Junto a La Fracaso Band, François Peglau presenta su más reciente producción musical, Final feliz, que desde mediados de mes se encuentra disponible en plataformas digitales. “Las versiones en vivo del disco ya no son iguales, están mutando; la gente se va a divertir”, comenta el artista. La cita es este 22 de setiembre en Fuga, Barranco.
Por Elizabeth Gutiérrez // Foto de Diego Valdivia
Aún faltan muebles por colocar en la sala. Cuenta que hace poco se ha mudado; el tiempo no lo precisa. Pero todo parece andar en armonía: sus libros bien puestos en el estante, sus discos de vinilo repartidos en la mesa y el tocadiscos que comienza a sonar lo describen mejor que las palabras. Tanto su vida como su hogar están caóticamente estables ahora que ha terminado su tercer disco, Final feliz, nombre que también recibe el sencillo de su nuevo álbum, que ha preparado en compañía de La Fracaso Band.
“El alboroto de mi vida se exorcizó con el disco. Ahorita sigo en lo mismo, pero mucho más ordenado”, cuenta François. Final feliz nació durante el proceso de separación de su entonces esposa, pero la inspiración viene de una frase de un poema del estadounidense Shel Silverstein: “There are no happy endings, endings are the saddest part, so just give me a happy middle and a very happy start”. “
Sucede que al final nada termina, todo se transforma. Solo la muerte es el final”, comenta Peglau, quien hace terapia con la música y se autodenomina, ante todo, “un compositor intuitivo”. “Lo primero que tuve con ‘Final feliz’ fue la armonía y, cuando llegó a mis manos una guitarra traída de África, dije: ‘¡Uy, está buena la idea!’. Y así salió lo que se quedó como el sencillo, ‘el sencillo amargo’”, comenta entre risas François.
Aunque dice que se considera “un ignorante musical”, disfruta del proceso de creación, se abstrae de las preocupaciones y aprovecha las noches para empezar a componer. Como aquella vez en verano, en la que estaba con su guitarra junto a la piscina y, de pronto, comenzaron a salir las notas y las ideas. “Sin darme cuenta, terminé haciendo una canción llamada ‘La piscina’, que en un principio parecía tonta, pero luego de escucharla me dije: ‘¡No lo es! La comienzas a explorar y cobra sentido’. Y ahora es una de las canciones favoritas que tenemos en vivo”, comenta el artista.
Al lado de La Fracaso Band por cerca de dos años, ha encontrado estabilidad y equilibrio. “La banda me ha permitido soltarme más, creerme lo que hago y sentirme parte de la audiencia, solo que arriba, bailando y divirtiéndome. Ya casi no toco la guitarra cuando estoy en el escenario, porque si uno se quiere mandar, debe sacársela y disfrutar”, dice Peglau. “La relación con el público es bien promiscua, pueden ir o regresar, pero la cosa es el momento, que lo recuerdes como el mejor de toda la noche”, agrega.
Las circunstancias han cambiado desde que dejó Londres hace algunos años. Sus dos primeros discos los grabó allá, él solo. Ahora, las posibilidades que tiene son inimaginables, en parte gracias a la ayuda de Michael Dawson, guitarrista de La Fracaso Band, que ha sido un elemento imprescindible. “Hubo una época en que él tenía una banda llamada The Real Revolutionaries Sound System (RRSS), y poco a poco, con los integrantes, comenzamos a armar La Fracaso Band. Ahora, casi el 99% la integran ellos, y la RRSS ya no existe. En su lugar nació La Fracaso Band”, añade François.
Este año espera tocar más, porque desde que se embarcó en la creación del disco dejó de lado su guitarra; y regresar a México, país al que ha ido muchas veces y que tan bien lo ha acogido, al igual que Colombia. “Quiero seguir viajando y aprovechar la música para que me lleve a otros sitios”, comenta Peglau. Está contento. Finalmente, está haciendo lo que quiere, aunque tampoco se niega al cambio. No le atemoriza el mañana, sino que deja que lo sorprenda, como todo en su vida.
Producción y dirección: Michelle Arteaga
Cámara, edición y postproducción: Johana Cabañas