El ganador del gran reconocimiento de la BIALIMA, el Concurso de Calidad Arquitectónica – Premio San Lorenzo, es un proyecto que no solo revela su momento histórico en escala, usos y materialidad, sino también porque contrasta y se integra minuciosamente con el edificio original. Firmado por el arquitecto Javier Artadi, el Edificio Zepita apunta a convertirse en el lugar de encuentro para disfrutar del centro de la ciudad y respirar el arte.

Por Laura Gonzales Sánchez

Zepita

El proyecto del Edificio Zepita echa por tierra lo que siempre se ha señalado: que no se pueden hacer propuestas extraordinarias en el Centro Histórico de Lima por las normativas vigentes. La edificación, una vez construida, acompañará y rodeará al Edificio San Luis, construido allá por los años cincuenta. Se insertará de manera natural cual si fuera una capa. Se erguirá no precisamente para hacerle sombra a la arquitectura vecina existente, sino “como un proyecto silencioso, que no sobreexistirá, porque consideramos que es un lugar en el que se debe tener mucho cuidado”, puntualiza Javier Artadi.

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El punto de partida radica en que, además de estar situado en un lugar céntrico, el proyecto cuenta con tres frentes: la avenida Garcilaso de la Vega, Prolongación Tacna y la calle de la cual toma el nombre. Por el lado de Prolongación Tacna, existen tres casonas de más de un siglo de antigüedad, que debían vincularse y “conversar” de manera armoniosa. Precisamente, la integración con el entorno es fundamental en el pensamiento de Artadi, como lo corroboran sus trabajos ejecutados en la ciudad a lo largo de su desempeño profesional, valiéndose para ello de la menor cantidad de elementos arquitectónicos, de manera que la idea principal destaque sobre el detalle.

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Los componentes respetuosos que desarrollan la conexión estrecha entre el edificio existente y el entorno, y que definen toda la arquitectura exterior del edificio contemporáneo, nacen de la estructura compositiva más esencial del Edificio San Luis, que se conoció al dedillo luego de descubrir cuáles son las líneas más relevantes y la altura exacta de sus molduras. “Así, tanto las líneas verticales como las horizontales que determinan alturas nacen del Edificio San Luis para dar forma al nuevo edificio y constituir un todo entre edificaciones de distintos momentos históricos”, explica Artadi.

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En cuanto al espacio interior, hay una zona de áreas verdes que unifican todos los niveles con dirección hacia el “cielo”. En cuanto a la materialidad, destaca el concreto tarrajeado y el cristal tipo frozen, incoloro, que será colocado en la fachada y que, según estimaciones, combina bastante bien con el cuarzo de la fachada de San Luis.

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Javier Artadi está convencido de que para un proyecto, cualquiera que sea este, hay ene soluciones y todas son válidas; sin embargo, hay una que es siempre la más acertada. Lo maravilloso aquí es que el Edificio Zepita prestará parte de su terreno en esquina  para incorporar una nueva plazuela a la ciudad, liberando a su vez una segunda fachada del Edificio San Luis. El resultado, como algún entendido ya lo ha aseverado, será “expresión de su tiempo en el contexto histórico”.

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Artículo publicado en la revista CASAS #296