En Pie de guerra: Christopher Nolan incursiona en el género bélico
Después del rescate de 400 mil hombres en Dunkerque, los ingleses y franceses comprendieron que no podían combatir en la Segunda Guerra Mundial como lo hicieron en la Primera. Las estrategias y la tecnología no eran las mismas. Christopher Nolan dirige Dunkirk, una ficción basada en la batalla de Dunkerque, en 1940, en la que las tropas aliadas fueron acorraladas por el ejército alemán en un puerto, al norte de Francia.
Por qué los alemanes no las liquidaron sigue siendo una de las grandes incógnitas de la guerra. El teaser trailer muestra imágenes que podrían equipararse –o superar– a las escenas de batalla de ese clásico contemporáneo llamado Saving Private Ryan, y el elenco, conformado por Tom Hardy, Mark Rylance, Kenneth Branagh, Cillian Murphy y Harry Styles (One Direction), promete. Fecha de estreno: 27 de julio.
Clásico del cine belga: “El hombre del cráneo rasurado”
Basada en la novela del escritor belga Johan Daisne (publicada en español con el título de Vértigo), la cinta El hombre del cráneo rasurado sigue a Govert Miereveld, encarnación del buen burgués cuya vida se desmorona al enamorarse de una alumna suya. Hasta aquí parece otra película de la década del sesenta que cuestiona los valores burgueses. Pero el director André Delvaux rehuye las fórmulas y las lecciones morales, y hace una película perturbadora, a caballo entre lo experimental y lo fantástico. El filme se construye a partir del punto de vista, cada vez más descompuesto, del protagonista. La cita es el lunes 17 de julio a las 19:30, y el ingreso es gratuito. Dirección: Av. Armendáriz N° 445, Miraflores (Cineclub Cayetano Heredia).
Todo está iluminado: Sally Hawkins se perfila como una fuerte candidata al Oscar gracias a “Maudie”
A Maud Lewis le sobraban motivos para ser desgraciada: artritis, una pierna mala, un hermano codicioso que le robó su herencia, gente que la observaba sin mirarla, con espanto, condescendencia o malicia. Sin embargo, Maud fue una persona luminosa. Una pintora autodidacta que convertía pedazos de madera o las paredes de su diminuta cabaña, en Nueva Escocia, en lienzos con singulares paisajes en colores brillantes. La belleza de las cosas simples e inocentes.
Maud Lewis existió. En Maudie, la directora irlandesa Aisling Walsh muestra que no solo conoce la historia de Maud, sino que comprende la naturaleza de su espíritu y de lo que lo rodea: las atmósferas de ese rincón duro y hermoso de Canadá. Quizá, por eso, el resultado es una película convencional en su tratamiento, pero filmada con sentimiento y delicadeza. La cineasta dijo que, cuando leyó el guion, tuvo una corazonada: solo Sally Hawkins (Blue Jasmine y Happy-Go-Lucky) era capaz de capturar a Maud. Otra actriz hubiese utilizado el personaje para mostrar sus cualidades camaleónicas a partir de una colección de tics y manías.
La interpretación de Hawkins conmueve justamente porque trasluce una gran capacidad de observación y estudio del cuerpo y, sobre todo, empatía y afecto por el personaje y su subjetividad. La actriz encara el papel de Maud como si fuese un territorio desconocido y poco firme. Lo contrario al lugar común. El filme nos deja con la impresión de que Hawkins no hubiese podido desarrollar a Maud con total verosimilitud sin su contraparte: Ethan Hawke, quien interpreta a Everett Lewis. Un lobo estepario hecho pescador. Hawke, irreconocible, transformado en un hombre simple y rural que se define por la forma brusca en que sorbe una sopa, o en que aplasta los zapatos como un caballo.
Críticos de medios como el “Chicago Sun Times”, “The Guardian” o el “Washington Post” coinciden en que la actuación de Hawkins es estupenda, y ya la proyectan como posible candidata al Oscar a Mejor Actriz en 2018.
Por Ana Carolina Quiñónez