La venta caótica de boletos, el control informal en Aguas Calientes y una experiencia turística precaria están alejando visitantes de Cusco. Gremios del sector acusan al Ministerio de Cultura de omisión y piden una reforma urgente.

Por Redacción COSAS

Visitar Machu Picchu se ha vuelto un calvario. El sistema actual obliga a muchos turistas a pasar por un largo y desordenado proceso para conseguir un boleto que les permita realmente ingresar al sitio arqueológico. La compra online, cuando funciona, solo da acceso a la Ruta 1, un mirador sin ingreso a las ruinas. Para entrar, es casi obligatorio desplazarse hasta Aguas Calientes, pernoctar allí y enfrentar un recorrido desgastante: hasta 9 horas entre colas, traslados y esperas.

A esta experiencia se suma otro obstáculo: todo se paga en efectivo. Desde el boleto hasta los traslados, con cambistas al acecho que aplican tasas de cambio abusivas. Incluso en oficinas del propio Estado se disuade el uso de tarjetas con excusas como “la máquina está malograda”.

Turistas viven una odisea por comprar boletos al santuario de Machu Picchu.

Los gremios empresariales y profesionales del sector turismo del Cusco han denunciado esta situación en un pronunciamiento público. Acusan al Ministerio de Cultura de ignorar los problemas estructurales del santuario y centrarse únicamente en desmentir notas de prensa internacional que ya alertan sobre el deterioro de la experiencia en Machu Picchu.

“El sistema actual evidencia una crisis operativa, institucional y territorial”, afirman. Entre los problemas mencionan decisiones improvisadas, cierres de circuitos sin coordinación técnica, falta de información clara y un modelo de venta de entradas que ha sido calificado como caótico y opaco.

Según los gremios, ni el ministro de Cultura ni las autoridades regionales tienen hoy control sobre lo que ocurre en Aguas Calientes. La Dirección Desconcentrada de Cultura de ese distrito maneja los boletos con total autonomía y ha llegado a amenazar con huelgas si se propone una reforma. Este desequilibrio, sostienen, le ha quitado estatus a Machu Picchu como destino mundial de primer nivel.

Por ello, exigen que el Estado declare en emergencia la gestión del Santuario Histórico de Machu Picchu, no solo como sitio arqueológico, sino como activo estratégico nacional. La propuesta incluye:

* Un nuevo modelo de gobernanza multisectorial y multiactor.

* Transparencia total en los procesos de ingreso y comercialización de boletos.

* Participación de gremios empresariales y universidades en la toma de decisiones.

* Reconocimiento legal del santuario como activo crítico de interés público nacional.

“Machu Picchu no puede seguir siendo gestionado de forma fragmentada, sin visión territorial ni articulación institucional. Es patrimonio de todos los peruanos y del mundo, y merece una gestión a la altura de su historia”, concluyen.