La firma italiana, fundada en 1964, ha producido colecciones lúdicas y subversivas que se proponen profanar, en el mejor sentido de la palabra, cualquier idea preconcebida sobre el diseño. Hoy, bajo la dirección de Charley Vezza, Gufram sigue reeditando sus piezas más emblemáticas y embarcándose en nuevos lanzamientos que conservan su irreverencia original.

Por Laura Alzubide
Foto destacada: la chaise longue Capitello, interpretada por el artista Maurizio Cattelan y el fotógrafo Pierpaolo Ferrari, en el libro “1968: Radical Italian Furniture”.

En 1952, los hermanos Gugliermetto abrieron un pequeño taller en Turín destinado a la fabricación artesanal de mobiliario.
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Doce años después, influidos por las corrientes de la arquitectura radical y el antidiseño, redujeron su nombre a un acrónimo: Gufram. Era toda una declaración de intenciones. Así, bajo la dirección del diseñador italiano Giuseppe Raimondi, comenzaron una deliciosa aventura en la fabricación de piezas poco convencionales concebidas con total libertad artística. El reconocimiento llegó muy pronto, durante la Triennale de Milán de 1968, donde se presentó una colección que, en sí misma, era un oxímoron: una serie de piedras de poliuretano que partían del concepto de la “naturaleza falsa”.
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En realidad, se trataba de un conjunto de pufs diseñados por Piero Gilardi.

La muestra “Italy: The New Domestic Landscape”, realizada en el MoMA de Nueva York en 1972, causó furor en el público y la prensa estadounidenses y reafirmó el prestigio internacional de la firma. La portada del catálogo estaba protagonizada por Pratone, una singular chaise longue que se convirtió en el símbolo de una época. Por aquel entonces, Gufram ya era un punto de referencia para un nutrido grupo de creadores internacionales que estaban deseosos de romper con el conformismo burgués y experimentar con las formas.
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El poliuretano se convirtió en la seña de identidad de la marca, gracias a la producción de obras como Capitello, Bocca y Cactus. El vehículo perfecto para expresar una estética provocativa y provocadora. Su versatilidad, afinada tras una profunda investigación del material, hacía pensar que todo era posible.

Gufram Bocca 50

Studio 65 concibió el sofá Bocca en 1970, a petición del propietario de una cadena de salones de belleza en Milán, lo cual hizo que la investigación de los autores se centrara en la belleza y la sensualidad. En la foto, algunos de los nuevos acabados y colores para la edición de cincuenta aniversario.

En Gufram, uno de los exponentes más importantes del diseño radical, confluyen la necesidad de deconstruir y reconstruir los elementos arquitectónicos y una visión revolucionaria del mobiliario, tanto en su forma como en su uso. También incorpora los valores del surrealismo, que todavía estaba activo en la década de los sesenta, y del pop art, que recién había llegado de Estados Unidos. Fue precisamente de este movimiento que surgió la necesidad de integrar el gesto creativo con la producción en masa y la inspiración artística con el consumo de objetos. Gufram fue una de las primeras empresas en aplicarlo al diseño.

En 2012, después de haber pasado sin pena ni gloria por las oficinas de Poltrona Frau y Cassina, la firma fue adquirida por la emprendedora piamontesa Sandra Mezza, quien sentía una auténtica devoción por su legado. Gracias a ella, hoy Gufram no solo ha recobrado el lugar que merece en la historia, sino que, bajo la dirección de su hijo Charley, continúa apostando por nuevos proyectos que se proponen tomar la posta del diseño radical.

Fotos: cortesía de Gufram
Artículo publicado en la revista CASAS #294.