Los príncipes de Gales, William y Kate, han optado por pasar sus vacaciones de verano en Anmer Hall, su hogar en Norfolk, donde han hecho una aparición muy familiar y divertida.
Por: María Sarca Antonio
Kate Middleton y el Príncipe William están disfrutando de unas vacaciones de verano en su residencia de Anmer Hall, en Norfolk. Este lugar, un regalo de boda de la reina Isabel II, se ha convertido en su refugio familiar, donde pueden desconectar de las exigencias de la vida pública y disfrutar de momentos de diversión con sus hijos. La familia real ha optado por una actividad muy especial que refleja su deseo de vivir de manera más sencilla y natural.
El pasado fin de semana, la familia real sorprendió a los asistentes del Festival Gone Wild en Holkham Hall al participar en una emocionante batalla de Nerf. Este evento, que atrae a cientos de niños cada día, se convirtió en el escenario perfecto para que el príncipe George, la princesa Charlotte y el príncipe Louis disfrutaran de una jornada llena de risas y juegos. El príncipe George, de 11 años, la princesa Charlotte, de 9, y el pequeño Louis, de 6, se unieron a otros niños en una intensa batalla con pistolas de juguete y bombas de humo.
Los testimonios de los vecinos y organizadores del evento destacan la alegría y entusiasmo del pequeño Louis, quien no paraba de gritar «¡Nerf o nada, hagámoslo!» mientras corría por el campo de batalla. La jefa de Norfolk Nerf Parties, Georgina Barron, compartió que Kate Middleton, a pesar de sus recientes luchas de salud, se unió a la diversión, sosteniendo una pistola Nerf y jugando en el barro con sus hijos.
Un deseo de privacidad
A pesar de su estatus real, los príncipes de Gales hicieron un esfuerzo consciente por mantener su privacidad durante esta actividad. Según Barron, la familia solicitó no ser fotografiada, deseando disfrutar de un día familiar sin la presión de la atención mediática. «Querían un día familiar saludable como cualquier otra familia normal», comentó la organizadora del evento. Este deseo de normalidad resuena con el enfoque que la pareja ha tomado en la crianza de sus hijos, priorizando su bienestar emocional y experiencias cotidianas.
El palacio de Kensington no ha hecho comentarios sobre la aparición de la familia en el evento, lo que refuerza la idea de que este fue un momento privado y significativo para ellos.
La conexión con la comunidad
La participación de los príncipes de Gales en el Festival Gone Wild no solo proporciona un vistazo a su vida familiar, sino que también destaca su conexión con la comunidad local. La familia real se unió a otros niños y sus padres en un ambiente de alegría y camaradería, lo que refleja un compromiso con la comunidad y el deseo de ser parte de la vida cotidiana de Norfolk.
Georgina Barron expresó su entusiasmo por tener a la familia real en el evento, describiéndolo como un «mayor honor». Los niños de la familia Barron también tuvieron la oportunidad de jugar junto a los príncipes, creando recuerdos inolvidables para todos los involucrados.
Un mensaje de apoyo
La aparición de los príncipes de Gales en el festival llega pocos días después de que enviaran un emotivo mensaje a los atletas olímpicos británicos, apoyando su participación en los Juegos Olímpicos de París. Este gesto subraya el compromiso de la familia real con causas importantes y su deseo de inspirar a otros, incluso mientras disfrutan de su tiempo en familia.
La combinación de actividades familiares, el deseo de privacidad y el compromiso con la comunidad resalta un aspecto más humano de la familia real británica. En un mundo donde la vida pública a menudo eclipsa la vida privada, la familia de los príncipes de Gales demuestra que es posible encontrar un equilibrio y disfrutar de momentos simples y significativos juntos.
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