Escapismo y desidia en el segmento más privilegiado. En gran parte de los sectores A/B, crece la tendencia a desconectarse de la realidad nacional, so pretexto de “cuidar la salud mental”. Una frivolidad que debería recibir una sanción moral.
Por: Isabel Miró Quesada
Según Urpi Torrado, directora de Datum, en esta nueva etapa preelectoral destaca en los sectores A/B la tendencia a desconectarse de la actualidad política. Esta propensión al escapismo (que también podríamos llamar desidia, frivolidad e irresponsabilidad) respondería a la «saturación de información». Quienes evitan las noticias citan la necesidad de priorizar la «salud mental». Algunos, además, lo hacen porque “se sienten en minoría y creen que su voto tiene poco impacto frente a la gran base de votantes que son de los niveles D y E», agrega Torrado.
No consideran que les corresponde un rol de liderazgo público y más bien, tienden a mofarse cuando unos de los suyos manifiesta voluntad de servir. “No seas tonto, vas a acabar en la cárcel”, le dicen.
Tal vez son los retoños de una clase empresarial que tampoco estuvo muy comprometida con su nación. El nuevo milenio ha visto casi desaparecer la figura de esos grandes líderes empresariales que se involucraron en la política justamente para hacer frente común en momentos en que el país necesitaba liderazgo, como tras la estatización de la banca (cuando se formó el movimiento Libertad), frente al terrorismo senderista (familia Wong, familia Añaños), contra el estatismo (Carlos Raffo Dasso) y con la dictadura velasquista (a quien se le enfrentó el empresario Walter Piazza en la CADE de 1972).
A partir del nuevo siglo, el empresariado ha ido perdiendo su compromiso con el país. Se distanció de la política activa, renunció a la batalla cultural y se relajó, confiado en las cuerdas separadas que mantienen a la economía peruana como el milagro de la región.
Si los empresarios del siglo XXI ni siquiera conocen bien la historia y la geografía del Perú —salvando honrosas excepciones— ¿qué responsabilidad política podrían asumir sus hijos frente al país?
Esta desidia de una generación individualista hace una mala lectura del liberalismo. Olvidan que hasta la filósofa libertaria Ayn Rand habló de responsabilidad política cuando dijo que “puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad». Y lo peor es que, a más escapismo, más se le regala ese espacio a los menos formados para gobernar un país.
Esta desconexión informativa consolida un círculo vicioso en el que la élite, al aislarse, deja aún más espacio para las decisiones políticas menos pensadas, esas que proporcionalmente provienen de grupos populistas y menos preparados.
Podríamos estar ante una élite que ha renunciado a su rol histórico por cansancio. Y esto debe cambiar. Hay que empezar a ver el tejido político como algo propio. Hay que estar informado y ejercer el pensamiento crítico. Hay que pensar dos veces antes de tildar de «tontos» a quienes quieren asumir un rol político o público en su patria. Hay que pensar que quienes más privilegios han recibido, más responsabilidad tienen con el país.
El ausentismo en los próximos procesos electorales, sobre todo alrededor de estas clases medias y altas, no se puede volver a repetir. Las cifras de ausentismo lideradas por San Isidro (33,8 %), Miraflores (32,3 %), San Borja (26,6 %) y Surco (26,2 %), son una vergüenza que se debe combatir con una actitud muy presente en estos comicios.
Y esperemos que así sea. Porque una élite desconectada de la realidad solo beneficia a los aventureros que nada tienen que perder. Mientras las clases mejor educadas se alejen cada vez más de la política nacional, ésta se llenará de quienes escapan de la delincuencia común en busca de inmunidad e impunidad política. Y ése es un círculo vicioso que sólo crecerá cada vez más, empeorando todo en su camino. Vale la pena citar a Platón cuando dice que “el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres«. Una frase que resume nuestra actualidad política.
Suscríbase aquí a la edición impresa y sea parte de Club COSAS.