta Sinfónica Juvenil e invitada frecuente de la Orquesta Sinfónica Nacional. El Gran Teatro Nacional se ha convertido en su segunda casa, y, en octubre del año pasado, brindó como solista un concierto para arpa de Debussy junto a la Sinfónica del Conservatorio Nacional, en el Teatro Municipal. Además, ha viajado por el mundo realizando conciertos –en febrero del año pasado ofreció un repertorio de piezas peruanas, que ella misma arregló para el arpa clásica, en la embajada del Perú en Sudáfrica– y acompañando a artistas de la talla de Juan Diego Flórez e Isabel Pantoja en sus respectivas presentaciones en Perú.
En lo que al flamenco concierne, también se ha mantenido ocupada. Cuando tenía doce años inauguró su propia academia en su casa –con las hijas de los amigos de sus padres como alumnas–, sin saber que, de alguna manera, estaba ayudando a gestar una cultura de baile hasta ese momento inexistente en Cieneguilla. “A los dos años de fundada, la municipalidad se hizo cargo de mi academia y me nombró profesora del taller municipal. Fue hermoso; vino tal cantidad de alumnas… Dos de ellas ahora bailan profesionalmente, una en Alemania y la otra en Suiza”. Hasta el día de hoy la municipalidad mantiene el taller, y ahora también ofrece clases de marinera y de ballet.
A pesar de todo, Eve dice que el arpa y el flamenco son solo medios para un fin mayor. “Mi pasión no es el arpa, tampoco el flamenco, sino el servicio a la humanidad. Ese es el foco de mi vida”, afirma convencida. Sus padres dejaron su natal Irán para irse a vivir a Cajamarca hace más de treinta y cinco años, como pioneros del bahaísmo, religión que Eve profesa. “Lo que enseña esta religión es la unidad de toda la humanidad, de todas las religiones en una sola; porque, finalmente, todas enseñan lo mismo, pero es el ser humano el que crea sectas y odia ignorantemente”, dice Eve. “Es la religión para esta época”, agrega.
Firme en sus principios, no hace distinción entre creer y poner en práctica su fe. Por eso, dedica gran parte de su tiempo a educar a niños y adolescentes. “A través del arte, les enseñamos virtudes. También tenemos grupos prejuveniles para niños entre once y quince años, donde, mediante un programa de empoderamiento espiritual, les enseñamos letras y les inculcamos el deseo de servir. Entonces, los chicos van aprendiendo cuáles son sus talentos… así como lo hice yo”, explica Eve, con una paz interior que logra impregnar su voz y que contagia a quien la escucha.
Textos: Vania Dale Alvarado
Fotos: Iván Salinero/Phoss
Estilismo: Mozh Mozh
Asistente de fotografía: Henry Rumi
Maquillaje y peinado: Olga Sonco
Agradecimientos: Mozh Mozh
Publicado originalmente en Cosas 616