La arquitecta de Dominio Arquitectura comparte estrategias para transformar los espacios por completo  

Por: Fiorella Iberico | Fotos: cortesía de Lusiana Guevara

El primer paso es definir qué tipo de sensación se pretende evocar. ¿Un ambiente de calma y serenidad, uno lleno de dinamismo, o quizás algo lúdico y divertido? Dependiendo del objetivo, se procederá a elegir las tonalidades. “Colores más osados y memorables pueden ser adecuados para espacios que busquen impacto, mientras que tonos serenos y neutros son ideales para ambientes tranquilos”, explica la arquitecta Lusiana Guevara. Al final, la elección dependerá del gusto del usuario y del propósito del espacio.

El rojo es un buen color que destaca en una superficie neutra.

Un segundo consejo es emplear acentos de color para lograr el efecto deseado. En el caso del área de sala y comedor que acompaña esta nota, la pareja buscaba un espacio neutro y atemporal, que también fuese elegante, pero que tuviera un resalte cromático. Lusiana y su equipo resolvieron este requerimiento incorporando un elemento escultórico, una especie de cinta roja metalizada con una forma sinuosa, que llama la atención y añade un realce de color al ambiente. De esta forma, el acento permite que el espacio mantenga su neutralidad mientras incorpora un elemento distintivo.

Ahora bien, la arquitecta sigue una regla de porcentajes que sugiere para el uso del color: 60 % de un tono dominante, como un color neutro, 30 % de uno secundario, complementario al primero, y 10 % de acento de color. “Este equilibrio asegura que los colores se complementen sin abrumar el espacio”, sostiene. Por ejemplo, en una sala, se pueden usar tonos neutros en las paredes y el mobiliario (60 %), un color secundario en alfombras y cortinas (30 %), y uno de acento en cojines o arte de pared (10 %).

Cuando se tiene un gusto más audaz en cuanto al uso del color y se desea ir más allá de los tonos neutros, el consejo de la arquitecta de Dominio Arquitectura es utilizar colores complementarios. Para lograrlo de manera efectiva, es útil recurrir al círculo cromático. Esta herramienta permite identificar colores que se encuentran en lados opuestos del círculo, que al combinarse, crean un contraste vibrante y equilibrado. Usar el círculo cromático ayuda a garantizar que los colores elegidos se complementan y realzan mutuamente.

La arquitecta sigue una regla de porcentajes que sugiere para el uso del color: 60 % de un tono dominante, como un color neutro, 30 % de uno secundario, complementario al primero, y 10 % de acento de color.

En ambientes bien iluminados, se tiene mayor libertad para experimentar con colores oscuros y texturas más profundas, ya que la luz natural evita que la habitación se sienta opresiva o reducida. “En contraste, en áreas con poca iluminación natural, como un baño sin ventana, la opción más acertada es optar por colores claros”, explica Lusiana. Estos tonos ayudan a reflejar la luz disponible, creando una sensación de amplitud y luminosidad. Además, los colores claros pueden hacer que el espacio se sienta más aireado y acogedor, contrarrestando la falta de luz natural.

Los acabados en madera pueden ofrecer una gama de tonalidades cálidas y texturas naturales que enriquecen visualmente un espacio.

Por último, el color puede integrarse de diversas formas más allá de la pintura. El uso de ciertos materiales también es un excelente recurso para hacerlo. Madera, wallpapers, tapices y elementos decorativos, así como arte, ofrecen una rica paleta de opciones para infundir color y personalidad en cualquier ambiente.

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