El 13 de abril, con motivo del sesenta aniversario de la Semana del Diseño de Milán, pospuesta hasta setiembre debido a la pandemia, Tom Dixon se embarcó en una serie de eventos digitales que se prolongaron durante veinticuatro horas consecutivas. Un verdadero tour de force para rendir homenaje a las figuras de la escena milanesa y presentar sus últimos productos. CASAS fue uno de los medios que lo entrevistaron en una suerte de jornada virtual de puertas abiertas.

Por Laura Alzubide

Tom Dixon

La silla Pylon y las luminarias Code en The Coal Office, el showroom de Tom Dixon en Londres.

No sabíamos si Tom Dixon había dormido lo suficiente. Según las redes sociales, la noche anterior había arrancado el evento “24 Hours in Milan”, y llevaba doce horas al aire. La figura del diseñador británico se multiplicaba en una decena de reels, aunque la mayoría eran grabaciones de entrevistas y montajes visuales protagonizados por su holograma. En realidad, se encontraba en su oficina de Londres, tranquilo y relajado, confinado parcialmente debido a las restricciones de la pandemia. Aprovechaba la circunstancia para presentar de manera virtual sus últimas creaciones y conversar con los medios internacionales. Entre ellos se encontraba CASAS, gracias a la gestión de Aravec Clarke y Cecilia Aniya, quienes comercializan sus productos en el Perú a través de la marca Algo Design. A continuación, recogemos lo mejor de una entrevista realizada a través de Zoom, como tenía que ser en los tiempos que corren.

–Eres un creador autodidacta. De hecho, primero fuiste músico y luego te convertiste en diseñador. ¿Cómo fue tu proceso de aprendizaje?
–Cuando vas a la universidad para estudiar Diseño, te dan tres o cuatro proyectos por ciclo. En mi caso, lo genial de no ir a la universidad fue que pude hacer tantos proyectos como me placía, principalmente excéntricos muebles escultóricos y a veces incluso una silla al día. Pienso que la práctica te lo enseña todo. Para mí, el diseño era el proceso para ser completamente libre para crear cada día y cometer mis propios errores. Muchos, muchos errores. Y luego trascenderlos para alcanzar algo interesante y diferente.

Tom Dixon

Globe Burst fue otro de los productos que presentó en el evento “24 Hours in Milan”. Compuesta por doce orbes esféricos, es la lámpara de techo más grande de la marca hasta la fecha.

–¿A qué creadores admiras? No necesariamente diseñadores…
–Me gusta mucho la escultura. Soy un gran admirador de una época muy específica, desde los años veinte hasta los sesenta, de Brancusi a Noguchi. En el Reino Unido existe una corriente de escultura muy fuerte, que va desde Barbara Hepworth y Henry Moore hasta Antony Gormley. También encuentro mucha inspiración en la expresividad de la arquitectura y de la ingeniería.

–El diseño que te hizo conocido fue el de la S-Chair. ¿Cómo lo concebiste?
–Necesitaba encontrar una manera de tapizar sillas con caucho reciclado de una llanta, envolviendo el objeto como si fuera una momia egipcia. Intentaba crear una estructura que se adaptara a este proceso y de ahí surgió la idea de una silla de una sola pata, que me permitía utilizar un material elástico. Realicé muchos, muchos prototipos. Incluso tengo imágenes de las primeras sillas, que son muy feas, pero se vuelven cada vez más interesantes mientras pasan por diferentes procesos. Y así es como pasé a usar la fibra natural de paja en lugar del caucho reciclado, que producía un olor desagradable, algo que no era muy comercial. Recientemente he fabricado una nueva versión con una tecnología de espuma blanda y dura.

Tom Dixon

La S-Chair, en una de sus versiones más recientes, con la lámpara de pie Opal y las luminarias Code.

–Tu punto de partida son las formas básicas. “Menos es más”. ¿Lo suscribes? ¿Cómo describirías tus diseños?
–Yo creo que menos no es necesariamente más. El minimalismo es fantástico, pero llega un punto en el que ya no te puede decir cuál es la función del objeto. Todo se vuelve menos funcional si te obsesionas con el “menos”. Los mejores objetos creo que son aquellos que expresan su función. Me gusta llamarlo “minimalismo expresivo”. Una silla puede ser un cubo, pero aún tiene un lenguaje real que te dice qué es el objeto y cuál es su función.

–¿Cuáles son las cualidades que hacen que algo sea atemporal o icónico?
–La atemporalidad viene con el tiempo. Los museos están repletos de piezas que la gente pensaba que eran los objetos más icónicos del momento y, sin embargo, ahora parecen pasados de moda. Creo que una de las cualidades que hacen que un objeto sea icónico es que sea el primero de su tipo, que cambie realmente la percepción de la gente. Esto suele venir acompañado del progreso en los materiales, la ingeniería o incluso la funcionalidad. Lo que hace que un objeto se vuelva atemporal son los momentos de cambio.

Tom Dixon

Luminarias Code, realizadas en colaboración con Prolicht, en uno de los ambientes de The Coal Office, la oficina de Tom Dixon en Londres. “Hoy mi obsesión es sorprender a la gente usando la tecnología led de distintas maneras”, cuenta el diseñador.

–Entonces, la tecnología es fundamental para lograr esta atemporalidad…
–Creo que la tecnología produce cambios, pero el comportamiento humano también. Los años sesenta fueron interesantes para el mobiliario, porque la sociedad cambió y la gente se volvió más relajada. El puf es un claro ejemplo de ello, una pieza icónica de su momento, ya que alguien asumió que uno podía sentarse en una silla de diferente manera. En nuestra compañía, que se especializa en lámparas, la tecnología es importante porque ahora podemos crear cosas que no se habían visto antes gracias al led. Por ejemplo, las lámparas Code eran imposibles de fabricar hace diez años. Vivimos un momento muy emocionante principalmente en la iluminación, y no tanto en lo que se refiere al mobiliario.

–Eres uno de los diseñadores más conocidos del mundo. Sin embargo, has logrado que no te encasillen. ¿Cómo lo has conseguido?
–Me aburro fácilmente. Desde el punto de vista comercial, quizá sea mejor ser más consistente. Pero tiendo a aburrirme, y esto es bueno porque todo el tiempo me confronto con nuevas posibilidades incluso en mi propia compañía. Las figuras que me inspiran son David Bowie y Picasso. Ellos se aburrieron de sus grandes éxitos y querían hacer algo diferente y significativo. Ya habían resuelto un periodo y buscaban llegar al siguiente. A veces yo también lo hago cambiando el modelo de negocio. Es muy refrescante estar inmerso en algo creativo que es un negocio completamente diferente, como me sucede hoy con la cocina y antes, en mis comienzos, con la música.

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El restaurante The Manzoni, en Milán, es el espacio permanente de exhibición de Dixon en la ciudad italiana y uno de sus trabajos más completos como interiorista.

–Has demostrado tus habilidades como interiorista, especialmente en tus espectaculares presentaciones en la Milan Design Week. ¿Qué opinas de esta relación entre diseño de interiores y diseño industrial?
–Tenemos un estudio de diseño de interiores. No es muy grande, tan solo un ocho por ciento de la compañía. Pero es extremadamente útil para entender el giro de nuestro negocio y ver cómo las piezas encajan, para probarlas en proyectos y asegurarnos de que funcionan. Desarrollamos muchos productos para bares, hoteles y restaurantes, que son ambientes mucho más difíciles que el hogar en términos de funcionalidad.

–No eres artesano de formación, pero eres muy cuidadoso y perfeccionista con tus diseños. ¿Cómo trabajas como diseñador y propietario de una marca? ¿Cómo equilibras tu creatividad con el mercado?
–Me temo que estás equivocada. No soy nada perfeccionista. Pero soy muy bueno agrupando a otras personas para que lo sean por mí. Soy un delegador. Quien ha visto mis habilidades artesanales dice: “¡Oh, qué mal hecho está esto!”. Pero esta no es la razón por la que hago las cosas. Las hago porque así puedo probar mis ideas rápidamente para ver si son buenas o no. Y luego la perfección llega. Encontrar la idea original es la cosa más sencilla del mundo. La comercialización de los proyectos es mucho más larga. La corrección de los detalles, encontrar el precio adecuado, todo eso toma mucho tiempo comparado con lo que yo hago, que es la parte más divertida.

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Hydro es una silla apilable de aluminio que sorprende por su ligereza. Es adecuada tanto para interiores como exteriores.

–Háblame de tu nueva silla, Hydro, que has presentado en “24 Hours in Milan”.
–Las sillas metálicas han sido una obsesión para mí, porque tienen una gran tipología estructural debido a su dimensión humana. Antes había realizado experimentos, como la producción de doscientas sillas metálicas en Milán con un robot industrial, pero solo logré desarrollar esta idea cuando encontré a los colaboradores adecuados. En este caso, la compañía noruega de aluminio Hydro, a la que le interesaba demostrar las posibilidades de su nueva tecnología, que se utiliza mucho en la industria automotriz actual para reducir el peso de los vehículos eléctricos. Ellos me proporcionaron toda la expertise en ingeniería y las herramientas, que eran muy caras. Y he creado una silla que es muy diferente a lo que los demás han hecho.

–Visitaste Lima por primera vez en octubre de 2014. Aquí, junto a Algo Design, desarrollaste el concepto de un Bar Club en Casa Cor, además de dictar una conferencia. ¿Cuáles son tus planes para una segunda visita al Perú y en qué contexto se podría realizar?
–Cuando Aravec y Cecilia organizaron la visita a Lima, fue algo asombroso, porque no tenía ni idea de que allí hubiera tantos interioristas ni que la gente sintiera tanta pasión por el diseño. A pesar de solo haber pasado un día y medio en el Perú, tengo muchas ideas sobre lo que me gustaría hacer en mi próximo viaje: profundizar en la gastronomía, el paisaje, los museos, las culturas indígenas, tan ricas y desconocidas para muchos anglosajones. Nuestro conocimiento de historia va en la dirección de la cultura egipcia y grecolatina. Y lo asombroso aquí es la cultura y narrativa precolombina y poscolombina, tan rica y llena de posibilidades. Tengo muchos amigos en Sudamérica y estoy desesperado por regresar. Así que solo espero esa invitación. ¿Lo pueden organizar, por favor?

Fotos: cortesía de Tom Dixon
Artículo publicado en la revista CASAS #284