Una iniciativa propuesta hace veinte años por el Museo Larco y la Fundación BBVA dio lugar a la creación del MAP, Museo de Arte Precolombino, en la ciudad del Cusco. Aquí, cuatrocientos objetos arqueológicos exhibidos resumen tres mil años de historia en una casona con valor histórico propio. Todo un logro museográfico, orgullo de la fundación que, además, cumple medio siglo de existencia.
Por Jorge Riveros Cayo Fotos cortesía de FBBVA y Museo Larco
¿Cómo explicar el apogeo y expansión del poderoso Imperio inca en apenas un siglo? Es un reto sintetizar tanta historia en un museo que ofrezca una respuesta coherente. Pese a ello, el MAP, situado en la plazoleta Las Nazarenas del Centro Histórico del Cusco, lo ha logrado. Una fastuosa exhibición, en diez salas, de cuatrocientas piezas de cerámica, tejidos, orfebrería, conchas y madera, permite adentrarse en una historia milenaria y fascinante: desde los orígenes de los primeros grupos sociales con identidad propia, tanto en la costa como en la sierra, hasta la expansión inca entre los siglos XIV y XV.
Este museo, impecablemente curado en su momento por el desaparecido artista Fernando de Szyszlo y la historiadora Cecilia Bákula, está situado en una casona colonial que tiene una historia propia bastante importante. La Casa Cabrera, como se le conoce hoy en día, debe su nombre a su propietario, Luis Gerónimo de Cabrera y la Cerda, durante el siglo XVII. No obstante, se presume que el espacio que ocupó este inmueble fue un yachaywasi, o “casa del saber”, donde habrían estudiado los hijos y parientes de la nobleza inca. De esta estructura original aún sobreviven partes de los muros primigenios, visibles en el zaguán.
Después de que la ciudad del Cusco fuera fundada en 1534, el inmueble pasó a manos del conquistador Alonso Díaz. En 1558, pasó a convertirse en el primer monasterio de Santa Clara, hasta 1622. Tras el terremoto de 1650, la vieja casona quedó parcialmente destruida y prácticamente abandonada.
A principios del siglo XX, la vieja casona fue adaptada para convertirse en una escuela. Es en 1981 que el entonces Banco Continental adquirió el inmueble para, finalmente, transformarlo en el museo actual. El magnífico edificio posee dos niveles y un patio, además de un zaguán de ingreso central y quebrado, y una típica escalera de cajón, propia de las construcciones virreinales. Su fachada asimétrica destaca por el portal de piedra y sus dos balcones con balaustrada de metal, mientras que la carpintería de toda la casa resalta por su estilo neoclásico.
La Fundación BBVA, que administra este espacio, se creó en 1973 con el fin de ofrecer actividades inclusivas en el campo de la cultura y la educación. “Nos hemos esforzado en difundir, patrocinar y desarrollar programas culturales y educativos de alto impacto en Lima, Trujillo, Arequipa y Cusco”, explica Nelson Alvarado, gerente de la fundación. La colaboración en conjunto del Museo Larco, al que pertenecen los objetos exhibidos, y la Fundación BBVA, que administra el MAP, permitió una propuesta innovadora con una museografía dinámica y atractiva. “Los beneficios indirectos generados por la cultura tienen un efecto acumulativo. A más cultura, más oportunidades”, concluye Alvarado.
El pasado lunes 22 de mayo, el MAP fue distinguido con el Escudo Azul de la Unesco, reservado para monumentos arquitectónicos históricos reconocidos que puedan brindar protección en caso de conflictos armados y desastres naturales. Este hito, enmarcado en el mes de su vigésimo aniversario, es una muestra más de la trascendencia de este espacio y su aporte a la cultura e historia de nuestro país.
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