Este sábado 20 de mayo se lleva a cabo el Festival Cultura Libre en dos escenarios en el Centro Financiero de San Isidro: uno en el parque Andrés Avelino Cáceres y otro en el parque Andrés Reyes. En uno de ellos, a las 10 de la noche, tocará La Mecánica Popular. Esta banda, formada en Estados Unidos, tiene una propuesta musical definida como salsa psicodélica. Para conocer más sobre esto conversamos con el músico peruano Efraín Rozas, su fundador.
¿Ha cambiado en algo la propuesta de La Mecánica Popular con los años?
Ha evolucionado bastante. La Mecánica Popular es una exploración en politirritmia y electrónica, dentro de un contexto de baile. Pero baile entendido desde una lógica latinoamericana, no desde la lógica de la música electrónica que se origina en Estados Unidos o Europa. Cada vez nos vamos acercando mas a un experimentalismo bailable. Pienso que hay mucho por explorar en esa intersección. Tiene que ver con la abolición de la división mente-cuerpo tan presente en la cultura occidental. El cuerpo muchas veces se ve como un lugar para mera diversión, y en el mejor de los casos, de placer. Queremos hacer una música donde el cuerpo sea un lugar de conocimiento, de exploración radical, pero no desde lo que se conoce como danza moderna o contemporánea, que viene de una tradición del ballet, sino desde nuestra forma de bailar. Es también hacer un experimentalismo desde el sur a nuestra manera.
El nombre tiene que ver con un detalle particular dentro de la banda: los instrumentos. ¿Es verdad?
Pues sí. Yo he construido algunos instrumentos, incluso un software y un robot.
Esto tiene que ver con tu carrera en antropología musical, ¿cierto?
Tiene que ver con lo que comenté. Hay un interés en cuál es nuestro lugar en el desarrollo de la tecnología . Los softwares actuales están hechos con una lógica occidental del ritmo que imita la notación musical occidental . La idea de hacer un software propio fue hacer un espacio para una tecnología no occidental . Lo mismo en nuestra forma de tocar en el nuevo disco Roza Cruz, es una especie de avant garde bailable.
¿Qué feedback has recibdo sobre esta salsa en la que faltan vientos y hay sintetizadores? ¿Algún purista te ha dicho algo sobre eso?
Pues sí y no, porque esa es una tradición que seguimos de la música chicha y la cumbia peruana.
¿Cuál es la importancia de festivales como Cultura Libre para las propuestas musicales que se alejan de lo convencional?
Muy importante. Para mí sobre todo es el tema de recuperar el espacio público. Lo de hoy en la noche para mí será un ritual de reconciliación con un espacio que siempre ha sido hostil habiendo crecido durante el terrorismo y con la violencia que hay incluso con el tráfico. Ojalá este festival sea ese ritual de creación, de comunidad para todos.
¿Por qué muchas veces hay cierto recelo con aquello que altera lo tradicional?
Pues creo que la gente a veces es reticente al cambio. Pero, además, la idea chauvinista de tradición es una forma de defender un status quo que muchas veces margina. Polariza entre una modernidad donde lo tradicional no tiene lugar y una tradicionalidad que se queda en un museo pero no tiene espacio para evolucionar.
Así como incluiste sonidos electrónicos en la salsa, ¿qué otras mezclas has hecho? ¿O cuáles otras se te ocurren o cuáles querrías hacer?
El nuevo disco ya no tiene tanta electrónica pero está influida por mis exploraciones personales que también saldrán en un disco solista que usa el software que fabriqué. Es un secuenciador pensado para polirrtimias latinas. No se basa en la notación occidental que tiene un grid fijo, sino que tiene muchos grids que se mueven y dos centros: dos metrónomos. En el nuevo disco de La Mecánica uso esos conceptos pero en composiciones tocadas por humanos.
Por Omar Mejía Yóplac
Fotos cortesía de Efraín Rozas