El nuevo proyecto de Lima Loft establece un diálogo directo con la Huaca Pucllana. Su arquitectura de líneas y volúmenes geométricos que se repiten da vida a un edificio boutique que alude al complejo arqueológico. Los materiales naturales elegidos terminan por estrechar este vínculo armonioso.
Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Vinicios Barros
El edificio de Lima Loft dialoga directamente con el protagonista del paisaje miraflorino: la Huaca Pucllana. Líneas geométricas y planchas trapezoidales dibujan la fachada en clara alusión a las construcciones de las culturas preíncas que ocuparon este territorio. Mientras, los materiales naturales elegidos, concreto y fierro, establecen una relación armoniosa con el complejo arqueológico. “Se trató de mimetizarnos con la huaca. No ser un destello ni un lunar en el espacio. Es como si entraras a un área de contemplación, como de museo”, explica Diego Olivera, director creativo de Lima Loft.
Ese ingreso, bajo un arco inclinado y con un piso de mosaicos concebido como un patrón geométrico, termina siendo una especie de galería que desemboca en el centro del terreno. El punto medio que comunica la torre frontal con la posterior, ambas de ocho pisos y donde se encuentran los quince departamentos. En este pulmón central se aprecia la veta orgánica del proyecto. “Se da en lo verde y no en la arquitectura. Lo ves en distintas partes del edificio, para no dejar un espacio tan frío. En el jardín, la vegetación es más tropical para dar más vida y fuerza al eje central, en lugar de hacer algo desértico”, apunta el arquitecto.
El paisajismo también se aprecia en la fachada.
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Conforme pase el tiempo, la vegetación crecerá por todo lo alto del edificio a través de un sistema de cables metálicos y con un riego a goteo. Son las pinceladas de color, vida y calidez, como se da con el piso de madera en los balcones. Y como se exhibe de forma más contundente en el mural de Decertor, inspirado en la figura de Marianne Brandt, precursora de la Bauhaus.
“Todos los departamentos con líneas frontales tienen balcones de madera con vigas de concreto. La idea era generar esos volúmenes geométricos, darle calidez con la madera y hacerlo repetitivo hasta llegar al ingreso, donde tienes ese volumen verde”, explica Olivera.
Vista orgánica
El terreno antes había estado ocupado por una quinta que agrupaba varias casas conectadas por un pasaje lateral. Lo interesante para el proyecto era que tenía doble frente: daba hacia dos calles, una con vista a la huaca.
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Lo preocupante, sin embargo, era el frente: tenía diez metros de ancho. “El reto era poder lograr los tres sótanos con un montaautos sin problemas, y hacer que cada uno de los departamentos tenga una vista orgánica. Sin dejar de lado el arte, que queríamos involucrar en nuestras áreas comunes”, revela Olivera.
La configuración del terreno permitió diseñar dúplex y flats de un solo nivel bastante simétricos. El ADN de Lima Loft se aprecia en cada uno de ellos: departamentos abiertos con ausencia de paredes, muros y puertas para ingresar a los espacios. “Es el concepto industrial, con una geometría que permite comunicar. Si hay divisiones, son con una puerta corrediza, cuadriculada, o algún tipo de cierre que el usuario puede definir y dar un toque especial al espacio”, anota Olivera.
En ese sentido, la cristalería de las ventanas y mamparas es lo más transparente posible, con marcos de aluminio negro para darle cerramiento robusto y formal. “Es dar carácter a la zona de las ventanas. Tenemos cortinas de Hunter Douglas de color negro que dejan pasar la luz y adentro tienes una visual sin quedar expuesto. Es una fachada con una misma lectura”, añade el arquitecto. Los techos de casi tres metros contribuyen a esa sensación de amplitud y luminosidad.
Estructuras icónicas
Al pintar algunas paredes de blanco, el proyecto pone en evidencia y enmarca las columnas circulares y las vigas de concreto caravista. “Quedan como icónicas, formando parte de la decoración del espacio”, señala Olivera. La escalera helicoidal blanca, además, se termina transformando en una especie de escultura erigida en el centro, sobre el porcelanato de Rivelsa. “Genera un contraste ligero con la paleta propuesta, que es atemporal. Los colores neutros son la base de todo para que con el mobiliario el cliente haga el espacio a su medida y forma”, añade.
Para el departamento de ciento cincuenta metros cuadrados, se eligió una paleta de gris, blanco y verde. Una intervención de interiorismo sutil, con piezas de Sierra Muebles, que apuesta por los volúmenes y por dejar brillar a la Huaca Pucllana. Desde la terraza privada de uno de los departamentos del último nivel, el mobiliario permite contemplarlo desde distintos ángulos. “Aquí la huaca se integra al espacio, y uno disfruta de ese privilegio. Mar y parques hay en todos lados, pero un complejo preínca no. La idea es tener ese acercamiento”, dice Olivera.
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Y entablar un diálogo directo con el paisaje.
Artículo publicado en la revista CASAS #285