Un 13 de setiembre como hoy, en 1973, fallece el fotógrafo peruano Martín Chambi. La importancia de su obra radica no solo en la técnica que llevó a la perfección para realizar sus retratos, sino también por la altivez y dignidad con que fotografió a sus personajes. 

Por André Agurto

Andrés Garay, investigador de la obra del fotógrafo puneño, asegura que las imágenes de Chambi son imperecederas. Prueba de ello es el libro que presentará en la edición de este año de Lima Photo, titulado Cusco Revelado. En él, después de una ardua investigación que lo llevó a Alemania, presenta por primera vez fotos inéditas del Cusco hechas por Chambi. «Estas fotografías salen a la luz 90 años después y generan la misma atención», expresa. «Sus imágenes se han convertido en una fuente del imaginario y la identidad nacional», acota.

Crédito: Archivo Fotográfico Martín Chambi

De la misma manera, el fotógrafo Morfi Jiménez, ganador del Hasselblad Master Award 2008, sostiene que la obra de Chambi «es parte de nuestra memoria, de nuestros cimientos en fotografía». Para él, Chambi no solo fotografiaba lo que estaba delante de la cámara, sino lo que había dentro de la persona. «Todo ese universo, toda esa esencia del hombre andino está capturada de forma que parece muy palpable», indica.

Jiménez, cuya obra se conforma parcialmente también por retratos a personajes de la Sierra del Perú, concuerda con Garay en que conocer la obra de Chambi es un punto de referencia para cualquier retratista peruano.  

De otro lado, Óscar Chambi, fotógrafo y nieto del fotógrafo, ha crecido escuchando de su padre las historias sobre su abuelo. «Desde siempre supimos la magnitud de su obra», indica. «Mi padre me hablaba sobre los pintores, los músicos y otros artistas que se reunían en tertulias en la galería del estudio de mi abuelo en Cusco. Por ejemplo, (José) Sabogal llegaba a esos encuentros entre amigos», recuerda. En esas fiestas se combinaba gastronomía, música (cuenta que Chambi era un gran bailarín), arte y jarana. 

También recuerda su humor. «La relación entre mi padre y mi abuelo era muy estrecha», comenta. «Mi padre decidió estudiar arquitectura en Argentina, pero luego incursionó en el cine y le fue muy bien. Entonces, mi abuelo le decía: ‘Hijo, me has superado porque tú estás en el séptimo arte'», evoca entre risas.

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